Si para lograrlo la casa matriz estaba en un país, los elementos primarios en otro o varios y la producción del ensamblaje en un tercero, no importaba. Al contrario, cada sector se benefició -si supo integrarse a la globalización- de esa "cadena de producción" cada vez más exitosa.
Los chips o semiconductores (o microconductores) fueron fundamentales. Mientras se achicaba de tamaño, se agigantaba su capacidad para almacenar y procesar datos. En apenas 0,1m3 de espacio se puede tener la capacidad para procesar miles de millones de datos en fracciones de segundo.
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El mercado mundial avanza a una nueva era: ¿la disputa por el dominio de los chips avanzados y la más alta tecnología? (Foto: captura de TV).
La pandemia produjo que el acceso a los chips se limitara casi a su mínima expresión. Taiwán, Corea del Sur y Japón son los mayores productores del mundo. Atrás, China comunista. Pero con los encierros y aislamientos, la producción y la exportación cayeron hasta el punto de causar una crisis mundial. Sin chips, presentes desde planchas hasta aparatos militares o bombas de última generación, toda la cadena se trabó.
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La pandemia afectó la producción de chips y el suministro global. Ahora dejo pasó a otro problema, el enfrentamiento por liderar el acceso a los chips avanzados (Foto: captura de TV).
La vuelta a la producción y el comercio mundial trajo otra realidad: una nueva guerra fría o el conflicto por la supremacía planetaria entre Estados Unidos y China. Y en ese terreno, quien domine el campo de los chips avanzados, se impondrá a su rival.
Estados Unidos y el poder del boicot
El presidente Joe Biden, en este terreno, sigue los pasos de Donald Trump. Autoritario, el exmandatario republicano elogiaba la personalidad de Xi Jinping. Biden es más cauto, pero, para peor, la invasión rusa a Ucrania hizo que mirara con recelo la "neutralidad" china. De todos modos, ambos coinciden: deben frenar el desarrollo de China, que ya es la segunda potencia mundial. Y el presidente demócrata cree haber encontrado la manera: bloquear el acceso a China de los semiconductores más avanzados.
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Joe Biden anunció un plan para producir en Estados Unidos los chips de tecnología avanzada (Foto: Casa Blanca).
El 7 de octubre de 2022, Biden anunció que Estados Unidos invertirá unos US$55.000 millones (10 mil millones más que lo que el FMI le dio a la Argentina en 2018) para llevar la producción de estos chips a su país. Al mismo tiempo, prohibió que se le venda esa tecnología en microconductores a China. Hizo algo más: amenazó con sanciones a empresas norteamericanas que vendan a China elementos que puedan servir para armar, ensamblar o realizar esos chips de avanzada.
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La resolución del gobierno de Estados Unidos para aislar a China de los superconductores (Foto: Departamento de Comercio de Estados Unidos).
En la actualidad, los chips se usan en todas las aplicaciones que se puedan imaginar. El desarrollo de los "superconductores" o los chips de avanzada permitirá transformaciones aún más espectaculares. Pero el que no tenga acceso, quedará relegado.
Como haber llegado tarde al uso de la máquina de vapor en plena revolución industrial.
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Sin darnos cuenta, los chips están presente en casi todo lo que usamos y será cada día mayor su importancia (Foto: captura de TV).
Esa es la llave de Biden para detener a Xi Jinping y a China. Impedir que ese país dé ese salto tecnológico clave. Ni producir los chips de avanzada ni conseguirlos en el mercado mundial.
Por ejemplo, los Países Bajos acaban de plegarse a esa medida de los Estados Unidos. La empresa neerlandesa ASML es líder mundial en el diseño y fabricación de equipos de litografías, imprescindibles para producir los chips más avanzados. Ahora, los neerlandeses no le venderán este conocimiento y equipos a China.
El gigante asiático por ahora concentra el 7% de la producción mundial de semiconductores, aunque no son de esta nueva generación. Por eso quiere reconvertir su calidad tecnológica para competir en igualdad de condiciones con los norteamericanos.
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China gastó más en conseguir los insumos para producir chips que en la importación de petróleo en 2022 (Foto: captura de TV).
China invirtió 414 mil millones de dólares en este terreno tecnológico. Mucho más que para importar energía. Pero si se mantiene esa política norteamericana, su reconversión se estancará. En una lucha entre dos colosos, es mucha desventaja.
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Estados Unidos tiene un anillo de protección sobre los mayores productores mundiales de chips (Foto: captura de TV).
El resguardo de los países productores
Corea del Sur y Japón son aliados naturales de los Estados Unidos en Asia. En la tecnología de punta, la penetración China es prácticamente nula.
Entonces, la madre de las batallas por los semiconductores avanzados está en Taiwán. El sector chino que resiste a su enorme vecino comunista es el principal productor mundial de chips. Una sola empresa, TSMC, concentra el 53,4% de la producción de "chips convencionales".
Pero su valor estratégico se multiplica en el campo de los "chips avanzados". TSMC es casi un monopolio, con el 92% de la producción mundial. Nada de eso llega a China.
Esto también explica las tensiones permanentes entre Beijing y Washington por la isla de Formosa. Como ocurrió en 2022 con la visita de Nancy Pelosi a Taiwán o ahora, con la presencia de la presidenta de Taiwán en la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Ya no está la demócrata Pelosi y en su lugar hay un republicano. Pero la política de estado no cambia.
Esta lucha por lo que algunos denominan "cuarta revolución industrial " tiene a dos actores centrales: China y Estados Unidos.
En 1879, José Hernández publicó "La vuelta de Martín Fierro". Y allí escribió dos versos que caen justo para describir la importancia clave de algo tan diminuto como un microchip de avanzada: "Hasta el pelo más delgado/Hace su sombra en el suelo".