Este enfoque hacia la familia tradicional, que promueve roles de género fijos y vinculados a interpretaciones religiosas, generó polémica hacia adentro de La Libertad Avanza: Milei -en tanto libertario- se presentó siempre como un defensor de la libertad individual: el lema "¡Viva la libertad, carajo!" utilizado por Milei en repetidas ocasiones, parecía estar en sintonía con la Escuela Austríaca de Economía, la corriente liberal en la que suele ubicarse el Presidente.
Esa tendencia se reconoce a sí misma en la gran tradición del liberalismo ético político, que incluye el derecho de propiedad privada, pero también los valores y las percepciones acerca de qué modo de vida y de qué modo de vinculación con terceros pueda elegir cada uno. Lo que incluye la constitución de relaciones interpersonales emocionales, y la conformación de estructuras familiares.
Uno de los núcleos del liberalismo ético político fue la revisión de lo que llaman los roles y las instituciones tradicionales, en el sentido en que se las defendía tal como se habían conformado en la sociedad antigua, como la única forma correcta y posible de abordar dichos vínculos. En ese “matrimonio tradicional” se incluían roles fijos para las mujeres y los hombres, que ponían a la mujer en un rol subsidiario, pasivo, limitado al hogar y la crianza de los hijos. Esto es lo los pensadores tradicionalistas reconocen como la familia natural.
Todo esto puede parecer muy filosófico pero en muchos sentidos es clave en las internas libertarias: muchos intelectuales de esta corriente son muy críticos de estas tendencias “tradicionalistas”.
El pensador tradicionalista católico brasileño Plinio Corrêa de Oliveira sostenía que: "En una familia natural como en una familia de almas, los miembros deben mantener en lo posible un tono de seriedad, gravedad y amor a lo sublime. El amor por lo sublime produce, como un fruto profundo pero subconsciente, el deseo de agradar al otro, de estar en armonía con el otro. Cuando no hay armonía es porque falta el amor de lo sublime. La sublimidad natural de la vida familiar debe reflejar la sublimidad sobrenatural de Nuestro Señor. El punto de partida de una auténtica dinámica social y psicología social es el amor de Dios, centrado en el amor a lo sublime".
La propia idea de familia natural, es decir la afirmación de la existencia de un único y excluyente modelo de familia, debe ser impuesto en forma coactiva por el Estado y el derecho civil, en colisión con los fundamentos del liberalismo, con la que podemos llamar visión liberal de los roles que se tendrían que tener las mujeres y los hombres.
En esa dirección, el liberalismo es el origen del feminismo clásico, lo cual ha sido afirmado explícitamente por Ludwig von Mises, el gran teórico de la escuela austriaca, cuando señala: "La lucha de la mujer para afirmar su personalidad en el matrimonio no es sino parte de esta lucha por la integridad personal que caracteriza a la sociedad racionalista, cuya base económica reposa en la propiedad privada de los medios de producción”.
“No se trata de un interés particular de la mujer, y por lo demás nada es más insensato que oponer los intereses masculinos a los femeninos, como lo pretenden las feministas radicales. Si las mujeres no llegaran a desarrollar su yo, uniéndose al hombre como compañeras libres y de igual rango, toda la humanidad sufriría las consecuencias", explica Von Mises.
Ludwig von Mises defiende el feminismo clásico y se opone al feminismo radical, aquel que supone que hay una conexión necesaria entre el modelo tradicional de familia natural y la sociedad capitalista de mercado. Por eso en su texto y en otros párrafos, se preocupa por deslindar ambas cosas.
El feminismo clásico será una batalla por los plenos derechos y la plena igualdad de mujeres y hombres como condición de una sociedad fundada la libertad.
Ahora bien, esto es completamente incompatible con la misma noción de familia tradicional, en la cual los roles están fijos e impuestos por el pasado que tuvieron, mientras que el feminismo, en su versión clásica o en su versión radical precisamente rompe con esa conexión con los roles tradicionales y la noción de familia natural.
Por todos esos fundamentos, un sector de liberarios se sorprendieron por la declaración del ministro de justicia, que transparentó la adhesión a una agenda política y ética conservadora y tradicionalista, muy lejana a la tradición ético política liberal.
Esto abrió una grieta incluso con algunos dirigentes del PRO que se preguntan si de alguna manera las declaraciones podrían alentar una reducción de libertades civiles.
“Esto podría suponer un retroceso ético y político injustificable que exigirá posiciones firmes de todos los sectores políticos y sociales que conquistaron esas libertades”, plantearon desde la oposición. Un conflicto con final abierto.