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Pesadillas y trastorno del sueño: cómo alteró la cuarentena el descanso de los argentinos

Especialistas en salud mental alertaron sobre las consecuencias que podría acarrear el aislamiento sobre el sueño.
Romina Cansler
por Romina Cansler |
Pesadillas y trastorno del sueño: cómo alteró la cuarentena el descanso de los argentinos

Pesadillas, recuerdos vívidos del mundo onírico y problemas para conciliar el sueño son algunos de los inconvenientes que trajo la cuarentena. Es que el aislamiento no solo modificó el día a día, sino que además complicó "la noche" de casi 44 millones de personas.

Más allá de la previsión y prevención que plantearon epidemiólogos e infectólogos a la hora de frenar el avance del coronavirus en la Argentina, los especialistas en salud mental alertaron sobre las consecuencias que podría acarrear el aislamiento sobre el sueño.

Ahora, la cuarentena, que bien podría llamarse "cientena", ya alteró el descanso de los argentinos y las consultas por la mayor presencia de pesadillas, sueños vívidos y problemas para dormir se encuentran en el tope de las inquietudes.

"Desde hace 4 meses estamos con una campaña, desde el Gobierno y los medios, que dicta miedo y te mantiene alerta. El alerta es saludable porque nos mantiene despiertos y es positivo, pero si se traslada a lo continuo y colectivo es terrible", señaló el psiquiatra y neurólogo Enrique De Rosa a este portal.

Qué es el sueño

Antes de poder explicar de qué se tratan las alteraciones en el descanso, es importante detallar en qué consiste el sueño y cuáles es su relación con el organismo, ya que sus consecuencias en la vida diaria pueden percibirse, incluso, a primera vista.

"El sueño es un patrón de ritmos biológicos, circadianos. Actúa como una especie de regulador y reseteador que hace un arqueo y un balance neurológico. Es un período en el que la mente tiene que estar en reposo para procesar el material diario y no solo es importante el tiempo del descanso, sino también la calidad", señaló De Rosa.

En palabras del neurólogo, mientras dormimos nuestra mente aprende, asimila y evalúa todo lo que vivimos durante el día, pero además nos permite predisponernos hacia los acontecimientos que se sucederán la siguiente jornada.

"El sueño necesita de hábitos y rutinas muy rutinarias, aunque parezca redundante", destacó Averbuch. "El ritmo circadiano está regido por el reloj biológico que está dentro del cerebro y se rige por la luz y la oscuridad, pero también por un reloj social".

Según explicó la especialista de la Fundación Favaloro, este reloj social está relacionado con aquellos que percibimos en la vida cotidiana. Es decir, durante el día existe un fuerte movimiento y mucho ruido, situaciones que cuentan una baja notoria al caer la noche. De esta manera, el reloj interno se condice con el horario externo y actúan en sincronía.

"El regreso a casa, la cena, la caída en los ruidos y el ponernos el pijama, por dar ejemplos, hacen que comience la secreción de la hormona del sueño, que es la melatonina, y nos predispone a dormir", explicó Averbuch.

A medida que esta hormona toma lugar en el organismo, el sueño comienza a ganar terreno. "Entre los 90 o los 120 minutos desde que nos dormimos aparece el primer sueño", explicó Averbuch y señaló que salvo en los bebés y los adolescentes, quienes pueden dormir entre 12 y 15 horas, los adultos duermen entre 7 y 8 horas.

"El REM es el sueño profundo, el más reparador", aclaró De Rosa y explicó que esta etapa " es la más fundamental en el descaso". "Para las actividades cognitivas el sueño es fundamental y la mala calidad del sueño es precursora del Alzheimer y la depresión. La ruptura en el descanso tiene repercusiones clínicas", recalcó.

Sin embargo, la cuarentena generó un cambio muy fuerte en los "ritos" previos al sueño. Por lo cual, en tiempos de aislamiento una de las quejas más renombradas se relaciona con el trastorno del sueño, el cual puede ser tanto el insomnio, el "sueño liviano" y un constante despertar.

El ritmo circadiano en jaque

Al igual que ocurre con varios procesos biológicos, el ritmo circadiano regula los tiempos en los cuales nuestro organismo realiza determinadas acciones, que pueden ser tanto estudiar o trabajar, o bien descansar.

"Ahora nada es normal, prácticamente estamos dentro de un mismo ámbito en el día y la noche; y esta es la primera disociación que tenemos, ya que estas rutinas que antes teníamos para ir a dormir se han prologando. Entonces, cuando comienza a excretarse la melatonina, que es entre las 6 y 7 de la tarde, no se condice con la actitud social", explicó Averbuch.

Para decirlo de una manera sencilla, esta ausencia de rutinas que marca el aislamiento por la ausencia de actividades fuera del hogar y su relación con lo que ocurre dentro de las casas provoca una disociación con los hábitos sociales y los ritmos biológicos.

"El cerebro no entiende qué tiene que hacer. Es ese desajuste que tiene la gente que se duerme a cualquier hora y se levanta a cualquier hora, no hay horarios. Hay una pérdida total de rutinas que se ve también dentro de la misma familia, donde además se tuvo que incorporar tecnología en poco tiempo. Ahora todo es chat, zoom, teletrabajo y todos estos elementos electrónicos emiten una luz azul muy potente que, además, bloquea a la melatonina. Entonces, el sueño no viene y se produce lo que se llama el insomnio tecnológico, que con esto vemos, además, la aparición de pesadillas y el mayor recuerdo de los sueños", dijo la neuróloga.

