La Jungla del Poder

El Gobierno y el peronismo juegan todo a la polarización en la semana más caliente para la gestión Milei

Ante la falta de respuestas económicas, el Gobierno apela a la grieta para cerrar adhesiones entre sus simpatizantes. El peronismo se reubica como principal actor opositor. ¿Queda algo en el medio?
Pablo Winokur
por Pablo Winokur |
El Gobierno y el peronismo juegan todo a la polarización en la semana más caliente para la gestión Milei

La semana que pasó fue la más difícil para el Gobierno desde que asumió Javier Milei. Con una economía con serias dificultades, se trabó la Ley Ómnibus, se detonó la incipiente alianza con los gobernadores, se enfrentó a un paro general y quedó expuesta la fractura total en el Gabinete. Recién hacia el fin de semana, con el anuncio de que se retira el capítulo económico de la Ley "Bases", se descomprimió un poco la tensión.

Frente a una gestión que no termina de arrancar, el Gobierno apeló a un viejo manual de supervivencia política: reflotar la grieta. De un lado, Moyano, Daer, los líderes sindicales, Kicillof; del otro, Bullrich, Adorni, Milei.

El Presidente dijo en su discurso de asunción que no iba a gobernar mirando el espejo retrovisor. Pero la realidad se impuso. La ley ómnibus se convirtió en “ley combi” y ahora el Gobierno apela a la grieta para tratar de salvar su proyecto político: de un lado, nosotros, las fuerzas del cielo; del otro, la casta, el tren fantasma.

La imagen de Moyano, Daer, Kicillof, Máximo Kirchner, todos juntos otra vez, le vino bárbaro al Ejecutivo. Ahora, la estrategia es decir que todos los demás -gobernadores, Juntos por el Cambio, socialistas, cordobeses…- son parte de ese “tren fantasma”. Una idea que puede dar algún rédito político.

El Gobierno insiste en que no aceptará más cambios después de eliminar el capítulo económico y culpa a los mandatarios provinciales (peronistas o no peronistas) de las posibles consecuencias de la no aprobación de la ley. Dice que los ajustes serán feroces. Esos gobernadores no peronistas tienen que elegir de qué lado están. Y no será fácil.

Hubo más amenazas por parte del Gobierno: desde la frase de Milei de "los voy a dejar sin un peso" hasta la advertencia del vocero presidencial, quien esta semana anunció que crearían una nueva unidad de investigación para evaluar los crecimientos patrimoniales de los funcionarios públicos, incluyendo diputados, senadores y gobernadores. Es una estrategia que ya intentó -sin éxito- Mauricio Macri. De un lado, los buenos; del otro, los chorros.

El Gobierno empieza a entender que la economía no va a acompañar hasta dentro de mucho tiempo. Si no hay pan, tiene que haber circo. Si no hay plata, que haya grieta.

JAVIER MILEI.jpg
Milei apela a la grieta para tratar de salvar su proyecto político: de un lado, nosotros, las fuerzas del cielo; del otro, la casta (Foto: archivo).

Milei apela a la grieta para tratar de salvar su proyecto político: de un lado, nosotros, las fuerzas del cielo; del otro, la casta (Foto: archivo).

El peronismo, en su laberinto

La exhibición de la CGT el miércoles pasado les sirvió para abroquelar a los propios. Son ese 30% que los votó en primera vuelta y que los va a acompañar hagan lo que hagan; y sirve para recordarle al 26% que no los votó en primera vuelta, pero sí en segunda, quiénes están del otro lado.

La estrategia de la CGT no fue buena. La mayoría de sus líderes lo saben. Lo que empezó siendo un reclamo gremial se transformó en una marcha política. Si la huelga era en contra de la reforma laboral, no queda claro qué hacían en la marcha los intendentes del conurbano o el propio Axel Kicillof. También se vio a Máximo Kirchner, dirigentes de La Cámpora, del Frente Renovador. Son los que perdieron la elección. Todavía es muy pronto para decir “yo te avisé”.

