Educación

María Victoria Baratta (@decimononnica): "Los chicos no pueden seguir pagando por los errores de un gobierno"

Es historiadora, docente e investigadora del Conicet. En 2020 defendió la apertura de las escuelas en Twitter y ahora publicó "No esenciales", un libro que recopila la evidencia científica que respalda la vuelta de las clases presenciales.
Diego Geddes
por Diego Geddes |
María Victoria Baratta (@decimononnica). Crédito: Dominique Besanson. 

María Victoria Baratta (@decimononnica). Crédito: Dominique Besanson. 

María Victoria Baratta (38) es doctora en Historia y acaba de publicar "No esenciales", un libro que habla sobre la política educativa y sanitaria de la Argentina durante el 2020. Parecen dos hechos antagónicos y sin embargo hay un hilo conductor que los une. En Twitter, su apodo es @decimononnica, palabra que remite a su especialización ( la Historia del Siglo XIX), y también en Twitter dio la batalla en defensa de la apertura de las escuelas.

De esa batalla surge "No esenciales", publicado en abril por Libros del Zorzal. "Quienes pedían por la apertura de los colegios fueron tildados de desaprensivos, antivacunas, asesinos de abuelos y de docentes, malos padres, burros, y cosas peores", dice la contratapa. El debate parece haber cambiado el tono, pero sigue vigente luego del cierre de las escuelas en el AMBA hasta el 30 de abril.

-¿Cómo tomaste el anuncio del cierre de las escuelas?

-La verdad es que es un baldazo de agua helada, no está en consonancia lo que estableció el Consejo Federal de Educación con el asesoramiento de pediatras e infectólogos, las cifras oficiales que hablan de bajo contagio en el aula, la ministra Vizzotti había dicho que había que salir a trabajar y a llevar a los chicos a la escuela. Lo que pasó habla de lo poco que importan las instituciones y de lo poco que se usa la evidencia científica para la política sanitaria. Otra vez van a hacerle pagar a los niños y a los adolescentes y los chicos no pueden seguir pagando por los errores de un gobierno.

-Hubo también una desautorización a lo que había dicho el ministro de Educación, Nicolás Trotta, apenas unas horas antes del anuncio del presidente.

-Hay un desprecio del funcionamiento institucional y del trabajo coordinado de los ministros. Lo que terminó pasando es que se impuso el criterio del gobernador de la provincia de Buenos Aires. La situación sanitaria es complicada y la situación económica también es complicada. La capacidad efectiva de cerrar y controlar ese cierre se podía hacer solo en las escuelas. Ajustaron por ahí, manipulando la evidencia. Usaron datos que son correlativos y los hizo causales. Pero que la suba de contagios coincida con la apertura de las escuelas es una falacia, correlación no implica causalidad. Las escuelas no son las principales impulsoras de la transmisión del virus. Y si el problema está en el transporte, las políticas deberían ser mejorar esa situación.

-¿Y entonces qué pasó?

-Tuvieron un año para pensar todo este tema, el transporte, las entradas y las salidas. Cerrar la escuela supone pérdidas futuras del PBI pero hace que sobre todo los padres y las madres perdamos independencia laboral. Las mujeres especialmente hacemos de maestras y cuidadoras, afecta la economía y las mujeres. Esto también lo sabe el Ministerio de las Mujeres.

-¿Creés que la situación puede ser análoga a la del 2020?

Hay pocas cosas más regresivas que un cierre prolongado de escuelas y me resulta raro que este gobierno lo haya defendido contra toda evidencia científica. Cambió su discurso por las encuestas y ahora otra vez trata de volver a lo mismo. Lo positivo es que hay mucha gente que tomó consciencia al ver a sus hijos en estos días en la escuela, cómo cambiaron su comportamiento, su salud física y mental. Lo que veo es que hay un consenso más transversal entre todos de la importancia de la presencialidad en las escuelas.

-¿Cuál podría haber sido la alternativa al cierre total?

-Los cierres en todo el mundo empiezan por la escuela secundaria. Los adolescentes pueden arreglárselas casi solos frente a una computadora, y además contagian igual que los adultos. Después debió cerrar la primaria y por último el jardín. Los más chicos son los que menos contagian. La pandemia es una tragedia en todo el mundo eso es innegable. Pero la diferencia con lo que pasa afuera es que cuando un líder mundial da la información de que cierran las escuelas, lo dicen con una cara abatida, se nota que es el último recurso. Acá pareciera que el gobernador y el presidente actuaran con la lógica de los gremios docentes. Todos los organismos internacionales han demostrado que la escuela tiene que ser lo último en cerrar.

-¿Cómo surgió tu militancia en Twitter por la apertura de las escuelas?

-En realidad empezó no con el cierre de las escuelas sino con el confinamiento de los niños. Parece lejano pero al principio no podían salir a jugar. Ya a finales de marzo del 2020 se sabía que el Covid-19 no era especialmente letal con los niños. Después se supo que el aire libre era el mejor lugar para no transmitir el virus y ahí se armó un grupo de chat en donde se empezó a hablar y a pedir que se abrieran las escuelas. Mi trabajo fue mirar papers y me pasaron muchos estudios en donde la evidencia científica era clara respecto de los contagios en las aulas.

-¿Qué pasó en Twitter después? Conociste mucha gente y también te insultaron mucho...

-Perdí el miedo a hablar. No se puede vivir con miedo. Y haber hablado es todo ganancia para mí. Se que hay gente que me agrede pero nunca fue alguien que yo respete. Probablemente mis jefes en el Conicet no estén de acuerdo conmigo, seguramente no deben estar de acuerdo, pero jamás me dirían nada y mucho menos me hostigarían. Quiero dejar en claro eso, que el Conicet es mucho más que un grupo de investigadores que apoyan a un gobierno. No es un organismo militante, hay de todo, lo que le hace mal al Conicet es que esa mayoría, o supuesta mayoría, intente pasar por la totalidad de los investigadores.

-¿Cómo fue tu 2020?

-Fue muy difícil trabajar, dar clases, investigar, cuidar a mi hija, hacer todo y hacerlo bien.

-¿Cómo viste el papel de la oposición?

-El gobierno de Larreta fue un poco tibio con la apertura de las escuelas. Fue más simbólica que otra cosa.

-Muchos docentes fueron vacunados y ahora se vuelve a la virtualidad de las clases. ¿Ves una contradicción ahí?

-No estoy en contra de que se haya vacunado a los docentes, pero se ve que hay una mala planificación. Había un esquema de prioridades de vacunación y los docentes estaban por encima de las personas entre 18 y 50 con morbilidades, un trasplantado, un diabético o un obeso mórbido. Hoy esas personas necesitan la vacuna mucho más que cualquier docente. Yo me podría haber vacunado como docente pero dije que no.

-¿De dónde surge tu usuario de Twitter?

Antes usaba otro nombre. Entre 2008 y 2012 tuve un momento kirchnerista pero cuando pasó la tragedia de Once fue el principio del final para mi. En Twitter mucha gente me lo marca como una contradicción pero hay gente que le da valor a cosas equivocadas, como pensar siempre lo mismo. Es gente que está muy obsesionada con lo que yo pienso. A mí me parece positivo cambiar de postura, de visión del mundo. En diez años cambia la vida, las experiencias, las prioridades, hay cosas que te pueden decepcionar y lo de Once fue eso, el gobierno de la justicia social se convertía en otra cosa. Fue muy significativo y creo que esto que pasa con las escuelas también y con mucha gente que adhiere a este gobierno. Mucha postura progresista defendiendo la medida más antiprogresiva de todas, que es cerrar las escuelas

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