Surgen más pistas

Revelan quién es el principal sospechoso del caso del joven encontrado en el chalet que alquiló Cerati

Un día después de confirmarse la identidad del cuerpo, la Justicia tiene en la mira a quién sería el autor del presunto crimen. Un dato aportado por un excompañero de la víctima fue la clave.

Diego Fernández tenía 16 años al momento de su muerte (Foto: archivo).

Diego Fernández tenía 16 años al momento de su muerte (Foto: archivo).

Cuatro décadas después, la justicia avanza en la causa y todas las miradas apuntan ahora a Cristian Graf, un hombre de 56 años que vivía en la casa donde se encontró el cuerpo. El giro clave en la investigación llegó cuando un excompañero de escuela —que actualmente reside en el exterior— se contactó con la fiscalía para contar un dato hasta entonces desconocido: Graf y Fernández habían sido amigos y compartieron aula en la ENET N.º 36.

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Este testimonio no solo confirmó el vínculo entre víctima y sospechoso, sino que además reveló que ambos eran conocidos entre los egresados como “El Gaita” y “El Jirafa”. El caso resurgió en un grupo de WhatsApp de exalumnos, donde la noticia del hallazgo causó conmoción. El excompañero, que este jueves declarará vía Zoom, podría aportar el elemento que necesitaba el fiscal Martín López Perrando para imputar formalmente a Graf por el delito de homicidio, aunque la causa, debido al tiempo transcurrido, probablemente sea declarada prescripta.

Los Graf nunca prestaron declaración ni como imputados ni como testigos, pero siempre fueron señalados por un hecho contundente: los restos estaban en su patio trasero, y la familia vive en ese lugar desde los años 70.

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Quién es el sospechoso tras el hallazgo del cuerpo enterrado hace 40 años en un chalet de Cerati

Hoy en día, en ese chalet de dos plantas permanece solo la madre de Cristian. Sus hijos ya se han ido: la hija se mudó al sur del país y el hijo se quedó en la zona, aunque con su propia familia. En el barrio, Cristian era recordado como un electricista hábil y fanático de las motos, una afición que también compartía Diego.

El 26 de julio de 1984 fue la última vez que se vio con vida a Fernández. Tras regresar del colegio, almorzó en su casa y salió diciendo que iba a visitar a un amigo. Su madre le dio dinero para el colectivo, sin preguntar más. Esa tarde fue visto por última vez en Naón y Monroe, a pocas cuadras de su domicilio en Belgrano.

Al no tener noticias suyas, sus padres se acercaron a la comisaría 39 esa misma noche, pero no les tomaron la denuncia. “Se fue con una mina, ya va a volver”, les respondieron los oficiales.

La familia nunca bajó los brazos. Buscaron a Diego por todos los medios posibles, empapelaron la ciudad con afiches y lograron apenas una nota en la revista ¡Esto!, editada por el diario Crónica, en 1986. En esa entrevista, su padre, Juan Benigno, se quejaba de la desidia policial: “Desde el primer momento lo caratularon como fuga del hogar. Yo protesté, pero me dijeron que así estaban impresos los formularios”.

Recién 41 años después, el misterio comenzó a develarse gracias a un derrumbe casual. Las tareas de construcción revelaron los restos del adolescente que, según todo indica, nunca se alejó de su barrio.

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