Paro general 24 de enero, EN VIVO: servicios, colectivos, trenes y los cortes por las marchas, minuto a minuto
La estrategia de la CGT no fue buena. Lo que empezó siendo un reclamo gremial se transformó en una marcha política (Foto: archivo).

La estrategia de la CGT no fue buena. Lo que empezó siendo un reclamo gremial se transformó en una marcha política (Foto: archivo).

El peronismo pidió que se convoque a una sesión especial el 1 de febrero para votar el rechazo al mega-DNU de Javier Milei. El peronismo tiene 33 senadores; necesitan convencer a 4 más para bajarlo. El tema es dónde ir a buscarlos. Difícilmente cuenten con el PRO. Tampoco con los partidos provinciales tradicionalmente aliados del peronismo (Misiones, Río Negro). Suelen ser oficialistas de los oficialismos de turno. Aunque esta vez algo puede cambiar. La nueva grieta obliga a tomar otro partido.

Para conseguir los 4 senadores faltantes hay otras opciones en el horizonte: el bloque Unidad Federal, que incluye a la senadora cordobesa y a dos peronistas disidentes; o apelar a algunos radicales progresistas que no quieran quedar atados a la suerte del gobierno de Milei.

Es claro que algunos senadores cambiemitas tienen que ayudar a sus gobernadores; pero hay otros con menores compromisos. Habrá que ver qué hace Martín Lousteau, que además es el presidente del Comité Nacional.

Un debate que de todos modos es bizantino por ahora: la que tiene que convocar a la sesión es la presidenta del Senado, Victoria Villarruel. Y tampoco los opositores pueden exigir demasiado porque el tratamiento del DNU no está en el temario de extraordinarias. Eso le da un poco de tiempo al resto para pensar qué hacer.

Los gobernadores, en el medio

Decía antes que algo puede cambiar con los partidos provinciales. Cada vez más gobernadores están pensando en un esquema de “independencia”.

Algunos como Alberto Weretilnek (Río Negro) o Rolando Figueroa (Neuquén) dicen que tienen espaldas para aguantar financieramente sin sobresaltos. “Podemos dejar sin energía al Gobierno”, amenazó el vicegobernador de Río Negro, Pedro Pesatti.

Otros como Maxi Pullaro (Santa Fe) ya están haciendo sus negociaciones paritarias atadas al aumento de la recaudación de la provincia, para evitar la dependencia de Nación.

El malestar de los gobernadores es total. ¿Cuál es el rédito político de apoyar a un gobierno que no cree en la política? ¿Qué pueden recibir a cambio cuando se los destrató en las negociaciones de la ley ómnibus y el mega-DNU?

Todos ven que en el Gobierno no hay gestión, ni coordinación, ni comunicación, ni equipos. Cada vez más son los que se preguntan qué hace Milei todo el día: no tiene agenda pública, no hace recorridos por el país, no tiene reuniones formales, no va a la Casa Rosada... Tampoco toma muchas medidas.

weretilneck.jpg
Alberto Weretilnek, gobernador de Río Negro, toma distancia del Gobierno (Foto: archivo).

Alberto Weretilnek, gobernador de Río Negro, toma distancia del Gobierno (Foto: archivo).

En ese escenario, muchos saben que tarde o temprano ese esquema de funcionamiento va a degenerar en algún tipo de crisis. ¿Qué sentido tiene colaborar con un gobierno que no quiere que nadie lo ayude?

El problema es grande porque del otro lado está el “tren fantasma”. Un espacio político que perdió en las elecciones, con caras que se repiten hace 30 años, que no logró renovar sus nombres ni sus prácticas y que -fundamentalmente- es indicado como el gran responsable de la crisis que atraviesa el país. Ese espacio hoy asume la posición de máxima oposición, lo que lo consolida con sus bases de votantes.

Otra vez el espacio del medio queda en el medio. Sin saber qué hacer. A la deriva.

La Argentina vuelve a estar más agrietada que nunca. Otra vez vuelve a ser Cristina vs. Milei. Y otra vez los del centro miran azorados, atrapados entre dos fuegos. Y sin salida alguna para un país que nuevamente vuelve a parecer inviable.

Se habló de