Ellos tres fueron quienes durante gran parte del año plantearon una postura de menor negociación con el oficialismo. “Salieron a jugar fuerte desde el minuto cero”, sostuvo con el diario del lunes uno de los funcionarios más cercanos al alcalde porteño.
Cuando comenzaban a aparecer las primeras disputas por el liderazgo dentro de la coalición opositora, la pandemia del coronavirus azotó a la Argentina. En un principio hubo un acuerdo no escrito entre todos los miembros de Juntos por el Cambio de apoyar la cercanía que mostraba Rodríguez Larreta con el presidente Alberto Fernández y con Axel Kicillof.
Lejos habían quedado los primeros cruces entre los equipos de Nación y de Ciudad por la quita de la coparticipación. Sin embargo ese tenso equilibrio comenzó a romperse a medida que se extendía la cuarentena. “Ojo con el Gobierno que van a ir por vos”, le repitió hasta el cansancio Macri al alcalde porteño.
La estrategia de “moderación” de Rodríguez Larreta significó también postergar aperturas y soportar críticas de parte de funcionarios del oficialismo, especialmente de la provincia de Buenos Aires, por la forma en la que administraba la pandemia en la Ciudad.
Cuando, después de tensar mucho la cuerda, parecía que se avanzaba hacia una reconciliación, en septiembre Fernández decidió la quita de más de un punto de coparticipación que recibe la Ciudad para trasladarlo a la administración bonaerense para que pague el aumento a la policía y terminar así con el conflicto que había escalado mucho más de lo que quería Fernández.
El “te lo dije” de Macri llegó en un raid mediático en donde buscó, a su modo, conciliar. Mientras tanto, Rodríguez Larreta estaba más convencido de empezar a tirarle algunos dardos a Nación. El primero fue la decisión de la ministra de Educación, Soledad Acuña, de regresar de forma gradual a las clases presenciales.
La medida contrastó con los planes de su par nacional, Nicolás Trotta, que recibió los reproches por parte del presidente y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner por cómo manejó el conflicto.
Luego, ante el recorte de fondos y el ajuste que tuvo que encarar, el ministro de Hacienda y Finanzas de la Ciudad, Martín Mura, dispuso que las Leliq y los pases pierdan la exención al impuesto de los Ingresos Brutos.
Cuando el Congreso aprobó la segunda poda en la coparticipación que recibe la Ciudad, volvió a retocar ese gravamen; lo aumentó de 7% a 8% lo que terminó de desatar la furia del titular de Economía, Martin Guzmán, y del presidente del Banco Central, Miguel Ángel Pesce, que fueron a la Corte Suprema con el reclamo.
Cuando el año estaba por terminarse, Macri y Rodríguez Larreta firmaron la paz. Cada uno entendió que había cuestiones en la que el otro tenia razón. “Ser moderado no quiere decir ir siempre por el centro”, repiten los dos desde el último encuentro que tuvieron junto a otros referentes el PRO.