El sacerdote hizo un primer intento. Viajó sostenido por los globos durante 4 horas una distancia de más de 100 kilómetros. Llegó hasta la provincia argentina de Misiones. Con esa prueba exitosa, tenía todo listo para poner manos a la obra y juntar fondos para construir la posada. Pero algo se cruzó en el camino: leyó que dos norteamericanos tenían el récord mundial de una proeza semejante. Nada menos que 18 horas flotando en el aire gracias a una cantidad inmensa de globos. El padre De Carli, entonces, quiso superar ese récord, y lo dio a publicidad diciendo que todo lo que recaudara en su misión sería para la obra en favor de los camioneros
La partida: el 20 de abril de 2008
Luego de celebrar misa como siempre lo hacía, rodeado por su fieles y esta vez, miles de curiosos, el padre se embarcó en la aventura.
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El pastor Adelir Antonio de Carli, en sus misas especiales para los camioneros que pasaban por Paranaguá (Foto: gentileza Notinred).
Llevaba un traje especial para soportar el frío a gran altura. Además, tenía una provisión de comida y agua para resistir las 19 horas que marcarían un récord mundial. Por último, un equipo de comunicaciones: una radio y un GPS.
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Antes de partir, con la multitud que acompañó al sacerdote brasileño (Foto: gentileza FDG).
Finalmente, el domingo 20 de abril de 2008, con todo su equipo, los colaboradores y fieles lo soltaron para que ascendiera gracias a la carga de helio de los globos. Mientras subía, el padre Adelir les dio una bendición a todos y comenzó su viaje. No sabía que sería el último.
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Adelir Antonio de Carli bendice a los presentes mientras los globos lo elevan (Foto: captura de TV).
Un cambio en el viento que fue fatal
El viaje estaba diagramado partiendo desde ese pueblo de Paranaguá hacia el este, a no más de 3.000 metros y con un seguimiento permanente. Así transcurrirían las 19 horas, marcaría el récord y descendería.
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El itinerario previsto y el trágico final para el sacerdote De Carli (Foto: A24/captura de TV).
No obstante, a poco de elevarse, los vientos cambiaron y los globos se llevaron al intrépido cura en la dirección contraria. Hacia el este y a una mayor altura de lo previsto. Sin poder dirigir el rumbo, quedó a merced de los vientos.
Unas 8 horas después de iniciado el accidentado viaje, perdieron contacto visual y las comunicaciones con él.
El último contacto
Los globos llegaron hasta la costa. A las 8 de la noche, De Carli hizo una última llamada: pedía que le explicaran cómo operar el GPS porque no lograba comprenderlo. Luego, no supieron nada más del sacerdote.
De inmediato se enviaron helicópteros en su búsqueda. Con el paso del tiempo, el radio se hizo tan grande que resultó inabarcable. Durante días procuraron encontrarlo, pero todo fue inútil y lo dieron por perdido.
Una noticia demoledora
El 4 de julio, 75 días más tarde, un remolcador encontró en alta mar un cuerpo y unas ropas. Estaba cerca de Río de Janeiro. El viento lo había llevado a 1.000 kilómetros de distancia.
El cuerpo estaba mutilado. Tal vez, atacado por algún depredador del mar o simplemente, por el paso del tiempo. Los restos fueron llevados a tierra y la ciencia comprobó el peor final.
Las pruebas de ADN confirmaron que se trataba del sacerdote que quiso batir el récord de permanencia en el aire suspendido solo por globos para poder construir un lugar de descanso para los camioneros. Los marinos del remolcador también encontraron ropas, que era como las que llevaba el sacerdote, y un pañuelo verde que decía: "Pastoral rodoviaria", la premisa para lograr el lugar de reposo para los camioneros en la ruta.
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Los restos del pastor aparecieron a 1.000 km de distancia, en el mar (Foto: captura de TV).
Ese fue el trágico final del cura Adelir Antonio de Carli. Pasaron ya 15 años, pero su recuerdo sigue intacto en la memoria de sus fieles.