"Justo ahora que se empezaba a notar un poco de reactivación y había algún turista de fuera de España, esto es un paso atrás", aseguró María Quintana, de 35 años, desde el interior de su pequeño establecimiento.
Frente a la barra del bar ya retiraron los taburetes porque las autoridades catalanas les prohibieron servir allí. En la terraza, las mesas están separadas ampliamente, aunque tampoco hay clientes entre quienes mantener la distancia de seguridad.
"Si vuelven a imponer confinamiento y nos obligan a cerrar, yo bajaré la persiana, pero con mi cuello debajo, a modo de guillotina, porque no podremos subsistir", lamenta la pequeña empresaria gastronómica.
Las nuevas restricciones llegan a menos de un mes del fin del estado de alarma en España, que enmarcó el severo confinamiento decretado por el gobierno para reducir notablemente la transmisión de un virus que se cobró más de 28.400 vidas en ese país.
El aislamiento dañó gravemente el tejido económico del país, especialmente en sectores como el emprendedurismo y el turismo, que confiaban en mitigar pérdidas durante la temporada de verano.
Un panorama desolador
Frente de la inacabada basílica de la Sagrada Familia, uno de los monumentos más visitados de Barcelona, los turistas se podían contar con los dedos de las manos este sábado, la mayoría ajenos a las nuevas restricciones decretadas por el gobierno regional.
"Se ven algunos turistas, pero son pocos. Y luego vienen y se encuentran con que la Sagrada Familia está cerrada. El bus turístico tampoco funciona", explicó Joan López, un quiosquero situado frente al templo.
Y si bien el hombre reconoció que "necesita el turismo como el aire que respira", señaló prefiere que se tomen medidas estrictas para reducir al máximo el virus. "Estar ahora sí ahora no, es perder el tiempo", explicó.
Aunque el gobierno regional pidió a los más de tres millones de habitantes de Barcelona y su área metropolitana no hacerlo, los servicios de tráfico registraron la salida de unos 350.000 vehículos hacia las zonas costeras cercanas.
Mientras están a la espera de los cálculos por los daños de este paso atrás, se multiplican las críticas al gobierno separatista catalán, a quienes desde los medios acusan de falta de preparación para controlar la enfermedad.
Las autoridades locales, a su vez, transcurrieron los últimos meses reprobando la gestión de la pandemia hecha por el Ejecutivo español, dando a entender en muchos casos que, de haber tenido plenas competencias, ellos habrían logrado mejores resultados.
Con información de la agencia AFP