La madre de Morena, Sabrina del Castillo, también había planteado esa hipótesis en su declaración ante el fiscal. “Lara tenía los dedos cortados, y por lo que averigüé esa es una modalidad narco, un castigo por tocar algo que no debía”, afirmó.
Los detalles de una noche del horror
Celeste relató que la noche del viernes 19 de septiembre “Pequeño J” llegó a su casa de Florencio Varela a bordo de una Chevrolet Tracker blanca, acompañado por Sotacuro y otro hombre “de tez blanca, canoso y con una pistola Glock en la mano”.
“Las chicas bajaron sonrientes. Se las veía engañadas, creían que venían a una fiesta”, recordó. Horas después, cuando volvió a su domicilio, vio a su pareja Miguel Villanueva con una mano ensangrentada. “Me dijo que una de las chicas quiso escapar, que agarró un destornillador y un vidrio y la mató. Como seguía viva, fue a buscar un hierro y le aplastó la cara”, declaró ante la Justicia.
La mujer sostuvo que Villanueva le contó que "él le dijo a Lara que si le hacía el amor rico al sujeto que tenía un arma Glock, a lo mejor vivía. Miguel me dijo que ese hombre le dijo a Lara que se iba a morir igual, pero no iba a sufrir como las otras".
"También me contó que la asfixió y que él le puso la pierna en el estómago para matarla más rápido", relató la mujer.
El testimonio continúa con una descripción que hiela la sangre: “Miguel me dijo que a Brenda la mataron primero, luego a Morena y por último a Lara. Mencionó que a la que le cortaron los dedos estaban jodiendo con que uno de sus falanges se lo comió su perro Pantera”.
Una escena de sadismo y limpieza del crimen
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De acuerdo con la declaración, tras los asesinatos los implicados limpiaron la escena y quemaron evidencia. “Fui al kiosco con Miguel, compramos lavandina, guantes, agua oxigenada y artículos de limpieza. Después llenamos bidones de nafta en una estación de servicio”, relató.
Según la fiscalía, esos productos fueron hallados durante los peritajes en la casa de Río Jáchal y Chañar, en el barrio Villa Vatteone, donde los cuerpos fueron enterrados.
Celeste sostuvo que esa misma madrugada cargaron colchones y sábanas en la camioneta blanca y luego las quemaron dentro del vehículo.
“El martes 23 me enteré de que los cuerpos estaban enterrados. Me lo contó Ozorio”, confesó.
La transmisión del crimen y los rangos de la banda
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Otro dato impactante que aportó la detenida fue que el triple femicidio habría sido transmitido en vivo. Según dijo, “Pequeño J” realizó una videollamada a dos miembros superiores de la organización, conocidos como “Papá” y “Lima”.
“Les mostraban cómo las mataban. Creo que fue a la primera. Ellos estaban en José C. Paz y usaban una aplicación llamada Zangi”, detalló.
La declaración de González Guerrero permitió reconstruir la estructura jerárquica de la organización narco:
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“Abuelo”, el productor de la droga.
“Papá”, el encargado de bajar toneladas desde el exterior.
“Tíos” y “Pequeños”, como “Julio” (Pequeño J), que manejaba entre 7 y 10 kilos.
“Bebés” o “Nulos”, los vendedores de calle.
“‘Duro’ estaba por encima de Julio, era quien le daba las órdenes. Miguel estaba por debajo y lo hizo gratis, por lealtad”, afirmó.
Además, señaló que tres hombres peruanos estaban presentes durante los asesinatos, todos con guantes de látex blancos. Uno de ellos fue identificado como David Gustavo Huamaní Morales (36), “El Loco David” o “El Tarta”, y otro como Manuel David Valverde Rodríguez, tío de “Pequeño J”.
“Me tenían amenazada”
Celeste Magalí González Guerrero
En la parte final de su declaración, Celeste aseguró que vivía bajo amenazas de su pareja. “Hasta ayer yo estaba amenazada por Miguel. Me decía que si lo traicionaba, me iba a matar”.
También buscó desligar de los crímenes a dos de los primeros detenidos, Iara Ibarra y Maximiliano Parra, sorprendidos por la Policía mientras lavaban el piso de la casa. “No tienen nada que ver. Los mandaron a limpiar para borrar pruebas”, aseguró.
El avance de la causa
El fiscal Adrián Arribas confirmó que los nuevos datos “arrojan luz sobre lo que ya se venía investigando”. Además, reveló que ordenó 20 allanamientos en el barrio porteño de Flores para intentar recuperar los celulares de las víctimas, que según Celeste, se llevaron los hombres de guantes de látex.
El funcionario no descartó pedir que la causa pase al fuero federal por el vínculo directo con el narcotráfico internacional. “Estamos frente a una red compleja, con conexiones fuera del país”, explicó.
Mientras tanto, la Policía Federal trabaja en la apertura de los teléfonos de los primeros siete detenidos, entre ellos Matías Agustín Ozorio y Tony Janzen Valverde Victoriano, alias “Pequeño J”, quienes fueron capturados en Perú junto con otros implicados.
La investigación avanza con el objetivo de reconstruir cada paso de una trama macabra donde la violencia narco, la traición y el dinero confluyeron en una de las historias criminales más impactantes del año.