Sin embargo, en el segundo tiempo las certezas comenzaron a tambalear. Benfica ajustó su presión, dominó la posesión y empujó a Boca contra su área. El Xeneize no pudo sostener la intensidad, falló en los contraataques y dejó pasar la chance de cerrar el partido mientras tenía superioridad numérica, tras la expulsión de Andrea Belotti. La falta de eficacia para liquidar el encuentro se pagó caro: Nicolás Otamendi marcó el empate a pocos minutos del cierre y dejó al equipo argentino con las manos semivacías.
El resultado, si se analiza sin contexto, todavía deja a Boca con posibilidades de clasificar a los octavos de final. Pero con Bayern Múnich como próximo rival, el panorama se complica. Si el equipo de La Ribera hubiera sostenido la ventaja, estaría a un paso de meterse en la siguiente ronda. Ahora, el margen de error se achica al mínimo.
A las complicaciones deportivas se le suman las bajas para lo que viene. Nicolás Figal fue expulsado y deja un vacío difícil de llenar en la zaga, especialmente porque el único central derecho natural es Lautaro Di Lollo, aunque no se descarta que Battaglia pueda retroceder a esa posición. Además, Ander Herrera, quien ya había salido lesionado en el primer tiempo, también fue expulsado desde el banco y quedó descartado. La situación física de Miguel Merentiel es otro foco de atención: el delantero fue reemplazado y será evaluado en los próximos días.
Más allá del resultado, Boca dejó una imagen competitiva y recuperó aspectos que parecían perdidos. Pero también dejó escapar una chance dorada. El equipo reaccionó, mostró señales de recuperación, pero no le alcanzó para empezar con el pie derecho. El desafío ahora es sostener lo bueno, corregir lo urgente y jugarse todo ante el Bayern. Porque si bien todavía hay vida, el margen se volvió mínimo.