No pudo. Murió ahí mismo, frente a cámaras y a miles de espectadores que consumían la transmisión como si fuese un espectáculo.
Su caso expone de manera brutal la otra cara de las redes sociales: la que no muestra filtros ni likes, sino presión, explotación y una dependencia que convierte a las personas en marionetas del algoritmo y del público. Porque Graven no era un desconocido: su canal estaba entre los más vistos de Kick, la plataforma que se vende como alternativa a Twitch y que hace de la permisividad su bandera. En promedio reunía a más de 10.000 personas, con picos de 30.000, una multitud digital dispuesta a aplaudir cada golpe, cada insulto que se veía en directo en cualquier rincón del mundo.
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Con París de fondo, una de las pocas imágenes de Graven fuera de su casa, conectado a las redes sociales. (Foto: Gentileza 24 hs.)
El impacto por la muerte de Graven por "adicción a las redes"
Por supuesto que cargarle totalmente la culpa a las redes sociales por esta muerte es demasiado. Graven tenía desórdenes personales que lo llevaron a sentirse consumido - de verdad, lo fue - por las redes sociales. Era para lo único que vivía y eso, lo llevó a la muerte. Su condición física era malísima y su aspecto era de una persona más que demacrada. Pero vuelve a poner en el centro del debate en todo el mundo, los peligros del uso de las redes sin ningún tipo de control o moderación.
De nuevo, conviene tener presente este dato. Graven era él mismo un influencer, una persona "seguida" por millones de personas por las redes. Tenía 46 años y así sucumbió. Proyectar su caso, al efecto posible sobre niños y jóvenes, no solo es muy preocupante. Ya hay demasiados casos de muertes por no soportar el "bullying" de las redes, "desafíos" injustificados o como ha comenzado a suceder, por entablar diálogos nocivos con los portales de Inteligencia Artificial.
El diario francés "Mediapart" ya había publicado un artículo denunciando el nivel de violencia de ese canal: estrangulamientos, chorros de agua, pintura, agresiones permanentes entre los participantes. La respuesta fue un aluvión de insultos de los fans en redes sociales.
Por eso, tras su muerte, la justicia francesa abrió una investigación. Quiere saber en qué condiciones pasó esos diez días "eternos" en los que no abandonó su contacto por las redes. Lo pagó con su vida.
Graven había comenzado con transmisiones de videojuegos y se hizo popular por sus estallidos de furia frente a la pantalla. Después vinieron las colaboraciones, las provocaciones y finalmente la expulsión de Twitch por violar las reglas. Entonces, apareció Kick que le abrió la puerta. Una plataforma con vínculos con el casino global Stake, que se promociona como el lugar donde casi todo está permitido: violencia, drogas, apuestas, insultos. El terreno perfecto para límites cada vez más extremos.
La lógica de este tipo de transmisiones es simple y cruel: cuanto más grande sea la locura, mayor la cantidad de espectadores y mayor el dinero. Y ahí es donde el peligro se vuelve mortal. El descanso, la salud, la dignidad, todo se negocia en la balanza de los números y los likes. El caso de Graven lo pone en el primer plano global.
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Kick, es uno de los patrocinadores principales del equipo Sauber de F1. La escudería lanzó un comunicado por la muerte del influencer francés. (Foto: A24.com)
Un primer caso de toma de conciencia
La red social Kick eliminó su cuenta y las de los otros streamers que participaron de ese maratón sádico, pero ya es tarde. Los clips siguen circulando en otras plataformas en las que Graven acumulaba más de un millón de seguidores. Una industria paralela se alimenta de esas imágenes, sin reparar en lo que puede suceder.
Kick es uno de los principales patrocinantes de la escudería Sauber de Fórmula 1. Junto con la antes mencionada "Stake". Sauber publicó un mensaje en el que dice: "Nos entristece esta tragedia y confiamos en que KICK tomará todas las medidas necesarias para mantener sus salvaguardas y proteger a los creadores".
Cuando retome la Fórmula 1 el campeonato tras la pausa del verano en el hemisferio norte, Sauber se ve obligado a cambiar de nombre para el próximo Gran Premio de los Países Bajos en Zandvoort. No está permitida la publicidad o la promoción de juegos de azar en los Países Bajos (por Stake).
Como señalamos, su muerte se vio por la red de streaming. Un compañero, para saber si seguía vivo, le lanzó una botella de agua llena. Poco después se cortó la emisión. Ahora, interviene la justicia francesa. Es un paso adelante.