La situación de los Estados Unidos parece librada al azar. No hay una política única o coordinada entre el gobierno federal y los estados. La consecuencia se ve todos los días en el informe de casos. Una vez más, el país tuvo un récord de contagios: 74.000 infectados en 24 horas.
El último reporte señala que 41 de los 50 estados reportaron alzas diarias en el número de contagios. Más allá de tener el epicentro de la pandemia en Florida, Texas y California, casi todo el país vive un descontrol ante el avance de la pandemia.
En muchos de ellos, continúa el debate sobre la conveniencia y obligatoriedad del uso del barbijo tanto en la calle como en lugares abiertos al público. Pese a las recomendaciones desde hace meses del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y de la propia -aunque demorada- Organización Mundial de la Salud (OMS), no hay una decisión común sobre su uso en todo el país.
Todo esto complica el único desvelo de Donald Trump: relanzar la campaña por la reelección. El mandatario republicano, deseoso de pasar la página del COVID-19, intenta cambiar el eje de las discusiones tuiteando "excelentes noticias sobre las vacunas".
Sin embargo, algunos sondeos ya muestran que la pandemia impacta de lleno en la carrera electoral. A cuatro meses de las elecciones, Joe Biden, el candidato demócrata, aventaja en 10 puntos a Trump, de acuerdo con la media de sondeos que elabora Real Clear Politics. Esta es la mayor distancia entre ambos desde que comenzó el año.
Con curvas de propagación del virus muy diferentes a las registradas en Europa, la situación en Estados Unidos se percibe muy mala. Las noticias de una vacuna mejoran las expectativas a futuro, pero no hacen bajar los números diarios de contagios.
California, el estado más poblado y actualmente el más afectado por la pandemia, anunció el martes el cierre de parte de su economía. En la Florida, el gobernador, Ron DeSantis, hizo una advertencia similar si sus pobladores no actúan con mayor responsabilidad.
En tanto, fracasaron los intentos del gobierno por desacreditar al reconocido experto en inmunología Anthony Fauci, quien afirmó sin rodeos que la estrategia del gobierno para combatir al virus no funciona.
Después de sufrir ataques directos de colaboradores de Trump, la lucha contra la pandemia volvió a estar en el foco en Washington. "Fauci no es el problema", dijo el influyente senador republicano Lindsey Graham. "Tengo todo el respeto del mundo por el Dr. Fauci y, francamente, cualquier intento de desestabilizarlo será contraproducente", agregó.
Mientras tanto, la pandemia se disemina sin control por los Estados Unidos. Las proyecciones algorítmicas dicen que para el 1 de noviembre, pocos días antes de la elección presidencial, llegarán a las 225.000 muertes. Casi el doble del número que registra ahora la universidad Johns Hopkins para ese país.
