"No tuvo nada que ver con una cuestión de raza, y
tampoco de religión. Fue un hombre que sufría y que no recibió la ayuda que
necesitaba", dijo Johnson en declaraciones al diario estadounidense NBC.
La pareja se conoció en un colegio comunitario y el flechazo sedio porque ambos
sufrían enfermedades mentales.
El tirador le contó a quien por aquel entonces era su novia,
que le habían diagnosticado trastorno bipolar, y posiblemente un trastorno
obsesivo compulsivo (TOC).
En la entrevista la joven recordó una serie de situaciones
que evidenciaban una alteración en el comportamiento de Betts. Entre ellas,
recordó que durante su primera cita, él le enseñó un video de la masacre en la
sinagoga de Pittsburgh, Pensilvania, donde murieron 11 personas; después, la
llevó a un campo de tiro.
No conforme con eso, Betts sostuvo una pistola en su boca
preparado para apretar el gatillo. Que la policía le disparara el domingo fue,
en opinión de Johnson, "exactamente lo que él quería". "La gente
vive cada día perfectamente bien teniendo una enfermedad mental. Yo incluida.
Pero el sacó el palo más corto… no tuvo ningún sistema de ayuda",
sentenció Johnson.