La transmisión en vivo: “Así le va a quien me roba”
De acuerdo con la investigación, el jefe narco peruano que comandaba la banda convocó a sus subordinados a conectarse a una transmisión en vivo en una red social.
La orden fue clara: mostrar cómo se castigaba a quienes se atrevían a robarle droga. Una de las víctimas, según la hipótesis, había participado del robo de cinco kilos de cocaína.
La escena fue macabra: “Así le va a quien me roba”, habría dicho el jefe mientras las jóvenes eran torturadas. Lara fue la que sufrió mayor ensañamiento, le cortaron los cinco dedos de la mano izquierda y una oreja antes de degollarla.
A Brenda la golpearon, le aplicaron puntazos y le quebraron el cuello. Morena recibió un destino similar: fue brutalmente golpeada en el rostro y luego asesinada de un puntazo y un golpe que le aplastó la cabeza.
El análisis de livideces, fauna cadavérica y temperatura corporal determinó que las muertes ocurrieron entre 90 y 96 horas antes del hallazgo, es decir, durante la madrugada del 20 de septiembre, unas horas después de haber sido vistas con vida en La Tablada.
El video, según los investigadores, no solo circuló en la red social usada por la banda, sino también entre grupos internos de la organización, como un recordatorio del destino que esperaba a quienes traicionaran al jefe.
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La investigación apuntó desde un principio a la hipótesis de una emboscada preparada por una banda narco. (Foto: archivo)
El hallazgo de los cuerpos en Florencio Varela
Cuatro días después de la desaparición, el martes 23 de septiembre, la policía bonaerense halló los cuerpos descuartizados y enterrados en una vivienda de Jáchal y Chañar, en Florencio Varela.
El lugar pertenecía a una mujer que había sido detenida horas antes en la misma localidad. Ella misma admitió que alquilaba la casa a tres sospechosos peruanos, vinculados al narco. Fue clave en la investigación porque aportó la hipótesis de la venganza por el robo de cocaína.
La vivienda estaba adaptada para esconder a las víctimas y, luego, ocultar los cuerpos. Allí trabajaron durante más de 12 horas equipos de peritos, forenses y efectivos de la Drogas Ilícitas.
La hipótesis del ajuste de cuentas narco
El móvil quedó rápidamente delineado: un ajuste de cuentas por el robo de droga. Según declaró la mujer detenida, los tres peruanos que alquilaban su casa en Florencio Varela habían secuestrado y asesinado a las jóvenes porque una de ellas había participado en el robo de cinco kilos de cocaína.
Ese cargamento, según las pistas recolectadas, pertenecía a un jefe narco con base en la villa 1-11-14, que ordenó el triple crimen como mensaje ejemplificador.
La transmisión en vivo fue la pieza que terminó de cerrar la hipótesis: el crimen no fue solo venganza, fue también propaganda interna, un modo de disciplinar a los subordinados.
No es la primera vez que las organizaciones narco utilizan las redes sociales como herramienta de control interno. Tres años atrás, otra banda transmitió cómo le cortaban los dedos al encargado de un búnker en la villa Sarmiento, en San Martín, acusado de haberse quedado con dinero de la recaudación.
El triple crimen de Lara, Brenda y Morena confirma una tendencia: la narcocriminalidad no solo mata, también busca visibilizar sus castigos como herramienta de disciplinamiento.