Las encuestas marcan que Edmundo González Urrutia es el gran favorito. Sin embargo, el actual presidente se muestra confiado en sus chances, en medio de un clima enrarecido por las presuntas irregularidades que podrían ocurrir.
Corina Machado, la líder popular opositora que impulsa a González Urrutia para derrotar a Maduro (Foto: gentileza El Nacional).
Es tan bueno que no parece que pueda ser verdad. Al menos así se siente la oposición a Nicolás Maduro en Venezuela. Faltan tres días para las elecciones generales y Edmundo González Urrutia aparece como ganador en los sondeos. No solo eso: el diario El Nacional, por ejemplo, dice que la relación es 2 a 1 sobre el líder bolivariano. El 51% de los encuestados dice que votará al candidato opositor y el 25%, a Maduro.
De cualquier modo, todo debe ser tomado con muchísima precaución por las duras condiciones que tiene la realidad política y social para los venezolanos, en donde no es fácil tener definiciones contundentes sobre la situación del país.
Corina Machado era la elegida para desafiar al chavismo y sus 25 años en el poder. Pero la justicia electoral, dominada por el Gobierno, le impidió presentarse a elecciones. La rápida reacción de Machado hizo posible llegar a este momento: la alternativa cierta de poner fin a los gobiernos continuos del "socialismo del siglo XXI", que comenzaron con Hugo Chávez en 1999 y siguieron, tras su muerte en 2013, con Nicolás Maduro.
Rápidamente, logró unirse con otra figura, la del académico Edmundo González Urrutia, de 74 años. Con Corina Machado como fogonera de la oposición y recorriendo el país con su carisma para movilizar multitudes, el opositor aparece como el gran favorito para el domingo.
González Urrutia es el líder de lo que se llama "Plataforma Unitaria", con la unión de Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo, La Causa R, Voluntad Popular, Primero Justicia, Movimiento por Venezuela, Copei, Convergencia, Encuentro Ciudadano y Proyecto Venezuela.
Esa agrupación de fuerzas políticas comprendió la lección que dejó la elección para una asamblea constituyente en 2017. Maduro la convocó para enfrentar a la Asamblea Nacional, es decir, al Poder Legislativo. La oposición planteó un boicot a esa elección y no presentó candidatos. El resultado fue nefasto. Maduro llevó adelante los comicios y el denominado Gran Polo Patriótico Simón Bolívar se quedó con el 100% de las bancas. Así, el chavismo dominó por completo ese organismo, que no reformó la Constitución, pero que se transformó en un contrapoder legislativo para la Asamblea Nacional.
Siete años después, sin la figura de Juan Antonio Guaidó, desdibujado y efímero presidente provisional solo reconocido por algunos países, Corina Machado tomó la bandera principal de la oposición. Como su poder de convocatoria y adhesión es muy amplio, la justicia chavista la proscribió. Entonces, la oposición, lejos de romperse como esperaba Maduro, se mantuvo unida y se encolumnó detrás de González Urrutia, el "delfín".
Y las encuestas parecen darle la razón a la oposición, que se entusiasma con un triunfo histórico el próximo domingo.
Venezuela es un país profundamente dividido. El régimen aplicó persecución, torturas y muertes, como lo denunció varias veces la oficina de Derechos Humanos de la ONU, en tiempos en que era dirigida por Michelle Bachelet, la presidenta socialista de Chile.
Uno de los puntos que más marca la diferencia a favor de la oposición en los sondeos es la mala situación económica. Con Maduro se destruyó la "mina de oro" venezolana. Apoyada sobre un mar de petróleo, la producción comenzó a bajar, al punto que hubo que aumentar el precio del combustible en ese país, que era virtualmente regalado.
El salario promedio mensual es de apenas 3 dólares, en una economía que está "dolarizada de hecho" por el fracaso de los planes del gobierno de Maduro.
Con estos factores, los sondeos hablan de una predisposición a un cambio inédito este domingo.
La duda es que hará el régimen en caso de una derrota.
Esa frase puso en alerta hasta a los propios sostenedores de Maduro en el campo internacional, como Lula da Silva, el presidente de Brasil.
Luego de advertir por lo que puede pasar si no gana, Maduro dio un discurso de campaña cargado de optimismo. "La victoria del domingo va a sorprender al mundo entero", dijo. En medio de los reparos que hay sobre el proceso electoral, que casi no cuenta con veedores internacionales confiables, el chavista aseguró: "Será la victoria electoral más hermosa y significativa de la historia de Venezuela".
Maduro cree que emprende una campaña casi en solitario contra muchos centros de poder en el mundo. "Que se preparen en Madrid, Washington y Miami", dijo, y finalizó: "En Venezuela habrá paz, antes, durante y después del 28 de julio". Todo depende de él tras el resultado de las elecciones.
