La vida de Myriam no fue sencilla. Tras quedar viuda, enfrentó una etapa de profunda tristeza, pero con el tiempo logró reconstruirse poco a poco. Comenzó a trabajar limpiando casas de familia y oficinas, con lo cual pudo sostenerse económicamente y darse algunos pequeños gustos. Invertía la mayor parte de su sueldo en realizar viajes cortos con amigas, una forma de reencontrarse con la vida después del dolor. Quienes la conocían la describen como una mujer alegre, solidaria y siempre dispuesta a dar una mano.
Por su parte, Mariana Bustos, la hija menor, era recordada como una joven inquieta, trabajadora y llena de proyectos. Había pasado por diferentes empleos, entre ellos en una estación de servicio, y al quedarse sin trabajo decidió reinventarse. Comenzó a cocinar viandas para vender, actividad que realizaba desde la casa que compartía con su madre. Con cada pequeño ingreso, iba comprando muebles y objetos con la intención de independizarse o mudarse junto a su novio. “Una chica con inquietudes, que no se quedaba de brazos cruzados”, recordó Leandro.
Además de su espíritu emprendedor, Mariana tenía una gran pasión por el deporte. Jugaba al hockey en el club Palihue, donde era reconocida por su talento y determinación. Según su hermano, era una “chica competitiva, ganadora, no le gustaba ni siquiera empatar”. Ese carácter la llevó a integrar la selección femenina de Bahía Blanca, un logro que la llenó de orgullo. Sin embargo, con el paso del tiempo debió dejar el deporte de alto rendimiento para abocarse a sus estudios en la carrera de instrumentadora quirúrgica y a sus responsabilidades laborales. Sus compañeras de equipo la recuerdan como una persona intensa, solidaria y apasionada por lo que hacía.
El doble femicidio generó un fuerte impacto en la sociedad bahiense. Vecinos del barrio Thompson organizaron marchas espontáneas y velas en la puerta de la vivienda incendiada, reclamando justicia y mayor seguridad. “Esto no puede quedar así”, repetían entre lágrimas. Las autoridades policiales confirmaron que trabajan con múltiples líneas de investigación, aunque por el momento no hay detenidos. Se analizan cámaras de seguridad de la zona, testimonios de vecinos y las pericias realizadas por bomberos y criminalística.
Según trascendió, el incendio fue provocado con acelerantes, lo que apunta a una planificación previa y no a un hecho impulsivo. Las autopsias serán clave para determinar si madre e hija fueron asesinadas antes de que se desatara el fuego o si alguna de ellas aún estaba con vida al momento del siniestro. Los investigadores esperan resultados que permitan esclarecer con precisión la secuencia de los hechos.
La historia de Myriam y Mariana se entrelaza con la de tantas otras mujeres víctimas de femicidio en Argentina, donde la violencia de género sigue siendo una problemática alarmante. Solo en lo que va del año, organizaciones feministas contabilizan decenas de casos similares en todo el país. Cada nombre es una historia, un proyecto truncado, una familia destrozada.
En este contexto, la comunidad de Bahía Blanca exige respuestas rápidas y contundentes. El fiscal a cargo de la investigación señaló que se está trabajando de manera intensiva, con la colaboración de diferentes unidades especializadas, para identificar a los responsables. Se espera que en las próximas horas se tomen nuevas declaraciones y que se avance sobre sospechosos que ya fueron mencionados en el expediente.
Leandro Bustos, en tanto, intenta sobrellevar la pérdida rodeado de su familia y amigos. “Es muy difícil explicar lo que se siente. Mi mamá era una mujer increíble, y mi hermana tenía toda una vida por delante. No merecían esto”, expresó. Sus palabras condensan el dolor de quienes pierden a seres queridos en circunstancias tan violentas como inexplicables.
La investigación avanza, pero el impacto social y emocional de este crimen ya es profundo. Bahía Blanca se moviliza, no solo por justicia, sino también por un cambio estructural que permita evitar que hechos así sigan ocurriendo. Las marchas que comenzaron en el barrio Thompson se extendieron a diferentes puntos de la ciudad. Con pancartas y velas, cientos de personas caminaron en silencio en memoria de Myriam y Mariana, recordándolas no como víctimas, sino como mujeres valientes, trabajadoras y queridas.
El caso pone nuevamente sobre la mesa la necesidad de políticas públicas efectivas para prevenir la violencia de género, un reclamo que se repite en cada crimen de estas características. Vecinas y vecinas del barrio, visiblemente conmovidos, aseguraron que la relación entre madre e hija era cercana, afectuosa y basada en el apoyo mutuo. “Siempre estaban juntas, eran inseparables”, dijo una vecina que las conocía desde hacía años. Esa imagen de unidad familiar contrasta con la brutalidad del final que tuvieron.
A medida que pasan los días, surgen nuevas hipótesis. Se analiza la posibilidad de que alguien cercano a las víctimas hubiera ingresado a la vivienda en horas de la noche, aprovechando que ambas estaban descansando. No se descarta ninguna línea de investigación, incluyendo móviles económicos o personales. La vivienda quedó completamente destruida, pero los peritos trabajan para recuperar todo rastro posible que permita reconstruir lo ocurrido.
Mientras tanto, Bahía Blanca acompaña a la familia Bustos-Velázquez en este duelo. Las redes sociales se llenaron de mensajes de condolencia, fotos y recuerdos compartidos. Excompañeras de Mariana en el club Palihue expresaron su dolor con publicaciones en las que la recuerdan con la camiseta puesta, festejando goles o alentando desde la línea. Amigas de Myriam destacaron su fortaleza y generosidad. “Era de esas personas que siempre tenían una sonrisa para darte, incluso en los días difíciles”, escribió una de ellas.
El doble femicidio de Myriam y Mariana no es un caso más. Es una herida abierta en el corazón de Bahía Blanca, que espera justicia. Las autoridades insisten en que habrá avances en la investigación, mientras la comunidad se mantiene vigilante y movilizada. El barrio Thompson, antes tranquilo y familiar, hoy es sinónimo de dolor y de lucha.