Sin embargo, mientras la comunidad intentaba procesar la tragedia, comenzó a resurgir un dato que cambió por completo la percepción del hecho. Un video de YouTube, publicado tiempo atrás por un vecino de Mar del Plata, mostraba con evidencia lapidaria el deterioro del mirador desde el cual cayó la periodista. En la grabación se observaban barandas carcomidas, escalones irregulares y grietas profundas en la plataforma principal, acompañadas de un testimonio directo: el autor del video alertaba que el lugar era “un accidente esperando a ocurrir”. Aquella advertencia, que en su momento apenas había circulado entre usuarios de la zona, cobró una dimensión dramática tras la muerte de Leticia.
La existencia de ese video transformó la conmoción en indignación. Muchos vecinos se preguntaron cómo era posible que un área tan transitada por turistas y locales hubiera permanecido sin controles ni intervenciones del Estado provincial o municipal. No era la primera vez que el abandono costero generaba alarma, pero pocas veces la falta de mantenimiento había derivado en una muerte tan absurda como evitable.
Testimonios de residentes cercanos a las Barrancas de Los Lobos confirmaron que el deterioro no era nuevo. “La tragedia pudo evitarse. Ese mirador venía pidiendo obras hace años”, señaló un vecino que había denunciado en más de una ocasión la falta de señalización adecuada y la erosión en la estructura. Otros insistieron en que el lugar había sido escenario de múltiples advertencias públicas, tanto en redes como en medios locales. Aun así, nadie había tomado medidas contundentes.
La fiscalía a cargo del caso, encabezada por Carlos Russo, de la UFI N.º 7 de Mar del Plata, caratuló inicialmente la investigación como muerte accidental. Sin embargo, la aparición del video y la viralización de fotografías recientes del lugar motivaron que se incorporaran evaluaciones técnicas sobre las condiciones estructurales del mirador. El área quedó también bajo supervisión de la Subcomisaría Los Acantilados, que realizó las pericias preliminares en el sitio.
El clima en Tres Arroyos, mientras tanto, era desolador. La familia de Leticia es muy conocida en la ciudad, especialmente por la figura de su padre, quien fue dueño durante décadas de la tradicional “Casa Evaristo”, un punto comercial emblemático para varias generaciones. Excompañeros de estudio del Colegio Holandés compartieron recuerdos y mensajes conmovedores. Uno de ellos escribió: “Leti siempre estaba sonriendo, siempre tenía una palabra buena para todos”.
En lo profesional, la periodista había construido un camino en ascenso. Graduada de la Universidad Nacional de La Plata, supo combinar la sensibilidad narrativa con un alto nivel de compromiso social. En 2020 se integró al equipo de La Voz del Pueblo, donde se destacó por contar historias cercanas, humanas, y por su mirada respetuosa sobre los dramas cotidianos de la región. Más tarde, su incorporación a la consultora Onlera le permitió desarrollar otro costado de su vocación: la comunicación digital estratégica, un terreno en el que brilló con creatividad e innovación.
Horas antes del accidente, Leticia había tenido un rol central en el Onlera Summit, un evento de alto perfil organizado en Mar del Plata. Sus colegas destacaron que estaba llena de ideas, motivada y con proyectos que se extendían hacia 2026. “Nadie puede creerlo. Tenía un futuro enorme por delante. Era de esas personas que transformaban todo lo que tocaban”, expresó uno de los asistentes al encuentro.
Pero la discusión pública ya había tomado otra dirección. El eje de la indignación se centraba en que existía una advertencia registrada, publicada y disponible para cualquiera que quisiera verla: un video que mostraba de manera explícita los riesgos estructurales del acantilado. En los comentarios del material —que volvió a llenarse de interacciones después del accidente— varios usuarios habían señalado su temor al visitar el mirador y habían mencionado movimientos perceptibles en la base y falta de barandas en sectores clave. Lo que en su momento había parecido una queja más se convirtió, tras la tragedia, en la prueba evidente de un peligro que había sido desoído.
La circulación masiva del video reactivó el debate sobre el abandono de las zonas costeras bonaerenses. Organizaciones ambientales recordaron que la erosión marina en los acantilados de ese tramo de la ruta 11 avanza desde hace años sin que existan planes robustos de contención. Especialistas en geología señalaron que el área requiere monitoreos periódicos, medidas de preservación y controles de seguridad estructural constantes, sobre todo en espacios que se promocionan como miradores turísticos.
También se criticó la falta de señalizaciones visibles que advirtieran sobre la inestabilidad del terreno. Algunos visitantes frecuentes aseguraron que había carteles desgastados, pero insuficientes, y que en épocas de mayor afluencia de turistas suelen verse personas muy cerca del borde sin supervisión alguna.
La muerte de Leticia Lembi reveló una cadena de omisiones preocupantes: un lugar deteriorado, un video que denunciaba el peligro, la ausencia de medidas concretas y el posterior desenlace fatal. Para su familia y para toda la comunidad de Tres Arroyos, el dolor se entrelaza ahora con una necesidad de justicia simbólica: que la tragedia no quede en el olvido y que se tomen decisiones para evitar que algo así vuelva a repetirse.
Mientras avanza la investigación judicial, el video continúa acumulando reproducciones y comentarios. Muchos lo consideran hoy un documento revelador sobre el estado de abandono de un área que debería ser de acceso seguro. Otros lo ven como el testimonio de una advertencia que no fue escuchada y que terminó anticipando, con cruel precisión, una tragedia que podría haberse prevenido.
Embed - Entrada a escalera de barranca de los lobosPrecaución ¡No recomendable para niños!