Hay un viejo concepto de la estrategia política que reza que las campañas son competencias simples, se trata de continuidad o cambio. Que la verdadera pregunta es si estamos mejor así o arriesgamos una modificación.
Los nuevos liderazgos en la región plantean múltiples desafíos. Los casos testigos de los países que decidieron "cambiar todo".
Hay un viejo concepto de la estrategia política que reza que las campañas son competencias simples, se trata de continuidad o cambio. Que la verdadera pregunta es si estamos mejor así o arriesgamos una modificación.
A partir de ahí notamos diferencias en cada contexto
Javier Milei en Argentina, no solo representó el cambio rotundo en el modo de ver y sentir a la política, sino que adicionalmente su posicionamiento se torna agresivo con lo que indica como la “casta política” tradicional a quien responsabiliza de los malos resultados económicos del país.
Claudia Sheinbaum en México significó con su aplastante victoria una continuidad de la llamada 4° transformación promovida por el aún presidente Andrés Manuel López Obrador
Luis Abinader en República Dominicana consiguió 4 años más con contundencia en las recientes elecciones.
Se suma a la contundente reelección de Nayib Bukele en El Salvador.
José Raúl Mulino ganó en Panamá impulsado por el expresidente e inhabilitado para competir Ricardo Martinelli con un discurso combativo y potente.
Este dilema se da también en las internas partidarias, como es el caso de las elecciones por venir en Uruguay. Andrés Ojeda, abogado de 40 años propone la renovación de un partido tradicional como el Colorado y en pocos meses duplica los votos de sus rivales.
En diferentes países y contextos, lo que se pone en juego inicialmente es la pregunta central sobre el contexto: ¿Cambio y renovación o continuidad e insistencia?
(*) Gabriel Slavinsky es consultor y analista político