Frente al asalto, el policía reaccionó extrayendo su arma reglamentaria y abrió fuego. Disparó once veces. Como resultado de esa ráfaga, uno de los asaltantes, Brandon Corpus Antelo, de 18 años, recibió un disparo en el cuello y murió en el lugar. Otros dos, Uriel Alexis Montenovo y Uriel Emanuel Leiva, ambos de 21 años, resultaron heridos: uno con una herida en la pierna y el otro con un balazo en el abdomen, y se encuentra grave. Thiago, que estaba a unos 180 metros, recibió un impacto fatal en la cabeza.
En paralelo, la situación judicial del agente Fajardo quedó comprometida. El fiscal Rulli, de la UFI de Homicidios de La Matanza, lo imputó por homicidio simple con dolo eventual. Optó por esta figura legal —que contempla penas de entre 8 y 25 años de prisión— al considerar que el agente, al disparar en un lugar abierto y en horario nocturno pero aún transitado, asumió el riesgo de provocar un desenlace letal.
Además, Rulli también le imputó el exceso en la legítima defensa en relación al homicidio de uno de los ladrones. La hipótesis que sostiene la fiscalía es que el efectivo pudo prever que sus disparos podían tener consecuencias mortales para terceros ajenos al hecho, y aún así decidió continuar con la secuencia.