El fiscal Nicholas Lee explicó durante el juicio que Hopper tenía un “interés sexual en la amputación” y que sus motivaciones mezclaban la obsesión por mutilarse con un objetivo económico. Mensajes recuperados de sus dispositivos confirmaron que había dicho a un amigo que debía “sacarle el jugo a la situación” y que, además, se sentía satisfecho por la atención mediática que estaba recibiendo su caso.
La conexión con redes de modificación corporal extrema
La Policía encontró en su poder material pornográfico extremo, consistente en videos de mutilaciones voluntarias de genitales y amputaciones. Entre sus contactos apareció el nombre de Marius Gustavson, un noruego identificado como líder de la red internacional EunuchMaker, dedicada a la modificación corporal extrema.
Hopper había intercambiado alrededor de 1.500 mensajes con Gustavson, incluyendo conversaciones técnicas sobre el uso de hielo seco para provocar amputaciones. En 2024, Gustavson fue condenado a cadena perpetua con un mínimo de 22 años de cárcel en Londres, y el vínculo con Hopper resultó crucial para conectar a este último con esa red clandestina.
El juez James Adkin describió los videos encontrados como de un “nivel de daño excepcionalmente alto”, lo que reforzó la gravedad de la condena. Además, se le impuso a Hopper una orden de prevención de daños sexuales por 10 años.
El impacto en el sistema de salud británico
El caso conmocionó al Royal Cornwall Hospitals NHS Trust, donde Hopper trabajaba desde 2013. La institución aseguró a la BBC que los delitos no guardaban relación con su actividad profesional y que, tras su arresto, se realizaron auditorías clínicas independientes.
Los expertos concluyeron que no había evidencias de que los pacientes hubieran estado en riesgo ni de que las decisiones médicas de Hopper en el hospital hubieran sido inadecuadas. Sin embargo, el daño a la confianza pública fue inevitable.
Antiguos pacientes -incluidos algunos que también habían sido sometidos a amputaciones- contactaron a estudios de abogados especializados en negligencia médica para evaluar posibles demandas.
El abogado Mike Bird, de la firma Enable Law, expresó que el caso generó “grave preocupación y conmoción” entre quienes habían sido atendidos por Hopper y pidió una investigación pública exhaustiva.
Otros, en cambio, defendieron la labor del cirujano. Jason Abbot, quien perdió un pie en 2022 bajo sus manos, declaró que “nunca dudó de la atención recibida” y se mostró sorprendido por los delitos revelados.
La doble vida de un cirujano
Nacido en Aberystwyth, Gales, Hopper había construido una carrera estable en el NHS británico. Formado en hospitales de Swansea, Bangor y Newport, llegó en 2013 al Royal Cornwall Hospitals NHS Trust, donde trabajó hasta su arresto en 2023.
La paradoja es que, mientras amputaba miembros como parte de su profesión, planeaba en secreto la mutilación de su propio cuerpo. Según el fiscal, Hopper llevaba años obsesionado con la idea de convertirse en amputado, un deseo que describió como una mezcla de “obsesión personal y gratificación sexual”.
La defensa intentó matizar la condena alegando que Hopper había manifestado sentirse en un “cuerpo equivocado” y que deseaba vivir como mujer, aunque el tribunal consideró que ese argumento no justificaba el fraude ni la conducta criminal.
El desenlace judicial
El Servicio de Fiscalía de la Corona confirmó que, más allá de la condena de 32 meses, buscará recuperar los fondos obtenidos fraudulentamente a través de la Ley de Productos del Delito de 2022.
El juez Adkin dictaminó que Hopper deberá cumplir al menos el 40% de la pena en prisión antes de poder solicitar la libertad condicional. También estableció que permanecerá suspendido de la práctica médica, a la espera de una decisión final del consejo de profesionales sanitarios.
El eco mediático
La historia recorrió portales internacionales no solo por el fraude millonario, sino por los componentes perturbadores de autoamputación, pornografía extrema y fetichismo médico.
El episodio fue ampliamente cubierto por medios como BBC, EFE y The Guardian, que resaltaron la mezcla entre codicia y obsesión personal que motivó al cirujano. La cobertura también recordó otros casos de fraude médico, aunque pocos con el nivel de violencia autoinfligida que presentó Hopper.