"El uso de las pantallas es central, por eso es importante organizarse el día y preservar la higiene del sueño, que es mantener los mismo horarios", señaló De Rosa y agregó: "El tema del sueño se da como algo natural, pero se tiene que cuidar mucho porque son funciones elementales".

Cuarentena de "pesadilla"

Desde que la cuarentena se instaló en la Argentina, las rutinas fueron alteradas, al igual que el descanso. En ese sentido, tanto De Rosa como Averbuch señalaron a A24.com que una de las mayores quejas son el insomnio y las pesadillas.

"En las alteraciones del sueño existe variables y hay una gran lucha para que los pacientes no se mediquen. Incluso es mejor que no duerman antes de que tomen muchas pastillas porque ocasiona un adormecimiento diurno y es un círculo. Es terrible que nos acostumbremos a estar 'medio boleados' durante el día y dormir mal de noche", afirmó el además psiquiatra.

Mientras que la neuróloga se centró en los malos sueños. "La pesadilla la recordás siempre porque es un sueño vívido que te despierta. Ahora, la gente relata que, con o sin pesadillas, se despierta muchas veces y tiene un sueño más liviano. Es que se van a dormir con la cabeza sobresaturada de información y hasta cuando se van a la cama siguen con el celular leyendo mensajes o mirando las redes sociales", explicó Averbuch.

Esta sobreinformación que se encuentra directamente relacionada con las sucesivas noticias que rigen la pandemia generan una mayor presencia de pesadillas, que como bien se explicó, generan un estado de alerta que imposibilita un descanso saludable.

Para ambos neurólogos, estas alternaciones en el descanso tienen efectos muy fuertes en el organismo. "La noche y el sueño son sagrados porque no se pueden compensar con nada y si lo perdemos nos estamos perdiendo cosas riquísimas para nuestra salud física", dijo la especialista de la Fundación Favarolo.

Consecuencias

Más allá del adormecimiento, las alteraciones en el descanso tienen consecuencias directas en el organismo. Ya sea un aumento de peso, incremento en la glucemia o dificultades en las actividades cognitivas, la influencia de la cuarentena en el sueño es notoria.

"Cuando dormimos mal segregamos más cortisol, que es la hormona del estrés", señaló De Rosa, con lo cual la irritabilidad, el "mal humor" y las alteraciones en la personalidad se suman al adormilamiento constante. "Una de las primeras alteraciones es el aumento de peso por el desfasaje corporal, además se hinchan los pies y la cara, retenés más líquidos y azúcares", enumeró.

Incluso, la incorporación de sustancias tales como el alcohol y algunas drogas solo generan mayores inconvenientes, ya que no solo aparecerá un acostumbramiento a estos químicos, sino que además existe una depresión neurológica que nos introduce en las primera fases del descanso, pero que no llegaría al tan ansiado REM.

Pero eso no es todo, según Averbuch, pese a que aún no se han realizado estudios profundos sobre esta situación, existe una queja que se suma a todas las anteriores: un trastorno de la memoria.

"Ya no se sabe en qué fecha estamos o cuál es el día de la semana", dijo la especialista y recalcó que los más pequeños estas alteraciones en el sueño han provocado regresiones: "Niños que antes dormían solos han vuelto a la cama de los padres".

Un futuro con secuelas

Los beneficios sanitarios de la cuarentena, en lo que se refiere a contagios y decesos, son indiscutibles. Pero las consecuencias en la mente de los argentinos tras 120 días de aislamiento también son indudables.

Tanto los psicólogos como los neurólogos han alertado sobre las secuelas que dejará este aislamiento prolongado y el alerta constante que existe cuando la mayoría de la información se centra en datos negativos y realidades preocupantes.

"Las consecuencias las vamos a ver de acá a varios años, gente con traumas psicológicos y alteraciones en el sueño", señaló De Rosa y destacó la importancia de evaluar estas situaciones para implementar soluciones.

"El gran problema es naturalizar que el argentino sea un tipo sacado, violento o agresivo como estado psicológico. Se podrán trabajar las consecuencias en la medida que se reconozcan como tal", recalcó el psiquiatra y agregó: "Es increíble que en un país con gran cantidad de psicólogos no se haya sumando al menos uno al Comité de Expertos, que se entienda que abajo del pelo hay algo y que se afecta por la cuarentena".

En ese sentido, De Rosa detalló que deberán analizarse las consecuencias de este aislamiento en lo niños. "Dentro de 20 años, cuando tengas olas de violencia, hay que darse cuenta que esa gente no nació de un repollo. El malestar y la agresividad existe tanto hacia dentro como hacia afuera porque no van a tener una vida agradable si no se empieza a detectar y trabajar esta situación de forma temprana", recalcó.

"Seguro habrá todo tipo de problema y los vamos a saber porque serán material de estudio. Se ha analizado, por ejemplo, las consecuencias de la privación del sueño, pero nunca se ha pasado por casi 130 días de aislamiento. Las secuelas las comenzaremos a ver cuando se levante el aislamiento, porque seguro habrá afectaciones emocionales en todo el mundo", agregó la especialista de la Fundación Favaloro y concluyó: "Se pueden superar, pero son momentos anómalos y muy fuertes en la vida que van a dejar secuelas".