DOLOR INMENSO

La estremecedora señal que siente Alberto, el abuelo de Brenda y Morena: "Todos los días..."

A más de una semana del triple asesinato de Brenda del Castillo, Morena Verdi y Lara Gutiérrez en Florencio Varela, la voz de un familiar directo volvió a sacudir las emociones de una sociedad todavía conmocionada por el caso. Antonio, abuelo de Brenda y Morena, rompió el silencio y compartió públicamente cómo vive el duelo, cómo intenta sostener a su familia en medio del dolor y de qué manera encuentra alivio en experiencias que él mismo describe como espirituales.

La estremecedora señal que siente Alberto, el abuelo de Brenda y Morena: Todos los días...

A más de una semana del triple asesinato de Brenda del Castillo, Morena Verdi y Lara Gutiérrez en Florencio Varela, la voz de un familiar directo volvió a sacudir las emociones de una sociedad todavía conmocionada por el caso. Antonio, abuelo de Brenda y Morena, rompió el silencio y compartió públicamente cómo vive el duelo, cómo intenta sostener a su familia en medio del dolor y de qué manera encuentra alivio en experiencias que él mismo describe como espirituales.

El hombre, que se ha convertido en un símbolo de resistencia silenciosa, aseguró que mantiene una conexión constante con sus nietas asesinadas y que a través de pequeños rituales logra sentir que aún están presentes en su vida. Para Antonio, esos instantes son los que le permiten encontrar fuerza para seguir adelante en medio de una tragedia que marcó a toda la Argentina.

El relato de Antonio está atravesado por una mezcla de dolor, fe y esperanza. En declaraciones a los medios, contó cómo ha desarrollado una práctica íntima desde el mismo día del crimen:

Todos los días hablo con las nenas. Cuando me acuesto, cuelgo esta remerita de Justicia en la heladera y les hablo. Les digo que necesitamos ayuda. La psicología me la estoy haciendo yo mismo con ellas”, relató conmovido.

Según explicó, durante esos momentos siente una especie de alivio y, en ocasiones, incluso respuestas. “Es como si me contestaran, como si me hicieran sentir que no estoy solo”, agregó.

Para él, este ritual no es simplemente un acto simbólico, sino un mecanismo de resistencia ante la angustia. “Me mantiene de pie, me da fuerzas”, señaló.

Antonio también relató una serie de episodios que interpreta como señales de la presencia espiritual de sus nietas.

Muchas veces entra un viento cuando empiezo a hablar y parece que la remera se mueve”, explicó, y añadió: “Anoche me estaba bañando y escuché ruidos raros, pero no tuve miedo”.

Esos momentos, lejos de generarle temor, los percibe como un contacto directo con las adolescentes. En su visión, son expresiones de cariño y de acompañamiento que trascienden la muerte. “Yo sé que ellas están, sé que me escuchan”, afirmó.

En un país donde la fe, la espiritualidad y las creencias populares conviven con la vida cotidiana, las palabras de Antonio resuenan en miles de personas que han atravesado duelos y que entienden esas experiencias como formas de sostenerse en medio del dolor.

Otro de los temas sobre los que se refirió el abuelo fue la detención del “Pequeño J”, el principal sospechoso del triple femicidio, quien fue capturado en Perú tras días de intensa búsqueda.

La noticia generó una sensación de alivio en la familia y en gran parte de la sociedad. Antonio lo expresó con claridad: “Sentimos un poco de alivio después de tantas cosas que pasamos estos días”.

La detención del joven, señalado como el responsable directo del crimen, es vista como un paso hacia la tan ansiada justicia. Sin embargo, para los familiares, el proceso recién comienza. “Queremos que la Justicia actúe rápido y que no haya impunidad”, remarcaron en varias oportunidades.

Más allá del dolor, Antonio reconoció que la unión familiar se volvió fundamental. “Si yo no estoy firme, la familia se cae. Somos una familia grande, todos muy dolidos”, expresó.

En ese contexto, señaló que junto a su nieto Federico son quienes llevan adelante las gestiones legales y la exposición pública. “Estamos dejando todo en manos de los letrados para que puedan trabajar”, indicó.

Las imágenes de Antonio con el cartel de “Justicia por Brenda y Morena” en las marchas se convirtieron en un emblema del reclamo social. Su figura, firme pero vulnerable, sintetiza el espíritu de una familia que no está dispuesta a bajar los brazos.

En uno de los pasajes más conmovedores de su testimonio, Antonio reveló su mayor deseo: llorar frente a la tumba de sus nietas una vez que se haya hecho justicia.

Estoy guardando las lágrimas para cuando vaya al cementerio a decir ‘se hizo justicia’”, expresó con la voz quebrada.

Esa frase condensa la esencia de su lucha: transformar el dolor en resistencia y canalizar la angustia en un reclamo que ya excede a la familia.

El triple femicidio de Brenda, Morena y Lara no es solo una tragedia familiar. Se convirtió en un caso emblemático que puso en debate la violencia de género, el narcotráfico y la vulnerabilidad de los jóvenes en los barrios populares.

Las declaraciones de Antonio no se leen únicamente como un testimonio íntimo, sino también como la voz de un abuelo que simboliza la impotencia de miles de familias que reclaman mayor seguridad, justicia rápida y contención social.

El relato de Antonio revela cómo, en situaciones extremas, la espiritualidad funciona como un refugio emocional. Su diálogo con las nietas, las señales que asegura recibir y la convicción de que ellas lo acompañan son parte de un proceso de duelo complejo y profundamente humano.

Psicólogos especialistas en duelo han señalado que estos vínculos simbólicos pueden ser mecanismos positivos para sobrellevar la pérdida, siempre que no se transformen en un obstáculo para la vida cotidiana. En el caso de Antonio, parecen ser un motor que lo impulsa a seguir adelante y a sostener a toda su familia.

El abuelo sabe que el camino judicial recién comienza. Aunque la detención del “Pequeño J” fue un avance, ahora esperan que el proceso avance con firmeza y sin dilaciones.

Mientras tanto, Antonio seguirá con sus rituales, sus charlas nocturnas y sus oraciones íntimas. “Yo les hablo, ellas me contestan”, repite con una convicción que mezcla fe y necesidad.

La sociedad argentina, conmocionada por la brutalidad del hecho, observa con atención el desarrollo del caso, mientras acompaña desde la distancia el dolor de una familia que perdió demasiado en una sola noche.

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