Video impresionante: el momento en que se cumple una venganza esperada durante 20 años
Un asesinato en plena calle. Lo que comenzó como una investigación por una total sensación de impunidad, pronto reveló una trama increíble y siniestra. El asesino planificó el instante en el que saldaría una cuenta pendiente.
Una venganza demoró 20 años en consumarse. (Foto: Captura de TV)
Como si fuera un guion de una película o una novela negra. Una venganza que tardó 20 años en consumarse. Durante 2 décadas, el asesino esperó sin despertar ninguna sospecha sobre su macabro plan. Hasta que pudo llevarlo a cabo. Dos décadas más tarde del asesinato de su hijo, hizo justicia por mano propia, y asesinó al culpable de la muerte del niño.
Un albañil de 46 años recientemente liberado tras pasar 20 años en prisión fue asesinado a balazos en plena calle. El ataque quedó registrado por una cámara de seguridad. Al conocerse la identidad de ambos, la cámara permitió saber quién fue el asesino en la calle, se concentró la policía en una hipótesis propia del cine: una venganza vinculada al crimen que lo llevó a la cárcel.
La víctima había sido condenado por violar y asesinar a un niño de 9 años. Sucedió en el año 2005 y el caso que conmocionó a la región y desató en su momento un intento de linchamiento en la comisaría. Pero pasó el tiempo. Exactamente 20 años. Tras dos décadas en prisión, salió en libertad.
Sin embargo, pocas horas después fue interceptado frente a una posada por dos hombres encapuchados. En las imágenes se ve cómo lo empujan, lo reducen y uno de ellos le dispara repetidas veces mientras el otro da cobertura. Ambos escaparon de inmediato.
La misma cámara que registro ese homicidio con total impunidad permitió hacer las averiguaciones correspondientes en base al rostro tomado de la grabación. Así se llevó al vínculo entre víctima y victimario. La muerte del hijo del asesino de hoy, a manos del condenado que acababa de salir en libertad condicional.
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Un crimen de hace 20 años y la paciente espera para la venganza
El caso que hoy vuelve a estremecer por su derivación tuvo su origen el 28 de octubre de 2005, cuando desapareció Bruno, un nene de 9 años. La familia denunció su ausencia de inmediato y comenzó una intensa búsqueda por toda la ciudad. Diez días después, la verdad salió a la luz con una brutalidad que marcó para siempre a la comunidad: un albañil, entonces de 26 años, había atraído al chico a una casa en construcción, lo había agredido, abusado y finalmente asesinado. Pretendiendo quedar impune, enterró el cuerpo en el mismo predio donde trabajaba.
Pero su perversión fue su perdición. La policía se alertó cuando se produjo otro ataque a un niño, de manera similar al que le costó la vida al pobre Bruno. En su lugar de trabajo encontraron pruebas que lo comprometían, entre ellas bolitas que pertenecían al niño desaparecido. Finalmente, cercado por la policía, confesó el crimen y él mismo llevó a los investigadores al punto exacto donde había enterrado a Bruno. La repercusión fue inmediata: cerca de 500 vecinos se acercaron a la comisaría para intentar lincharlo y tuvo que ser trasladado a otra ciudad para evitar un estallido.
Llevado por seguridad a otra ciudad, en el año 2008 (tres años más tarde) la Justicia lo condenó a 42 años de prisión por homicidio y abuso, y recibió otra pena de 10 años por un atentado al pudor contra otro menor. El caso quedó grabado como uno de los crímenes más atroces de Mato Grosso, Brasil.
La venganza: planeada y esperada pacientemente durante 20 años
Desde la condena, la figura de João Ferreira da Silva (el asesino de Bruno) quedó envuelta en un repudio social permanente. Para muchos vecinos del lugar, la pena, por larga que fuera, nunca alcanzaría para compensar el daño causado. La familia del niño asesinado y parte de la comunidad vivieron estas dos décadas con una herida abierta y con la sensación de que algún día, cuando João recuperara la libertad, algo podría pasar.
Durante su estadía en prisión, Ferreira da Silva pasó por varias unidades penitenciarias, intentó una fuga años atrás y en distintas etapas dijo no recordar si había cometido el crimen, pese a su confesión inicial. Pero lo que preocupaba fuera de los muros era otra cosa: nunca se apagó la idea de que, cuando saliera, podía enfrentarse a quienes nunca superaron la muerte del niño.
En Sinop, la comuna de Mato Grosso en la que asesinaron al niño Bruno, la posibilidad de una venganza fue siempre parte de las conversaciones sobre el caso. No existió un plan oficial ni una organización identificada, pero sí un clima social-alimentado por el horror del crimen original- que sostenía la posibilidad de que alguien tomara justicia por mano propia. Pero eso era para la mayoría de la población, porque en secreto, sí, había un plan para vengar la muerte de Bruno. No tenía plazo, solo un objetivo: eliminar al asesino. Aunque hubiese que esperar. Así, pasaron 20 años, en silencio.
asesino y cómplice
La justicia si es lenta, no es justicia, pero la venganza no tiene caducidad
El albañil fue detenido con 26 años. Lo condenaron a 42 años de prisión. Solo saldría ya con 68 años, en 2050. Sin embargo, uno de sus tantos pedidos para gozar de libertad condicional se lo aceptaron. Este año de 2025, Silveira consiguió dejar el penal, de manera transitoria. Pero no sabía que recuperar la libertad, aunque fuera de manera transitoria, aceleraría la venganza y su final.
La secuencia quedó registrada por una cámara de seguridad, como en una película. Menos de un día después de salir de la cárcel, João Ferreira da Silva caminaba frente a una posada en Sinop. Salió de esa posada y de pronto, dos hombres encapuchados se le acercaron. Actuaron con precisión, rapidez y sin intercambiar palabras. Uno de ellos lo empujó, lo redujo contra la vereda y lo apartó del ingreso a la posada. y el otro abrió fuego a corta distancia. Luego escaparon en segundos.
La policía encontró tres casquillos en la escena y trabaja ahora para identificar a los atacantes, que actuaron como si hubieran estudiado los movimientos de Ferreira da Silva y esperado el momento exacto para interceptarlo. Todo indica un crimen premeditado.
El asesinato no solo reavivó el dolor por la muerte de Bruno dos Santos, sino que también alimentó la hipótesis que dominó el caso desde hace dos décadas: la de una venganza ejecutada por alguien que jamás olvidó el horror de 2005 y que esperó, pacientemente, la salida del condenado para ajustar cuentas.