Trabajé con Néstor en distintos períodos: como productor, como compañero de redacción en los inicios de A24.com y desde este año como su editor en estas páginas a las que se incorporó como columnista diario, gracias a la tenacidad de Rolando Graña que insistió una y mil veces para que viniera.
Siempre riguroso, apasionado por los temas que seguía, celoso de su información, cuidadoso de las fuentes y de cada noticia que transmitía. Y aunque era un periodista "de agencia" (estaba acostumbrado al lenguaje más aséptico), siempre deslizaba en un quinto o sexto párrafo algún dardo irónico para quien pudiera entender.
Cada noche me mandaba un resumen de los temas judiciales que para él eran los más importantes y elegíamos qué se publicaría. Siempre con buena predisposición a aceptar sugerencias, a trabajar temas que él no venía siguiendo, a adaptarse a las necesidades de un portal no especializado en las temáticas que él solía cubrir... Néstor podía escribir desde temas duros como las investigaciones por corrupción a expresidentes, hasta temas de derechos humanos en cárceles o derivaciones judiciales de la muerte de la Tota Santillán o las denuncias de abuso contra Marley.
Mandaba los textos en archivos .txt, algo que probablemente los más jóvenes ni sepan qué es. No usaba Word, ni Google Docs, ni el publicador de este portal. Nunca le pregunté por qué lo hacía así. Los textos llegaban siempre perfectos y prácticamente no había que editarlos. ¿Para qué hincharlo con nimiedades?
Néstor siempre estaba predispuesto a asesorar, más allá de los materiales que entregaban. Y no tenía horario ni para proponer temas, ni para responder preguntas boludas o debatir sobre política judicial o aclarar situaciones sobre tal o cual juez.
Con la partida de Néstor, se fue uno de los periodistas de judiciales más importantes que tuvo este país. Tenía perfil bajo -propio de quien trabajó durante muchos años en agencia de noticias-, aunque era un referente ineludible para todos los periodistas que seguimos la vida política de este país.
Para A24.com fue un lujo tenerlo entre sus filas. Y para mí un privilegio haberlo podido editar. Se lo va a extrañar.
(*) Pablo Winokur es editor de política de A24.com