Brasil, ¿ya no es más el país "bendecido por Dios?
Así dice la letra de País Tropical, la mundialmente famosa canción escrita por Jorge Ben Jos en 1969. Contrario a los versos del autor, Brasil padece de un modo dramático las consecuencias del cambio climático. Por un lado, afecta al norte, especialmente en la región del Amazonas, haciendo aumentar la temperatura; y por otro, al sur, con lluvias cada vez más prolongadas, a repetición y con una potencia inusitada. El resultado: sequías que van desplazando a la selva amazónica e inundaciones que ya amenazan la actividad económica y la vida de millones de brasileños.
Lo que comenzó a verse a finales de 2023 se repite con más intensidad en este comienzo del otoño. En la zona de Río Grande do Sul, una de las más importantes para la actividad económica de Brasil, el clima comienza a ser un problema más que amenazante.
Lluvias e inundaciones sin precedentes
Las lluvias de finales de primavera anticiparon la llegada del verano en Brasil. Especialmente en la zona sur. Hubo enormes daños y víctimas. Pero comparada con lo que sufre ahora la región, parece haber sido tan solo una advertencia del clima.
Desde hace una semana que no para de llover: en cuatro días cayeron 400 mm. Peor todavía. Entre el miércoles y el jueves, las precipitaciones en el estado superaron los 300 mm en 24 horas. Así, muchos de los ríos se desbordaron por completo, arrasaron con caminos, inundaron ciudades que quedaron aisladas y causaron más de 30 muertos, personas desaparecidas y miles de evacuados.
Incluso se rompió el costado de la pared de una represa y hasta la ciudad de Porto Alegre, capital estadual, se inundó a pesar de tener un sistema de compuertas para evitar quedar bajo las aguas.
El gobernador Eduardo Leite declaró el estado de calamidad ante la magnitud del fenómeno meteorológico.
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Porto Alegre ya tiene un mapa con las zonas de mayor peligro de inundación y un plan de evacuación masiva (Foto: Diario Gaúcho).
El servicio de hidrología e investigaciones hidráulicas (UFRGS) publicó un mapa con todas las zonas costeras sobre el río Guaiba en riesgo de sufrir severas inundaciones. También recomendó a las autoridades un plan de evacuación inmediata, incluso para sectores del centro de la ciudad, en la que viven 1,4 millones de habitantes.
No se prevé que las lluvias fuertes cesen antes del fin de semana, algo que vuelve mucho más graves la situación minuto a minuto.
Deforestación, calor y sequía en el Amazonas
Es la otra parte que sufre en un país que se puede dividir en dos diagonalmente por causa del efecto invernadero. La región del Amazonas y el noreste brasileño se van "calentando" sin pausa. En gran medida, por el efecto de la acción del hombre, que está deforestando a la selva. Esto provoca varios efectos negativos al mismo tiempo.
Primero, reduce una de las zonas más importantes en el mundo para mantener el equilibrio del clima. Es una de las mayores producciones de la naturaleza de oxígeno, fundamental para nuestra vida y la de todos los animales. Pero también, las plantas ayudan a retener del monóxido de carbono que flota en el aire. La fotosíntesis es lo que lo hace posible. La selva amazónica entrega oxígeno y retiene dióxido de carbono.
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El cambio climático en Brasil está dividiendo en dos al país, uno seco y caluroso y otro con lluvias e inundaciones sin precedentes (Foto: A24.com).
Ya se ha perdido el 12% de toda la superficie original de la selva desde que comenzó a medirse este problema. La consecuencia directa de la deforestación es que al haber menos plantas, se libera mayor cantidad de dióxido de carbono, elemento que contribuye sobremanera al efecto invernadero.
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La deforestación de la selva amazónica cambia el clima de manera casi irreversible (Foto: gentileza Periferia).
Entonces, al aumentar la concentración del CO en la atmósfera, el sol calienta todavía más y hace que la temperatura se eleve. Los expertos en el clima ya midieron que la Tierra, en 2023, superó cada mes las temperaturas promedio. Se convirtió así en el año más "caliente" desde el inicio de la era industrial, superando incluso la meta de 1,5° Celsius como máximo, propuesto como objetivo global en los acuerdos de París en 2015.
Como el Amazonas está abandonando esa doble función (entregar oxígeno y absorber dióxido de carbono), la región norte, noreste y centro de Brasil está teniendo temperaturas más elevadas. No solo propias de un país tropical. Ya comienza a ser de riesgo para la vida y los cultivos.
El 2020 superó a 2019 y se convirtió en el año de incendios más activos en el sur de la Amazonia. La sequía fue un factor determinante. La cuenca del río Amazonas, que se extiende a lo largo de nueve países de América del Sur y almacena el 10% del carbono global, ha experimentado una mayor deforestación en los últimos cuatro años.
Si bien todavía es un sumidero neto de carbono, el Amazonas se tambalea y podría convertirse en una fuente de emisión de carbono si la pérdida de bosques continúa al ritmo actual.
Quienes estudian los cambios en la región advierten que, de seguir así, estamos a muy poco tiempo de que el daño sea irreversible. La selva ya no alcanzará a producir todo el oxígeno como lo hace hasta ahora y, además, ya no podrá retener el CO, por lo que la temperatura del planeta seguirá subiendo.
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El cambio climático provoca el aumento de temperatura hasta niveles peligrosos para la vida humana (Foto: archivo).
Algo de este fenómeno se pudo comprobar cuando antes del verano y al finalizar, ciudades como Río de Janeiro y San Pablo, en el centro este de Brasil, soportaron temperaturas de más de 45 grados, peligrosas para la vida humana.
Si el proceso de degradación en el Amazonas sigue, las frecuencias de calores extremos serán más seguidas, durarán más tiempo y el termómetro subirá aún más.
El mar, también afectado por el cambio climático
Ya hemos documentado en varias notas cómo las corrientes marinas también regulan la temperatura en el planeta. Por la superficie, las corrientes cálidas hacen posible la vida en lugares como el norte de América o en Europa. El agua fría de los polos se mueve por las zonas profundas del mar hacia el Ecuador y llevan ese "fresco" para calmar el calor extremo de lugares tropicales o desérticos.
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Río de Janeiro soportó varios días temperaturas superiores a los 45 grados (Foto: archivo).
Pero esto también se está alterando. Por eso hay inviernos tan fríos en Europa o Estados Unidos y el calor cada vez es mayor en el hemisferio sur. Los incendios en Australia se repiten y agravan cada año. La Argentina soportó tres años de sequía -que afectó su producción de granos- en gran parte por la corriente de La Niña.
Si la temperatura del mar sique aumentando, afectará a la vida de los propios animales y plantas que viven en los océanos, pero además, evitará que la tierra se enfríe, lo que aumentará los riesgos de graves sequías. Una amenaza para la vida y un severo inconveniente para la actividad económica.
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Las lluvias en el sur de Brasil son las peores en la historia (Foto: gentileza Diario Gaúcho).
La otra alternativa es que el nivel del agua de mar suba y comience a inundar zonas costeras. Al respecto, volvamos al caso de Porto Alegre. Está sobre el río Guaiba, como dijimos, y no muy cerca del mar. Pero por las inundaciones, su cota de 3,46 metros ya fue superada a fines del 2023 y ahora está casi en 5 metros. Por eso se trata de una inundación jamás vista.
El dramático cambio en el clima que sufre Brasil es, sin dudas, un espejo para el planeta, y representa un desafío y un alerta para preservar el único hogar que tenemos en el universo.