El presidente de Francia llegó a Vietnam y lo recibieron con un sopapo. En realidad, se lo dio su mujer, Brigitte Macron, antes de bajar del avión. Lo vio todo el mundo y se volvió la imagen viral del día a nivel global.
El presidente Macron intentó una explicación por la cachetada que le dio su esposa al llegar a Vietnam. (Foto: Gentileza Daily mail)
"Estaba discutiendo o más bien bromeando, con mi esposa. No es nada", declaró Emmanuel Macron a la prensa en Vietnam como comentario al sopapo que le dio su mujer en la cabina del avión y que es viral en todo el planeta. Atrás quedó el tibio intento por negar el incidente, que se desvaneció en cuanto las agencias de primer nivel dieron crédito a la imagen y la distribuyeron a nivel global.
Será difícil que este viaje oficial de un presidente galo a Vietnam sea recordado por algún acuerdo o pacto entre ambos gobiernos. Ya se lo conoce como: "la gifle conjugale du professeur" ("el sopapo marital de la profesora") en alusión a que la primera dama fue profesora de Macron, se enamoraron pese a la gran diferencia de edad y se casaron (Brigitte, dejó a su esposo del momento).
La agencia de noticias Reuters, recogió las primeras declaraciones del mandatario, luego del episodio que sorprendió hasta al personal de aeropuerto de Hanoi que estaba allí para abrir la puerta de la aeronave.
Emmanuel Macron fue captado en una escena de aparente violencia conyugal, cuando su esposa Brigitte se lo sacó de encima con un manotazo en el rostro al salir ambos de un avión.
El mandatario intentó poner su mejor cara (en otro sentido, claro), para saludar y comenzar a descender por la escalerilla. Pero Brigitte seguía ofuscada. No aceptó la "invitación" de su esposo para que se tomara del brazo y bajaran juntos, como una pareja feliz de la que siempre presumieron.
La popular frase cae perfecto en este "incidente conyugal en Vietnam". Porque aunque Macron enmarque el cachetazo como que "estaba discutiendo, o más bien, bromeando con mi esposa", las imágenes muestran otra cosa.
Desde que se registró el "primer sopapo", ya que la primera dama se lo dio al primer magistrado de Francia, la prensa no hace más que hablar del tema y mostrarlo. Y de tanto buscar, apareció una imagen muy difícil de explicar. En realidad, es casi imposible de minimizar. Es esta:
Como si fuera una pelea de barrio, aparece Emmanuel Macron con una cara desencajada mientras retrocede y con su brazo izquierdo trata de neutralizar a la ofuscada primera dama. Brigitte no solo tiene sus dos manos sobre la cara de su esposo. Lo empuja hacia atrás y uno de sus dedos de la mano derecha, da la sensación de estar en una fosa nasal presidencial.
El oficial baja la mirada, mientras la mujer que ayudó a la apertura de la puerta ve toda la escena desde una posición privilegiada (para notas exclusivas, sin duda).
Es por eso que lo que declararon algunas personas - que se mantienen en el anonimato - tienen mayor sentido todavía. Los diarios sensacionalistas ingleses se hacen un festival con todo esto (hay una vieja "rivalidad" entre británicos y franceses en muchos aspectos). El mail online cita a uno de los que presenciaron la discusión y cita: "la interacción distaba mucho de ser un momento 'lúdico' o de bromas entre esposos, como Macron y su círculo íntimo habían intentado presentarlo".
"No describiría el gesto que vimos desde el interior del avión como uno de 'juego', como se ha afirmado", dijo el mismo testigo y siguió, para mal del presidente galo: "Empujar a tu pareja en la cara con la mano con tanta fuerza que la cabeza se le inclina hacia un lado y necesita extender una mano para mantener el equilibrio, especialmente con lo que parece un empujón extra al final del contacto, no debería normalizarse llamándolo "divertido" solo para salvar las apariencias".
En otra nota vimos como a Brigitte, el enojo le duró aún en un acto oficial. Su cara tensa, contrastaba con la de los anfitriones, el titular del partido comunista vietnamita y su mujer. Una vez más, las fotos siguen apareciendo y por supuesto, valen más que mil palabras.
Y al bajar por la escalerilla del avión, los pensamientos de Emmanuel Macron no debían ser los mejores. Al menos, eso es lo que se dibuja en su cara.
El mandatario francés tenía toda la apariencia de estar furioso. Por suerte para ambos, el "entorno" hizo que lo que sucedió arriba del avión, quedó - como se dice en Las Vegas - en el avión.
Los medios británicos se mofan del presidente y su mujer, pero al otro lado del canal de la mancha, el incidente se toma en serio. Brigitte debe soportar permanentemente que las malas lenguas pongan en duda si es una mujer. El tema llegó hasta la justicia. Y a propósito de este incidente, el medio "France Soir" acaba de sacar una nota en la que se pregunta por la violencia en la sociedad que va desde el poder hacia abajo.
En un momento del artículo dice: "Más grave aún, ¿este gesto socava la integridad del jefe de Estado? Aunque el Elíseo intentó calmar la situación hablando de un momento de 'descompresión y complicidad', este acto plantea verdaderos interrogantes, sobre todo porque en el mundo de los negocios y del coaching aprendemos a no trasladar nuestros problemas privados al ámbito profesional. ¿No debería ocurrir lo mismo en los niveles más altos de gobierno, donde la solemnidad del cargo exige un comportamiento ejemplar? Esta escena, que oscila entre la violencia y el exceso pers2onal, resuena extrañamente con el tema de este editorial: la institucionalización de la brutalidad en nuestra sociedad.
La pareja presidencial tienen que tener espaldas para todo lo que se les viene. Serán el comentario del mundo entero. Ya lo son. Por eso, de nuevo, la prensa británica, sensacionalista, recordó algo que sucedió la semana pasada en París. Emmanuel y Brigitte participaron juntos de una velada por una causa más que noble. Fueron a una ceremonia para la entrega de premios por el tema... "No al acoso".
Mientras la visita a Vietnam ya está arruinada, le dejamos al matrimonio Macron una sabia recomendación de Francisco, el papa argentino, a las parejas: "Aunque discutan, nunca es bueno irse a dormir enojados". ¿Le harán caso?
