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Los ruidos internos en medio de la cuarentena que funciona

Pablo Winokur
por Pablo Winokur |
Los ruidos internos en medio de la cuarentena que funciona

No entiendo por qué el virus no penetró todavía fuerte en el conurbano”, dijo un importante funcionario de la Provincia que –al margen de los bajos test- se ilusiona con que el Covid-19 no sea tan fuerte en el país . En los barrios populares de la Ciudad de Buenos Aires se da un fenómeno parecido: hasta el jueves, apenas se había registrado un caso (en la villa 1-11-14) según reflejó una importante funcionaria porteña.

Los números están bien por ahora, aún con la falta de test y de cierta manipulación en los partes oficiales. Los partes médicos diarios siguen sin ser transparentes: se agrega o se saca información, sin previo aviso de acuerdo a las necesidades informativas del gobierno y sin un criterio científico claro. Parecieran ser redactados por gurúes de la comunicación política y no por científicos.

A pesar de eso, la cantidad de camas ocupadas en todo el país sigue siendo baja (3,9% según Alberto, aunque el dato fue ratificado por clínicas privadas): si se quisieran ocultar números para bajar dramatismo, ese dato saltaría a la vista.

Vale el recordatorio. La cuarentena no es necesaria para contener al virus sino para dar tiempo al sistema sanitario para prepararse para absorber la cantidad de gente que va a tener que ser internada.

No se trata solamente de que no se mueran viejitos sino de garantizar la paz social y evitar una guerra descarnada por camas, respiradores, barbijos y hasta cajones y nichos para enterrar a los muertos.

Ese camino (llamado "achatamiento de curva") se está recorriendo favorablemente.

La manipulación de los números

En la presentación de la extensión de la cuarentena, Alberto Fernández se encargó de mostrar los peores datos comparativos de la situación epidemeológica del país para sostener la necesidad (real) de mantener la medida.

En un paper reservado, llamado “Mismos datos, distintas historias”, un importante analista de datos una de las principales compañías internacionales de sistemas en el país describe: “Para poder evaluar si a la Argentina le está yendo mejor o peor que a España en el manejo de la crisis de Covid-19 es necesario ver a ambos casos en la misma línea de tiempo siendo que tuvieron sus primeros casos en distintos momentos. El criterio para decidir qué día equivale a cual en cada país se llama el criterio de día 1”.

El gráfico de Alberto tomaba como “día 1” el del primer infectado. De acuerdo a este especialista, lo correcto es tomar el caso número 100. Si se hace eso, los datos son mucho más alentadores para el país. Por algún motivo no se quieren contar noticias demasiado buenas.

El Gobierno tiene la necesidad de mostrar que no estamos tan bien, sin generar pánico. El mismo dato le permite por ejemplo, mostrarnos en América muy abajo en la tabla de casos confirmados pero con una mortalidad enorme, entre las más altas de la región. Eso se solucionaría testeando más. ¿Por qué no se hace?

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Infectados y mortalidad (Fuente: Presidencia)
Infectados y mortalidad (Fuente: Presidencia)

Por un lado porque no alcanzan los recursos. La Argentina tuvo imprevisión en eso y no compró los suficientes test de antemano. Por otro lado, parte del gobierno nacional cree que hay que ser cuidadoso con la información: Hay miedo de que pueda generar paranoia, situaciones conflictivas en determinados pueblos o ciudades. “En un pueblo de 20 mil habitantes se hace público un caso y pueden salir a buscar todos al que lo tiene”, cuenta un funcionario provincial que de todos modos no está de acuerdo con esta estrategia que baja Nación.

La demora en implementación de los testeos semi-masivos vuelve a poner en evidencia cierta lentitud en el gobierno, que fue muy rápido para implementar la cuarentena, pero no tuvo la misma velocidad para tomar medidas paliativas para contener la crisis económica.

Internamente los reproches son muchos: la parsimonia de Kulfas, ministro de Producción; los desmanejos de Arroyo; la complicidad con los bancos del presidente del BCRA, las desprolijidades de Ginés González García... hay quienes se preguntan cuándo va a presentar Guzmán el plan económico que viene prometiendo.

Aunque el más apuntado es Santiago Cafiero, que hasta hace un año atendía en una librería y hoy es el tipo con el cargo no electivo más importante del país. Es el funcionario que menos consenso tiene al interior de la coalición de gobierno del Frente de Todos.

La incomodidad de Alberto

Los primeros días de cuarentena Alberto estuvo más cómodo, más suelto, asumiendo un liderazgo que le es natural. Y su equipo trabaja al compás de ese liderazgo. Cuando Cristina retoma el control de la situación, Alberto vuelve a ser el jefe de gabinete y sus ministros y asesores se desdibujan hacia abajo. Esa es la hipótesis que manejan ciertos sectores del albertismo puro.

El más perjudicado por esto es Santiago Cafiero. “Santiago funciona bien cuando Alberto es el líder. En toda la primera etapa estaba Santiago como jefe de gabinete, Cuando Alberto se pone en jefe de gabinete su figura se desdibuja”, lo defienden en su entorno

Cuando Cristina está cerca, Cafiero queda como hombre de reserva. Ese es el rol que Alberto le tiene asignado, según cuentan quienes trabajan con él. La hipótesis se ratifica cuando se ve que toda la actividad oficial pasaba por Cafiero cuando Alberto estuvo de gira por el exterior. Aunque eso fue la prehistoria.

