Crisis 2001

Asambleas populares: a 20 años del rugir del pueblo y del "que se vayan todos"

Una rebelión popular se gestaba en Argentina en un contexto de estallido social y crisis económica que dejó el saldo de 39 muertes en toda la Argentina.
Kristel Freire
por Kristel Freire |
Después de las jornadas de manifestación popular del 19 y 20 de diciembre de 2001
Después de las jornadas de manifestación popular del 19 y 20 de diciembre de 2001, vecinos de diferentes barrios de varias provincias, pero sobre todo en Capital Federal, comenzaron a reunirse con regularidad, autodenominándose "asambleas". 

"Que se vayan todos", gritaban y gritaban miles de personas en las calles, cansadas de lo que ellos consideraban "un engaño de la política"; sin dinero, con los ahorros congelados, con la inflación destellando balas hacia una clase media que veía un futuro de pobreza y hambre. Era fines de diciembre, casi Navidad, las cacerolas vacías golpeándose una y otra vez, exigiendo Justicia.

"¿Qué voy a hacer?", se preguntó Mariana López cuando por televisión se enteró que no podía sacar su dinero, que el país estaba en quiebra y que "los mismos de siempre" se habían llevado lo que quedaba. "Estaba aterrada y enojada, así que decidí salir, al principio no me organicé con nadie, simplemente salí con una olla y una cuchara a gritar que me devuelvan mi plata, mi vida, la de mis viejos, la de mis hijos", recuerda López.

"Luego nos fuimos reuniendo de a varios vecinos, gente que no conocía, éramos nosotros los que íbamos a encausar el país que perdía presidentes todos los días, era un caos", afirma Mariana.

Según el historiador Juan Francisco Martínez Peria, las denominadas "asambleas populares" fueron consecuencia de la rebelión popular en un contexto de gran crisis económica y política, además de estar inmersas en "ese gran movimiento que fue el 'qué se vayan todos'".

"Con un grupo de jóvenes, en el 97, recuperamos un espacio público abandonado, en Gurruchaga y Jufré, en el barrio de Villa Crespo de la Ciudad de Buenos Aires. Venían todos los niños y niñas del barrio a jugar, tomar la merienda, tener apoyo escolar. Un día invitamos a todas las familias a una reunión para contarles cómo venía el proyecto de la colonia de verano y recuerdo que el 'Patio del Barrio', así lo llamábamos, desbordó de vecinos y vecinas. Vinieron más de 100 personas, esa fue la primer Asamblea de la que participé", recuerda Laura Bitto, del Movimiento Popular La Dignidad.

"Allí se plantearon todos los problemas sociales que estábamos viviendo, pérdida de los trabajos e imposibilidad de recuperarlos, hambre, condiciones difíciles habitacionales, necesidades básicas como zapatillas, colchones, comida. En esa asamblea resolvimos ir a casa de Gobierno de la Ciudad, que estaba en Av. de Mayo y Florida, a entregar un petitorio. Esa fue la primera movilización de la que participé, tendría unos 22 años. Esa práctica de organización popular, ese método fue la esencia del movimiento piquetero 'corte de ruta y asamblea'", relata Bitto, sobre cómo se fueron gestando desde antes incluso del estallido social de 2001, las asambleas populares.

"Ese proceso se extendió a todos los barrios de la Ciudad y nos juntábamos todas las asambleas en una interasamblea en Parque Centenario. Este proceso de organización y crecimiento del movimiento piquetero y las asambleas populares se fue dando desde fines de los 90 y hasta el 2003. En el medio protagonizamos las jornadas del 19 y 20 de diciembre del 2001 y todas las que le sucedieron más la 'Masacre de Avellaneda', con el asesinato de Darío Santillan y Maximiliano Kosteki el 26 de Junio de 2002.", recuerda Bitto.

Las jornadas del 19 y 20 de diciembre, de algún modo, son el corolario, de un proceso de resistencia a lo que en aquel entonces se denominaba neoliberalismo y que protagonizaron los sectores populares desde los 90.

El estallido, provocado por el corralito bancario y la posterior declaración de estado de sitio dictada por De La Rúa hizo eclosión y el pueblo se volcó a las calles producto de enorme cantidad de necesidades pero fundamentalmente por el rechazo a una institucionalidad política vetusta.

"Que se vayan todos y no quede ni uno sólo" era el canto que colmaba las calles. "Creo que lo que se buscaba conseguir, desde las asambleas y los movimientos, era que se terminen las políticas neoliberales, el hambre, la desocupación, en definitiva se buscaba el bienestar popular y al mismo tiempo la renovación del sistema político y las instituciones", reflexiona Bitto.

Martínez Peria considera que es difícil darle una definición a lo que fueron las asambleas populares por su heterogeneidad.

"Al principio las asambleas eran muy masivas, sobre todo los que participaron fueron sectores de clase media, media baja, afectadas por el corralito y por la situación económica y política. Fueron un espacio de rechazo y catarsis, de crítica al sistema político, al neoliberalismo, a la corrupción, a toda la partidocracia", indicó.

Las asambleas populares del 2001 tuvieron carácter de catarsis ante una crisis económica y política que hizo estallar todo y le dio un revolcón a la clase política.