Un derrumbe en la mina San José, un yacimiento ubicado en la comuna chilena de Caldera, dejó atrapados a 33 mineros. Recién 17 días después, el 22 de agosto, fueron encontrados con vida, aunque pudieron ser rescatados el 13 de octubre.
Un derrumbe en la mina San José, un yacimiento ubicado en la comuna chilena de Caldera, dejó atrapados a 33 mineros. Recién 17 días después, el 22 de agosto, fueron encontrados con vida, aunque pudieron ser rescatados el 13 de octubre.
Un mensaje escrito de puño y letra, una nota que ataron a una sonda, daría la vuelta al mundo: “Estamos bien en el refugio los 33”. El mismo fue mostrado por Sebastián Piñera, presidente de Chile de ese momento.
Sacarlos fue una verdadera obra de ingeniería celebrada en todo el mundo. Pero antes de ese final, todo fue incertidumbre y dolor.
El ministro de Minería de Chile, Laurence Golborne, daba la noticia con un particular mensaje: "No estamos optimistas".
"Señor ministro, le pido un favor, la fortaleza debiera tenerla usted", le respondió un familiar. "La esperanzas tienen que ser realistas. Las probabilidades son muy escasas", fue la seca y distante respuesta del ministro.
En silencio, todos se preparaban para lo peor. Menos ellos, ahí abajo, a 700 metros bajo tierra, los 33 mineros se organizaban para sobrevivir.
Por una de las sondas, a los mineros se les envía una cámara para que utilicen en las profundidades y muestren toda la realidad que estaban viviendo.
Afuera estaban las familias y más de 1.600 periodistas de medios locales e internacionales.
Los mineros estaban con grandes síntomas de desnutrición. Sin embargo, a pesar de que muchos creían que era imposible encontrarlos con vida, en todo ese tiempo se habían organizado para racionar la alimentación y el agua que había en el refugio.
El espíritu de solidaridad y convivencia estuvo siempre por encima de todo. Crearon una clase magistral de cómo mantener el optimismo en las peores condiciones.
El rescate fue seguido por millones de personas. Las tapas de todos los diarios del mundo los mencionaban y convirtió a los 33 mineros en verdaderos héroes. Pero después del mediático rescate, empezó otra odisea. Algo a lo que ninguno estaba acostumbrado: contratos millonarios, estafas, ofertas para realizar películas y hasta la publicación de libros.
Los mineros cedieron sus derechos a los abogados Remberto Valdés y Fernando García, que negociaron los contratos para la realización de la película y de un libro ("En la Oscuridad. La historia jamás contada de los mineros chilenos" de Héctor Tobar).
Los propios mineros siempre se encargaron de difundir que nunca tuvieron el control y que perdieron para siempre los derechos de su propia historia.
"Ojalá nunca hubiese ocurrido el accidente, para haber seguido trabajando, tranquilo, recibiendo nuestro sueldo, en lo que a nosotros nos gusta", llegó a decir Omar Reygadas, uno de los sobrevivientes.
A 700 metros bajo tierra, sólo ellos saben todo lo que lucharon.