El jueves 23 de enero se dio el puntapié inicial, y desde entonces los equipos jugaron, en promedio, cada 96 horas. Un calendario que dificulta la planificación, algo que no pasó desapercibido para Juan Román Riquelme, presidente de Boca, quien expresó su preocupación: "Se hace más complicado cuando no tenés una semana larga para trabajar".
Un calendario desgastante
Si no se tiene en cuenta el compromiso entre Godoy Cruz y Talleres, suspendido en el entretiempo por la agresión al juez de línea Diego Martín, en menos de un mes se jugaron 75 partidos oficiales, lo que equivale a un promedio de tres encuentros por día. A esto hay que sumarle la actividad de los equipos en Copa Argentina y fase previa de la Copa Libertadores, lo que agrava aún más la sobrecarga de partidos.
Este escenario pone en ventaja a los equipos que cuentan con planteles amplios o aquellos que logran consolidar una idea de juego rápidamente. Sin tiempo para entrenar en profundidad ni recuperar jugadores, las lesiones y el cansancio se convierten en factores determinantes para la competencia.
Un problema que trasciende el fútbol argentino
La acumulación de partidos no es una problemática exclusiva del fútbol local. En Europa, jugadores y entrenadores expresaron su preocupación por el exceso de competencia, con calendarios cada vez más ajustados por la multiplicación de torneos y compromisos internacionales.
Mientras tanto, en Argentina, los clubes deben adaptarse a este ritmo vertiginoso en el que cada partido puede definir el futuro de un equipo y hasta de un entrenador. El Apertura 2025 exige resultados inmediatos, y quienes no logran sostenerse en la vorágine del torneo lo pagan con su cargo.