Quién era el verdadero dueño de la pintura
La obra Retrato de una dama estaba en las listas internacionales de obras robadas durante la Segunda Guerra Mundial. Su legítimo propietario era Jacques Goudstikker, un importante comerciante de arte judío-neerlandés, conocido por haber catalogado más de 1400 piezas en su inventario personal.
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El cuadro habría sido encontrado gracias a un anuncio inmobiliario. (Foto: gentileza AD)
Cuando los nazis ocuparon los Países Bajos en 1940, Goudstikker huyó con su familia hacia Inglaterra. Llevaba consigo un pequeño cuaderno negro que contenía los registros de su vasta colección. A pesar de sus esfuerzos, la mayoría de sus obras fueron robadas, vendidas o repartidas entre jerarcas del Tercer Reich.
Entre esas piezas, la pintura de Ghislandi fue una de las muchas que se esfumaron del mapa... hasta ahora.
El vínculo nazi: la familia Kadgien y su pasado oculto
El anuncio inmobiliario que permitió el hallazgo del cuadro estaba vinculado a una de las hijas de Friedrich Kadgien, un funcionario nazi con un perfil bajo, pero muy influyente dentro del régimen.
Kadgien fue miembro de las SS, mano derecha del jerarca Hermann Göring y parte activa de los Planes Cuatrienales del Tercer Reich, cuyo objetivo era financiar la expansión militar alemana. Dentro de ese marco, habría participado de la extorsión sistemática a comerciantes de diamantes judíos en Ámsterdam, además de apropiarse de numerosas obras de arte.
De acuerdo a documentos estadounidenses desclasificados, Kadgien era considerado “una serpiente de la más baja calaña” y un experto financiero que manejaba grandes fortunas del régimen nazi. Tras el final de la guerra, huyó a Suiza, donde fue interrogado pero jamás detenido. Luego, se instaló primero en Brasil y finalmente en Argentina, donde vivió con una nueva identidad y fundó una empresa. Murió en 1978 y estaría enterrado en el cementerio alemán de Buenos Aires.
Patricia Kadgien, bajo arresto domiciliario
El martes, cuando las autoridades llegaron a la casa de Patricia Kadgien, ella se encontraba presente, pero el cuadro ya no estaba allí. Esta situación llevó a que se la acuse de entorpecer la investigación. La Justicia ordenó su arresto domiciliario, medida que también alcanzó a su esposo.
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La obra, titulada Retrato de una dama, del pintor italiano Giuseppe Ghislandi, pertenecía a Jacques Goudstikker, víctima del saqueo nazi.
En un operativo paralelo realizado en la casa de la hermana de Patricia, se secuestraron otros dos cuadros, además de dibujos y grabados que podrían tener valor histórico o artístico. Según expertos en artes visuales consultados por la Fiscalía, las piezas podrían datar del siglo XIX, por lo que serán analizadas para establecer si también están vinculadas al saqueo nazi.
Por orden judicial, las próximas diligencias se mantendrán bajo reserva por 48 horas para garantizar su efectividad.
El reclamo de la familia Goudstikker
Luego de la recuperación del cuadro, los herederos de Jacques Goudstikker anunciaron que reclamarán su restitución inmediata. El caso podría escalar a nivel internacional, dado que la obra forma parte de un extenso reclamo por la restitución de bienes robados por los nazis a familias judías durante la guerra.
Este tipo de hallazgos no son aislados. En los últimos años, varios museos y colecciones privadas han devuelto obras sustraídas en ese periodo, pero los casos en domicilios particulares, y más aún fuera de Europa, son extremadamente inusuales.
Una pista inmobiliaria y un rompecabezas internacional
El detalle que permitió destapar esta trama fue tan simple como increíble: una foto de una casa publicada en internet, donde el cuadro aparecía de fondo, colgado en la pared. Lo que parecía una decoración más terminó siendo una pieza de arte robada durante el mayor conflicto bélico del siglo XX.
El cuadro robado por los nazis, que parecía perdido para siempre, ahora está en manos de la Justicia argentina. La historia combina espionaje, ocultamiento, migraciones posguerra y el largo brazo de la memoria que, aún 80 años después, no olvida ni perdona.