Historias Reales

Día del amigo: dos amistades históricas que terminaron mal

John Lennon y Paul McCartney pasaron del amor al odio y quedaron enfrentados por el final de los Beatles y sus carreras solistas. Otra historia poco conocida: Arthur Conan Doyle y Harry Houdini fueron amigos y se admiraron, pero el vínculo se rompió por una traición inesperada.
Diego Geddes
por Diego Geddes |
Paul McCartney y John Lennon. Amigos y enemigos. 

Paul McCartney y John Lennon. Amigos y enemigos. 

Este Día del Amigo se multiplican los mensajes y las historias de amistad y lealtad. Pero los vínculos suelen tener historias detrás que esconden egos y vanidades.

John Lennon y Paul McCartney: te amo, te odio, dame más

John Lennon y Paul McCartney se conocieron el 6 de julio de 1957. La historia es conocida: Ivan Vaughan tocaba en una banda con John Lennon y al mismo tiempo conocía a Paul McCartney, porque eran compañeros de la escuela. Vaughan pensó que esos dos tipos tenían que conocerse, que “iban a pegar onda” porque tenían afinidad musical.

No hace falta aclarar que su intuición derivó en la dupla compositiva más grande de la historia, pero también de una amistad que fue turbulenta y tuvo idas y vueltas, y un final quizás no del todo acorde a la altura de la relación.

John Lennon declaró muchas veces una frase que dimensiona su amistad con Paul: “En mi vida sólo he tenido dos amigos: Yoko y Paul”

Después de la separación de los Beatles, la tensión entre ellos fue el factor predominante de la relación.

Con algunos años de perspectiva, llegaron a ver que eran dos arrogantes y vanidosos.

“No nos estábamos comunicando lo suficiente, más tarde esa fue la causa de mi resentimiento, pero ahora comprendo que se trataba siempre del mismo juego competitivo, la cooperación era funcional además de musical”, dijo John al analizar la tensión que había en el grupo.

“No nos llevábamos mal con John. Lo que sucedía es que, a veces, decía cosas de las que luego se arrepentía. Tenía una personalidad un tanto brusca, pero no tanto como la gente cree. Él era tan capaz de dedicarte una bravuconada, como de bajarse las gafas hasta la nariz y lanzarte un ‘Te quiero’”, recordó Paul.

La muerte de John marcó a Paul para siempre, como si hubiera quedado una cuenta pendiente luego de las discusiones en la década del 70, entre la separación de la banda y el asesinato de Lennon el 8 de diciembre de 1980.

"Ahora es fácil decir que lo amé, pero cuando éramos niños en Liverpool de 16 y 17 años, no se lo podía decir, simplemente era algo que no se decía", contó Paul McCartney. "Así que nunca se lo dije. Realmente nunca tuve la oportunidad de decirle: '¿Sabés una cosa? Te amo, hermano'. Nunca pude llegar a ese momento. A pesar de eso, es genial darme cuenta de cuánto amé a este hombre".

"Siempre fue genial trabajar con John, desde lo primero que me dijo: 'yo también escribo canciones'. Simplemente desarrollamos una forma de trabajar entre nosotros y de confiar el uno en el otro que con el tiempo creció y creció”, dijo Paul McCartney

Arthur Conan Doyle y Harry Houdini: de la admiración al engaño

Arthur Conan Doyle fue uno de los más grandes escritores del género policial, gracias a la creación del personaje de Sherlock Holmes.

Harry Houdini fue uno de los ilusionistas y escapistas más fascinantes y admirados de la historia, y justamente Conan Doyle entabló una amistad nacida desde la admiración.

Conan Doyle asistió a un show de Houdini en Londres en 1920. Después de eso, la fascinación del creador de Sherlock Holmes por las habilidades de Houdini lo llevaría incluso a ser su más acérrimo defensor.

Al momento de conocerse, ambos atravesaban un duelo. Conan Doyle había perdido a su hijo, mientras que Houdini había quedado huérfano.

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Conan Doyle le contó a Houdini que había podido contactar varias veces con su hijo muerto, y Houdini le creyó e incluso le dijo que le gustaría participar en esas sesiones.

Pero no pasó absolutamente nada en esos encuentros. Y la amistad que se había forjado empezó a resquebrajarse. Doyle invitó nuevamente a Houdini a otra sesión de espiritismo, esta vez encabezada por la mujer de Doyle, Jean Lackie. La promesa de esta vez era contactar a la madre de Houdini.

Primero a través de una carta privada y luego a través de cartas públicas, Houdini manifestó su enojo por sentirse engañado. Esa sesión de espiritismo estuvo plagada de fallas (la supuesta madre de Harry le escribió en inglés, pese a que la madre no hablaba ese idioma, y además lo nombraba “Harry”, cuando ella le decía por su nombre de pila, Ehrich).