Alerta por el nivel de arsénico en el agua: qué efectos tiene en el organismo
El relevamiento del ITBA y los parámetros de la OMS advierten niveles elevados de arsénico en gran parte del país. Las consecuencias que trae la exposición prolongada.
Una investigación reciente del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA), respaldada por reportes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), alertó que más de cuatro millones de personas en Argentina podrían estar consumiendo agua subterránea con niveles elevados de arsénico, una situación que representa un riesgo sanitario extendido en buena parte del país.
El arsénico es un elemento químico de origen geológico, presente de manera natural en la corteza terrestre. En zonas donde se acumula en capas profundas, puede disolverse en el agua subterránea y llegar a la población a través de pozos domiciliarios o de redes poco controladas.
Intoxicación aguda: un riesgo poco habitual pero muy grave
Los especialistas subrayan que la intoxicación aguda por arsénico es extremadamente infrecuente y suele aparecer en situaciones excepcionales, como accidentes, intentos de suicidio o episodios criminales.
Embed - ALERTA SOBRE AGUA CONTAMINADO EN VARIAS PROVINCIAS
Los síntomas inmediatos pueden incluir vómitos, dolor abdominal, diarrea, parestesias, calambres y, en los casos más severos, desenlace fatal. Este tipo de exposición responde a la ingesta súbita de grandes cantidades y no afecta a la población general.
El verdadero problema: consumir pequeñas dosis durante años
El principal riesgo identificado en el país está asociado a la ingesta prolongada de bajas concentraciones, especialmente en regiones donde el agua proviene de perforaciones sin seguimiento técnico. Ese consumo continuado puede provocar hidroarsenicismo crónico regional endémico (ACRE/HACRE), una enfermedad reconocida en Argentina desde hace más de un siglo.
El ACRE suele comenzar con alteraciones cutáneas tempranas, que incluyen hiperhidrosis —aumento de la sudoración—, descamación y picazón en palmas y plantas. Con el paso del tiempo pueden manifestarse manchas oscuras en la piel (melanodermia) y lesiones verrugosas. En etapas avanzadas, la exposición prolongada al arsénico puede derivar en cáncer de piel, principalmente basocelular y espinocelular.
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Estas manifestaciones suelen tardar décadas en hacerse visibles. Además, el arsénico actúa como agente procancerígeno y puede inducir tumores en la piel y en órganos internos. En zonas afectadas, los diagnósticos de ACRE se consideran ante cuadros como fibrosis pulmonar para descartar exposición prolongada.
La exposición sostenida al arsénico afecta a todo el organismo, no solo a la piel. El hidroarsenicismo incrementa el riesgo de cáncer de pulmón, vejiga y otros órganos, además de favorecer el desarrollo de enfermedades respiratorias y alteraciones hepáticas. También puede provocar fibrosis pulmonar, una condición que dificulta la expansión de los pulmones y la correcta entrada de aire.
A nivel neurológico, puede aparecer polineuropatía sensitivo-motora, un trastorno que compromete los nervios de las extremidades y limita tanto la movilidad como la sensibilidad.
Los organismos internacionales advierten que la exposición prolongada al arsénico inorgánico también está asociada a lesiones cutáneas, enfermedades cardiovasculares y diabetes. Todas estas consecuencias se registran tras años de consumo de agua con concentraciones superiores a las recomendadas, cuyo límite es de 10 partes por billón.
Quiénes están más expuestos y qué medidas de prevención existen
La presencia de arsénico en el agua subterránea se concentra sobre todo en la llanura Chacopampeana —Buenos Aires, Córdoba, el sur de Santa Fe y La Pampa— y también en sectores del norte como Santiago del Estero, Chaco y Tucumán. El mayor peligro recae en los hogares que dependen de pozos particulares, donde los controles suelen ser insuficientes.
La OMS y el ITBA sostienen que la estrategia más eficaz consiste en asegurar el acceso a agua segura para beber, cocinar y regar cultivos. Recomiendan realizar análisis anuales en pozos domiciliarios y reforzar los controles ante cambios en el consumo o modificaciones en el terreno. Stripeikis remarcó que existen tecnologías específicas para eliminar el arsénico, como la ósmosis inversa, aplicables tanto en hogares como en sistemas centralizados.
El ITBA facilita el análisis gratuito de muestras enviadas por la población y mantiene un mapa interactivo que permite identificar zonas de riesgo y acceder a información actualizada sobre la calidad del agua del país.