“Nos cruzaron el auto de golpe, nos apuntaron y empezamos a gritar que había una nena atrás. Les rogamos que nos dejaran bajarla. Uno de ellos escondió el arma detrás de la espalda y abrió la puerta para que ella saliera”, relató Julieta, la madre, en diálogo con los medios.
Mientras tanto, el padre fue golpeado y terminó con la muñeca izquierda fracturada luego de forcejear con uno de los ladrones que intentó darle un culatazo.
La imagen que estremeció a todos
Asalto Tres de Febrero 2
El estremecedor video de una nena con un globo y las manos en alto en medio de un asalto en Tres de Febrero. (Foto: captura de video)
La escena que más impactó fue la de la nena: descendió lentamente del asiento trasero con un globo en una mano y los brazos levantados, en señal de rendición.
“Ella tuvo una templanza increíble. Nos dijo: ‘Estoy bien, estamos bien’. Lamentablemente la entrenamos para esto, para que en caso de un robo baje rápido, entregue todo y no se resista. Nunca pensé que iba a tener que usar ese aprendizaje con apenas 9 años”, contó Julieta con la voz entrecortada.
El video muestra cómo la pequeña camina despacio mientras los delincuentes amenazan a sus padres. Es un instante que refleja la naturalización de la violencia en la vida cotidiana de miles de familias del conurbano.
El raid delictivo: no era el primer robo de la noche
Lo ocurrido con esta familia no fue un hecho aislado. De acuerdo con fuentes policiales, los ladrones ya habían cometido al menos cinco robos de autos esa misma noche. Tras cada asalto, abandonaban el vehículo y buscaban una nueva víctima.
“Era el sexto auto que se llevaban. Venían de un raid delictivo. No les importó que la cámara registrara todo ni que la nena estuviera allí. No hay límites”, explicó un investigador del caso.
Luego de subirse al Toyota robado y avanzar apenas unos metros, los ladrones frenaron. Uno de ellos bajó y regresó hacia la familia. Les sacaron una cartera y un celular que pertenecía a la nena.
“Ya nos habían reducido, ya se habían llevado el auto, pero igual volvieron. Fue una pesadilla interminable”, describió Diego, el padre, quien aún lleva un yeso por la fractura en la muñeca.
El auto apareció desvalijado en Fuerte Apache
Horas más tarde, el Toyota Corolla fue hallado en el complejo Ejército de los Andes, conocido como Fuerte Apache. Estaba completamente desvalijado: sin batería, estéreo, rueda de auxilio ni herramientas. Además, presentaba abolladuras, rayones y un farol roto.
La familia denunció también el robo de tres celulares, documentación personal y tarjetas bancarias.
El golpe económico: vaciaron la billetera virtual
Como si no alcanzara con la violencia física y emocional, los delincuentes lograron acceder a una de las cuentas virtuales de la familia y realizaron compras por 800 mil pesos.
“Nos robaron a las 3:40. A las 3:51 intenté bloquear las cuentas desde el celular de una vecina. Pero a las 4:35 y 4:38 ya habían hecho compras con la tarjeta física de Mercado Pago”, explicó Julieta.
Aunque luego la familia pudo recuperar el dinero mediante gestiones con la empresa, el daño psicológico permanece.
“Estamos entrenados para sobrevivir”
El testimonio de la madre puso en palabras una realidad que muchos prefieren no admitir: las familias se preparan para sobrevivir a los robos.
“Les enseñamos a nuestros hijos a que, si los apuntan, entreguen todo y bajen rápido del auto. Es una locura, pero es la única forma de sobrevivir. Lo más importante es que no les hagan nada. Esa es nuestra vida hoy”, confesó Julieta.
Vecinos en alerta y bronca por la impunidad
Vecinos de la zona aseguran que la banda estaría identificada, pero que no pueden ser detenidos porque algunos son menores de edad.
“Ya robaron varias veces en el barrio. Siempre la misma mecánica, siempre con armas. Y cuando los agarran, salen al día siguiente”, se lamentó una vecina.
El caso reavivó el debate sobre la responsabilidad penal juvenil y la creciente participación de adolescentes en hechos de extrema violencia.
Una herida que no cierra
Para la familia, el robo dejó una huella imborrable. “No sé si algún día nos vamos a recuperar. Tal vez nunca. Lo vamos a recordar siempre”, dijo Julieta.
El padre, por su parte, reflexionó: “Lo material se recupera, pero el miedo queda. Ver a tu hija bajar con las manos en alto como si fuera una adulta en medio de un asalto es lo más doloroso que me pasó en la vida”.