“Le insume mucho tiempo hablar con Cristina, la mitad de su tiempo es consensuar con ella”, observa un funcionario. Es que Alberto, más allá de la gestión, tiene una misión única. La de ser la cabeza de la inédita experiencia de un gobierno peronista sin líder y de coalición.

El problema es que él asume los costos políticos de negociar al interior de la coalición y no tiene pararrayos cuando las papas queman. Ese rol lo debería tener el Jefe de Gabinete, entre otros.

Qué le critican a Cafiero:

  • Mala relación con sus pares de gabinete.
  • Dificultades para contener y trasladar demandas.
  • El kirchnerismo duro lo tiene en la mira. Quizás por estilo, quizás por cuestiones de fondo.
  • No tiene cercanía con el oficialismo parlamentario. El jefe de Gabinete debería ser también nexo entre poderes.
  • Mala relación con la oposición, que le exige constantemente que vaya al Congreso a explicar la política del gobierno. Debería ir una vez por mes al parlamento, y hasta ahora no fue nunca. No va a ir tampoco esta semana.
  • Nula relación con los intendentes y gobernadores. Aunque formalmente le corresponde el rol al ministro del interior, muchos esperan que él pueda ser un facilitador. Hoy la relación es con Alberto directamente.

Capitulo aparte es la falta de voceros que tiene el gobierno para poder comunicar las cosas que Alberto no puede decir. Tradicionalmente esos roles recaen en el Jefe de Gabinete, el ministro del interior, el secretario general de la Presidencia o algún líder parlamentario. Por distintos motivos, hoy el gobierno tiene un solo comunicador oficial: Alberto Fernández.

A su vez, Alberto tiene que lidiar con el ala más radicalizada de la coalición que lo encarnan grupos kirchneristas (no necesariamente Cristina). “Supieron unir al peronismo pero tienen el gen para pudrirla en cualquier momento. El gen que los llevó al éxito los puede llevar al fracaso”, sostiene un funcionario que padece todos los días este tipo de embates; la cuarentena lo ayudó a descomprimir porque ya no va a la oficina.

La coalición de gobierno encierra a 17 grupos entre partidos electorales, movimientos sociales y otros espacios de poder como los sindicatos. Ponerse de acuerdo es un esfuerzo.

El Gobierno de coalición encubierto, se soluciona con el famoso loteo del gabinete, es decir, repartir un cargo para cada sector sin importar las capacidades ni que vayan a trabajar bien en equipo. Algo que habían dicho inicialmente que no iba a pasar. Pero pasó. Quizás no en las líneas superiores donde Alberto armó y desarmó sino en las secretarías, subsecretarías y direcciones generales.

Una víctima del loteo es Daniel Arroyo, ministro de Desarrollo Social, que tuvo muy poca injerencia en el armado de su propio gabinete. Así le estalló el escándalo por los supuestos sobreprecios en alimentos.

Un hombre con mucha experiencia en la administración pública y que hoy integra el gobierno lo analiza así: “Le lotearon el ministerio entre el kirchnerismo, movimientos sociales e intendentes. El problema es que cuando te pasa esto lo que no podés ceder es la dirección o secretaría administrativa que es el que te cuida la espalda en esas situaciones”.

“Es un funcionario honesto. Tiene algunos temas que ordenar en el ministerio. En la operatoria del Estado, estás comprando de esta manera en medio de una crisis”, defiende una funcionaria de Cambiemos que lo conoce hace tiempo.

Sutliezas al margen: no es casual que la respuesta a los sobreprecios en alimentos haya sido una denuncia a los sobreprecios en el alcohol en gel en el PAMI. Es parte del loteo.

Hay preocupación en los que tienen que hacer licitaciones en todos los estamentos del Estado. “Siempre puede haber algún pícaro, pero estamos comprando con los plazos de pago que tenemos, con un Estado en virtual default, sin proyección de inflación… Pedir precios máximos en este contexto es una locura. Hoy los precios no bajan si sos un gran comprador”, explica un funcionario a cargo de las compras en una dependencia pública.

Siempre estamos hablando de insumos o productos que escasean, con el peligro de que la demanda del Estado presione sobre los precios generales. Mientras se busca que el Estado compre barato, hay que intentar no desabastecer las góndolas: muchos comercios minoristas cierran por no poder sostener los precios del gobierno. Sobre esto no se expresó el responsable del área, Matías Kulfas. Al margen, es otro de los que padece el loteo.

La cuarentena se extiende quince días más. No van a ser los últimos. El problema que tiene el gobierno es que a medida que pase el tiempo va a tener que tomar más definiciones.

Y para eso no alcanza sólo con Alberto, presunto líder de la coalición. “Fragmentaron tanto el poder que hay inmovilidad”, analiza uno de los funcionarios citados en esta nota. En el brutal escenario de depresión económica que se viene, eso va a ser un problema todavía mayor.

Los problemas internos, por ahora, los tapa el supuesto éxito de la cuarentena.

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