Sus otros dos hijos duermen de casa en casa, entre tías y conocidos, porque la vivienda quedó inhabitable: los techos están a punto de ceder, los vidrios estallaron y la humedad lo cubre todo.
“Sacamos lo que pudimos: el colchón y el lavarropas, porque era lo más nuevo, lo único que todavía estábamos pagando. El agua nos llegó hasta la panza. Hoy parece que hicimos una mudanza, pero en realidad fue el agua la que se lo llevó todo”, describió.
Con un ingreso familiar de $600.000 mensuales, Rocío y su marido habían construido la casa con mucho esfuerzo durante seis años. “Nos prohibimos muchas cosas como familia para tener un techo digno. Hoy lo único que nos quedó es el piso”, se lamentó.
Ya habían sufrido una inundación similar en 2015, pero esta vez fue más devastadora: “Ahora hay más familias, más chicos, y todo es más grave”.
"Ellos no saben lo que es ir a una plaza, lo que es tener un juguete, porque para nosotros la prioridad era darles un techo digno que hoy no lo tienen. Ellos no saben lo que es festejar un cumpleaños", sostuvo Rocío sobre sus hijos.
En medio del dolor, Rocío agradeció la llegada de ayuda de parte del municipio, como colchones y frazadas. Pero también reclamó que muchos vecinos no fueron escuchados. “Hay autos evacuados que no recibieron asistencia. Es muy triste lo que estamos viviendo”, cerró.