Hasta el momento, ocho personas fueron detenidas en territorio argentino y una más permanece arrestada en Perú, en el marco de un pedido de extradición. Los detenidos son Daniela Ibarra (19), Maximiliano Andrés Parra (18), Celeste González Guerrero (28), Miguel Ángel Villanueva Silva (25), Iván Giménez (28), Víctor Lázaro Sotacuro (41), Florencia Ibáñez (20) y Matías Ozorio (28). A ellos se suma Tony Janzen Valverde Victoriano, conocido como “Pequeño J”, de 20 años, quien fue capturado en Perú y espera ser trasladado a la Argentina, un trámite que podría demorar varios meses debido a los procedimientos internacionales de extradición.
Los investigadores trabajan intensamente sobre una hipótesis que, aunque todavía no está confirmada, parece ganar cada vez más fuerza: las tres jóvenes habrían sido víctimas de una venganza ligada a una disputa narco, posiblemente vinculada al robo de cocaína. De comprobarse este móvil, la causa podría pasar al fuero federal, ya que excedería el marco de un homicidio común para adentrarse en los delitos vinculados al tráfico de estupefacientes y crimen organizado.
Las víctimas, Brenda del Castillo, Morena Verdi y Lara Gutiérrez, tenían entre 19 y 22 años. Según reconstruyeron las autoridades, las tres jóvenes habían ido hasta la vivienda de Florencio Varela el día del crimen, aparentemente convocadas por conocidos del ambiente que les habrían prometido trabajo o un encuentro casual. Sin embargo, lo que ocurrió allí fue una emboscada que terminó en tragedia.
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Los primeros informes forenses revelaron que las víctimas fueron golpeadas, sometidas y finalmente asesinadas con armas blancas. Los cuerpos fueron hallados días después en diferentes puntos del conurbano bonaerense, lo que refuerza la hipótesis de que hubo una planificación previa para ocultar los cadáveres y entorpecer la investigación.
Desde el inicio, la Policía de la Provincia de Buenos Aires y la DDI de Quilmes desplegaron un operativo que incluyó más de 40 allanamientos, interceptaciones telefónicas y análisis de cámaras de seguridad. Sin embargo, fue el hallazgo de nuevas pruebas digitales lo que podría cambiar el rumbo de la causa. Los peritos aún esperan los resultados de las pericias sobre los teléfonos celulares de los acusados, dispositivos que fueron secuestrados durante los allanamientos y que podrían aportar información clave sobre los roles de cada uno en la secuencia delictiva.
Según fuentes judiciales, el contenido de los mensajes, las llamadas y los movimientos geográficos de los aparatos podrían permitir reconstruir el minuto a minuto de los hechos. Los investigadores no descartan que en esos teléfonos haya evidencia de contactos previos con bandas dedicadas al narcotráfico, lo que explicaría la ferocidad con la que se ejecutó el triple homicidio.
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El entorno de las víctimas aún no logra reponerse del dolor. Familiares y amigos de Brenda, Morena y Lara realizaron en los últimos días una nueva marcha en reclamo de justicia, frente a los Tribunales de Quilmes. “No queremos que esto quede impune. Nuestras hijas eran chicas buenas, no se merecían ese final”, expresó entre lágrimas la madre de una de las jóvenes. Los vecinos, que acompañaron con velas y carteles, reclamaron mayor presencia del Estado y que la Justicia avance sin demoras.
Mientras tanto, el fiscal Arribas mantiene una postura prudente. En declaraciones recientes, aseguró que la investigación “está avanzando con firmeza”, pero admitió que faltan elementos determinantes para esclarecer completamente el móvil y las responsabilidades individuales. También reconoció que la participación de “Pequeño J” en Perú podría ser más relevante de lo que se creía. Se sospecha que este joven habría tenido un rol clave en la organización y ejecución del crimen, posiblemente como enlace con grupos narcos de la región.
Fuentes judiciales detallaron que la extradición de Valverde Victoriano está en curso, aunque el proceso depende de la coordinación entre la Cancillería argentina y el Ministerio de Justicia del Perú. De concretarse, el acusado sería trasladado directamente a Buenos Aires, donde lo esperaría una declaración indagatoria ante el fiscal Arribas.
El caso del triple crimen de Florencio Varela no solo conmociona por su brutalidad, sino también porque expone las ramificaciones del narcotráfico en zonas vulnerables del conurbano. Las autoridades sospechan que detrás del asesinato habría una disputa interna por el control de puntos de venta de droga. Según esta línea de investigación, una cantidad de cocaína habría sido robada y las jóvenes —quizás sin saberlo— habrían estado involucradas o habrían sido utilizadas como señuelo.
Las pericias químicas realizadas en la vivienda donde ocurrieron los asesinatos detectaron restos de sustancias ilícitas en varias superficies, lo que refuerza la conexión con el narcotráfico. Además, uno de los detenidos, Miguel Ángel Villanueva Silva, tiene antecedentes por delitos vinculados al comercio de drogas, lo que complica aún más su situación procesal.
La expectativa ahora está puesta en las próximas decisiones del fiscal Arribas. De su pedido de prisión preventiva y de la evaluación del juez Pinos Guevara dependerá el futuro inmediato de los imputados. Si se confirman las sospechas de que el crimen tuvo un trasfondo narco, el caso podría ser transferido a la Justicia Federal, ampliando el alcance de la investigación e implicando a otras personas aún no identificadas.
Mientras tanto, las familias de las víctimas solo esperan una cosa: verdad y justicia. A un mes del crimen, el dolor no cesa, pero la esperanza de que los culpables paguen por lo que hicieron sigue intacta. “No queremos venganza, solo que se sepa toda la verdad”, repiten los allegados cada vez que los micrófonos se encienden frente a ellos.
El triple crimen de Florencio Varela dejó al descubierto una trama compleja, donde la violencia, la impunidad y el narcotráfico se entrelazan en un mismo escenario. Las nuevas imágenes difundidas por la Policía son un recordatorio brutal de lo que ocurrió puertas adentro de aquella casa que, ahora, se convirtió en el epicentro de una investigación que promete seguir dando que hablar.
La sociedad, conmovida y expectante, aguarda las próximas novedades. Porque más allá de los nombres y de las causas judiciales, detrás de cada expediente hay tres vidas truncadas: las de Brenda, Morena y Lara, tres jóvenes que soñaban con un futuro que les fue arrebatado con una crueldad difícil de entender.
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