En un informe realizado por el Observatorio de Psicología Social Aplicada, de la Facultad de Psicología de la UBA, se analizó cómo afecta la cuarentena impuesta por el avance del coronavirus en la mente de los argentinos.
En un informe realizado por el Observatorio de Psicología Social Aplicada, de la Facultad de Psicología de la UBA, se analizó cómo afecta la cuarentena impuesta por el avance del coronavirus en la mente de los argentinos.
"De las cuarentenas estudiadas, esta es las más larga", aclaró a A24.com Martin Etchevers, secretario de Investigaciones de la Facultad de Psicología (UBA) e integrante del equipo que realizó el estudio titulado "Salud Mental en Cuarentena", donde no solo se evaluaron los contextos socioculturales, sino también las diferentes edades entre adultos mayores.
Según el documento, "la prolongación de la cuarentena se asocia con una peor salud mental, siendo los síntomas de estrés postraumático, conductas evitativas e ira los más prevalentes", una situación que, según Etchevers, está asociada a "la falta de organización y previsibilidad".
"Tenés que decir 'este es el plan' para que exista la sensación de seguridad y no una alta ansiedad. Las personas están sintiendo que la cuarentena es impuesta y existe una contradicción porque, además, apoyan la medida", dijo el secretario de Investigaciones de la Facultad de Psicología (UBA).
"Los cambios de humor existen porque el ser humano está organizado en una rutina que se logra a lo largo de los años y, además, cuenta con un sistema de creencias que se internaliza. Cuando lo cambias tenés que tener un sistema bien diseñado, con fechas claras y 'recompensas'", resaltó.
En ese sentido, según el estudio, existe una "prevalencia de riesgo de trastornos psicológicos que asciende a 4,86 %" y "un porcentaje similar con ideas de muerte o suicidas", siendo que estos últimos se relacionan con personas que "estaban realmente mal".
"A la ansiedad se le suma la imprevisibilidad y las expectativas negativas, situaciones que para un grupo de la población genera un estrés agudo, el paso previo al estrés postraumático, las secuelas más duras. Por eso son necesarias las intervenciones para disminuir el estrés agudo", señaló.
Al evaluar cómo afecta la cuarentena a los argentinos dependiendo de la edad, el estudio reveló que "las personas más jóvenes tienen más síntomas que las personas mayores", ya que para el especialista este grupo etario "tiene otras expectativas a futuro".
"Los adultos mayores ya resolvieron muchas situaciones, ya formó, o no, su familia y ya logró, o no, su anhelos laborales. Sin embargo, el joven tiene más que resolver y siente incertidumbre y frustración. La cuarentena modifica mucho más su vida", señaló el secretario de Investigaciones.
En tanto, un sector que no fue estudiado pero que también deberá ser evaluado, según resaltó Etchevers, son los niños. "Los síntomas son distintos a los adultos, pero se presentan como pérdida de vitalidad, desorden del sueño y desmotivación. El juego virtual no reemplaza al real y además no hay una comprensión completa de lo que ocurre", destacó.
Según advirtió, las secuelas en los menores las "verán las maestras porque van perdiendo la habilidad de relacionarse, ya que no las tenían tan incorporadas como los adultos. Las pautas externas que tenían y que eran organizadores las van perdiendo".
Otro punto del análisis se basó en las diferencias por género, donde se señaló que "las mujeres presentan más síntomas psicológicos que los hombres". Las razones, según Etchevers, podrían explicarse desde varias perspectivas.
Una de ellas puede vincularse a que sus conexiones cerebrales "son muy distintas. Desde el punto de vista evolucionista, las mujeres tienen más flexibilidad conectiva, son más multitasking y siempre tienen más atención a los síntomas propios y de los demás. Es decir que son más sensibles para bien o para mal. De todos modos no hay una explicación absoluta".
Por otro lado, en el informe se resaltó la prevalencia de mayores síntomas psicológicos en las personas pertenecientes a sectores socioeconómicos de menores ingresos, ya que este grupo se "encuentra más expuestos a la incertidumbre laboral, habitacional y económica", ya que "los empleos informales sufren más rápidamente el impacto de cuarentena y las pérdidas económicas que acarrea".
En tanto, en "los sectores medios, el pago mensual de alquileres, funciona como un estresor más frente a la incertidumbre financiera", mientras que en los "sectores de mayores ingresos se presenta menos sintomatología" debido a que cuentan con una "mayor disponibilidad de recursos para afrontar las medidas".
En cuanto a los hábitos y las adicciones, el estudio señaló que "más de la mitad de la población no realiza ninguna de las actividades que se consideran saludables y que permiten tolerar la cuarentena, amortiguando su impacto en el malestar psicológico".
Según explicó Etchevers, "la cuarentena produce malestar y cuando te sentís mal se saltea el razonamiento y se pasa directo a la conducta, que regula la emoción. Pero esa acción, por ejemplo fumar, genera vergüenza sobre sí mismo y eso aumenta el malestar que lleva a la misma conducta".
Párrafo aparte son las alteraciones del sueño, una situación que en el análisis alcanzó al 74% de los participantes, siendo que en un 44% hubo un aumento del sueño, en un 14 % una disminución, al tiempo que en un 42% se destaca el insomnio.
"Las alteraciones del sueño son uno de los síntomas más frecuentes tanto en la ansiedad como en la depresión. La disminución de la actividad física y la menor exposición a la luz solar en las grandes urbes alteran los ciclos del sueño", explica el documento y advierte que el incremento es "un síntoma depresivo atípico que suele acompañarse de falta de interés por el mundo externo y baja autoestima".
En tanto, el "insomnio puede estar asociado a preocupaciones acerca del curso de los eventos, la repercusión financiera, el desorden en los horarios, la dieta, siestas, e innumerables factores alterados por este cambio en los hábitos y rutinas de las personas".
Por último, en lo que respecta a la vida sexual en la cuarentena, "un 44% dice que es poca o nada satisfactoria, un 32% moderadamente satisfactoria y un 24% muy satisfactoria", una cifra que además evidenció un aumento del "10% de insatisfacción".
"La sexualidad es considerada una de las conductas saludables junto al deporte y la vida social. El empeoramiento de la misma se asocia con los índices de malestar y la extendida restricción social. La cuarentena obligatoria para las personas solteras o divorciadas/separadas impide los encuentros sexuales", explicó el estudio y adelantó que esta situación podría extenderse "por el temor al contagio".
Mientras que en lo que se refiere a las parejas, la falta de deseo sexual o la insatisfacción puede evaluarse por la ausencia de "la tensión entre la presencia-ausencia que incrementa la fantasía y el deseo".