El temblor en Chile, sobre el pasaje de Drake activó en ese país la alarma por la posibilidad de un Tsunami. Luego volvió la calma, pero dejó un aviso que las autoridades vigilan constantemente.
Puerto Almanza en Chile fue el centro de unas cuantas horas de angustia en el país trasandino. Es una localidad ubicada a solo 75 kilómetros de Ushuaia, en nuestro país. Soportó un temblor de 7.6 grados con una profundidad de 10 kilómetros, mar adentro, sobre la zona del pasaje de Drake.
Pero el verdadero temor duró varias horas, cuando las autoridades chilenas advirtieron a la población sobre el peligro ante la posibilidad de la formación de un Tsunami. En Chile ha habido varios movimientos de tierra, por su topografía, y por lo tanto, se hacen frecuentes ensayos de emergencias y evacuaciones. Afortunadamente, luego de un tiempo, los funcionarios dijeron que olas de 5 metros o más se había disipado. Aunque el estado de alerta por posibles fenómenos en el mar como ese, requieren de un monitoreo constante.
Un tsunami es una serie de olas gigantes que se generan en el océano debido por un movimiento brusco y rápido en las placas de la Tierra. Cuando es movimiento se da debajo del agua se llama "maremoto". El riesgo enorme que conlleva es que genere unas corrientes marinas muy fuertes que produzcan olas enormes con una potencia inusitada. Cuando llegan a la costa, causan destrucción y muerte.
La palabra "tsunami" proviene del japonés y significa literalmente "ola de puerto" ("tsu" = puerto, "nami" = ola), debido a que estos fenómenos han afectado gravemente las costas de Japón a lo largo de la historia. El término se extendió a cualquier parte del mundo, como este viernes en Chile.
A diferencia de las olas comunes que se generan por el viento, los tsunamis se originan cuando una gran masa de agua es desplazada verticalmente. El "motor" más común es un maremoto, donde una placa tectónica se desliza por debajo de otra. Cuando esto sucede, el fondo marino puede levantarse o hundirse repentinamente, lo que empuja el agua hacia arriba y crea una serie de olas de gran tamaño que se propagan en todas direcciones a gran velocidad.
Se desplazan a velocidades de hasta 800 km/h, similar a la de un avión comercial. Cuando estas olas se acercan a la costa, al haber menos profundidad, las olas se frenan, aumentan su altura y se vuelven extremadamente destructivas. Pueden alcanzar alturas de más de 30 metros en casos extremos y penetrar varios kilómetros tierra adentro.
El impacto de un tsunami puede ser devastador: destruye edificaciones, arrasa con vehículos, árboles y personas, y puede causar miles de muertes en cuestión de minutos. Es por esto, como dijimos en el caso de Chile, se han desarrollado sistemas de alerta temprana en muchas regiones del mundo, especialmente en el Pacífico, para advertir a la población antes de que las olas lleguen a la costa.
Tsunami en Lisboa: el 1 de noviembre de 1755, se calcula que entre 60,000 y 100,000 personas murieron, no solo en Portugal, sino también en zonas de España y Marruecos. Se puede decir que esta tragedia marcó el inicio de los esfuerzos por tratar de entender y prevenir estos fenómenos naturales.
