Con el paso de los años, es común notar que las orejas parecen más grandes o alargadas. Esto no implica un crecimiento real del cartílago, sino que se debe a cambios naturales en la piel y tejidos que las rodean.
Razones biológicas y externas explican por qué las orejas pueden parecer más grandes con el tiempo, un cambio que suele comenzar a notarse alrededor de los 40 años.
Con el paso de los años, es común notar que las orejas parecen más grandes o alargadas. Esto no implica un crecimiento real del cartílago, sino que se debe a cambios naturales en la piel y tejidos que las rodean.
Las orejas están formadas principalmente por cartílago y piel. Durante la niñez, el tamaño de las orejas se define, ya que el cartílago no crece significativamente en la edad adulta. Sin embargo, con el envejecimiento, la piel pierde elasticidad y colágeno, volviéndose más flácida y delgada. Al mismo tiempo, el cartílago puede volverse más flexible y deformarse ligeramente.
Estos cambios, junto con el efecto constante de la gravedad, provocan que las orejas, especialmente los lóbulos sin cartílago, se estiren y parezcan más grandes.
Un estudio publicado en JAMA Dermatology en 2013 por Weiss y colaboradores confirmó que el alargamiento de las orejas se debe principalmente a la pérdida de elasticidad en la piel y a la gravedad, más que a un crecimiento real del cartílago. También resaltó el impacto de la exposición solar y el uso de accesorios pesados en el envejecimiento de los tejidos auriculares.
Este proceso suele ser más visible a partir de los 40 años y afecta a hombres y mujeres por igual, aunque la genética, el estilo de vida y los hábitos personales influyen en cómo se manifiesta.
• Usar protector solar para proteger la piel de la radiación ultravioleta y evitar la degradación del colágeno.
• Mantener una buena hidratación y una alimentación rica en colágeno, vitamina C y proteínas que favorecen la firmeza de la piel y el cartílago.
• Realizar ejercicios faciales que mejoran la tonicidad muscular y la firmeza de los tejidos.
• Evitar el consumo excesivo de tabaco y alcohol, ya que aceleran el envejecimiento de la piel y los cartílagos.
• Limitar el uso constante de aros pesados para prevenir el estiramiento de los lóbulos.
Además de estos cuidados, quienes deseen corregir la apariencia de sus orejas pueden recurrir a tratamientos estéticos como la otoplastia, una cirugía que mejora la forma, tamaño o posición del pabellón auricular; la lobuloplastia, que repara lóbulos alargados o deformados; o el relleno con ácido hialurónico para recuperar volumen en los lóbulos adelgazados.
Aunque estos cambios no afectan la salud, pueden generar incomodidad o inseguridad en algunas personas. Por eso, consultar a un especialista resulta fundamental para evaluar las opciones más adecuadas y mejorar la confianza en la propia imagen.