Recuerdos del Papa Francisco
Al retomarse el tema, varios recordaron los primeros días del pontificado de Francisco. En una iglesia interna del Vaticano, Jorge Bergoglio había recibido a Pietro Orlandi, hermano de Emanuela. Y se cree que, apenas asumió, el Papa argentino pidió acceso al dossier reservado que la Santa Sede guarda sobre el caso, aunque Pietro afirmó que jamás obtuvo una explicación oficial.
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El comunicado divulgado ahora indica que, además de otros asuntos, el Papa repasó “los desafíos y problemas que se enfrentan al comenzar un nuevo ministerio”. “En ese contexto se refirió a los abusos”, explicó el Vaticano, subrayando que es necesario “ser prudentes”.
“Hay momentos en que alcanzar la verdad es doloroso pero necesario”, añadió el pontífice.
Avances en el caso Orlandi
El expediente sobre las desapariciones de Orlandi y Gregori sumó en las últimas horas un capítulo inesperado. Salieron a la luz declaraciones de Giovanna Petracca, quien fue vice jefa de la escuadra móvil de Roma entre 2007 y 2009. Petracca contó que, en 2008, tomó testimonio reservado a Sabrina Minardi, ex pareja de Enrico De Pedis, jefe de la banda de la Magliana.
Según relató la policía, Minardi confesó haber intervenido en el secuestro de Emanuela Orlandi. Aseguró que De Pedis actuó “por orden del arzobispo Paul Marcinkus” y que la adolescente fue entregada a un sacerdote. También dijo que el cardenal Marcinkus, entonces presidente del IOR —el banco vaticano— y responsable de los viajes papales, era su principal contacto.
En su declaración, Petracca precisó que De Pedis la citó en el monte Gianícolo, cerca del Vaticano. Allí, relató, apareció un Renault 5 conducido por una mujer que trasladó a una “ragazza” hasta un Mercedes en el que la esperaba un sacerdote; allí subió Emanuela Orlandi.
Petracca señaló además que Minardi presentaba “una fragilidad psicológica evidente, en pésimas condiciones de salud”, lo que, a su juicio, ponía en duda la solidez de su relato.
La difusión parcial de esos testimonios, sumada a la frase del Papa sobre que “los abusos de la Iglesia no pueden meterse en un cajón”, reavivó un escándalo que vuelve a sacudir a la Santa Sede.