“Supongo que el hecho de que la luna llena cierre ciclos habla por sí solo. Tal vez eso quería decir más que todo lo que nos decíamos en cada despedida. Si no era un insulto, era un reclamo, y si no, el orgullo de cada uno, pero siempre algo se terminaba, se rompía”.
La publicación resonó entre quienes la conocían, no solo por su tono melancólico, sino porque, a la luz de los hechos, parece contener una especie de presagio o despedida velada.
En otro fragmento, continuó con la misma sensibilidad poética:
“Y si me preguntan... ¿Y cuando no había luna? Respondería que es exactamente cuando no hay nada ni nadie jodiéndonos la vida. Ese momento donde nos encontramos desaparecidos, dos personas que se refugiaban entre sí”.
Este texto, cargado de metáforas lunares y de complicidad íntima, da cuenta de una relación compleja, marcada por los altibajos emocionales y por una conexión profunda pero, aparentemente, también conflictiva.
En otro posteo, Daiana dejó entrever diferencias irreconciliables con alguien cercano:
“Siempre me dijiste que éramos muy diferentes, y cuánta razón tenías. A mí jamás se me hubiera cruzado por la mente usar el poder, aun sintiendo que esa persona daría lo que fuera por mí. Jamás hubiera querido lastimarte, ni siquiera dejar que me rogaras”, escribió con crudeza.
Ese fragmento suena como una respuesta directa, casi como si estuviera contestando a una conversación íntima mantenida fuera del espacio público. Cada palabra parece tener un destinatario claro, aunque Daiana nunca lo nombró explícitamente.
La publicación continúa como si fuera una carta privada, escrita desde un lugar de desilusión:
“No eras quien decías ser, aún no sé si de verdad me llegaste a querer o solo amabas mi forma de elegirte por encima de todos”.
Y remata con una confesión poética y desgarradora:
“Todo lo que decías se volvía contradictorio cuando me tenías en frente, rodeados de cuatro paredes, donde no había nadie. En el momento en que tus brazos rodeaban mi cuerpo, ese momento donde dejaba de ser una chica independiente y tú mostrabas tu esencia de protección”.
Estas líneas revelan una dualidad emocional intensa, entre la ternura y la decepción, entre la entrega y la desconfianza. Para muchos de los que ahora las leen con el crimen consumado, estas palabras adquieren un sentido inquietante.
Más allá de sus reflexiones sentimentales, Daiana también compartía en redes aspectos de su identidad, sus sueños y su forma de ver el mundo. En un posteo fechado el 22 de junio, escribió:
“Un lugar, mi lugar. Donde puedo escribir, editar, expresar. Tengo cuatro libros hasta el momento… Escucho Adele cuando estoy triste, Justin Bieber cuando estoy en la nostalgia y Tini cuando necesito expresarme”.
Era una joven con proyectos, con deseos de construir un camino propio, con referencias culturales claras y una sensibilidad artística que la acompañaba en cada etapa.
En otra publicación, también vinculada a su mirada astrológica y emocional, escribió:
“Cada vez que veo una luna llena pienso en nosotros y en cada pelea”.
Una vez más, el lenguaje lunar y las alusiones a un “nosotros” reiteran la presencia constante de una figura emocional importante en su vida, posiblemente la misma que inspiró los textos más crudos.
La exposición pública de estos posteos se produjo luego de que Juan Manuel Estallo, su novio, le dedicara un sentido mensaje de despedida en redes sociales tras conocerse la noticia de su asesinato. La publicación fue compartida decenas de veces y recibió cientos de comentarios de amigos, familiares y desconocidos que se sumaron al dolor colectivo.
“No tengo palabras para describir el dolor que se siente, solo puedo decir que te voy a recordar y te voy a llevar siempre en mi corazón”, escribió Juan Manuel.
En el mensaje, él recordó a Daiana como una joven “siempre alegre y de buen humor”, destacando que, aunque su relación fue breve, la disfrutó “hasta el último segundo”.
“Nuestras charlas eran largas y nunca se nos terminaban los temas, siento como si te hubiera conocido de toda la vida. En tan poquito llegué a quererte como ni siquiera te lo imaginás. (…) Fuiste una persona hermosa conmigo y hubiera deseado una vida entera a tu lado. Como vos me decías, ahora ya está, ya te presenté, así que sos para toda la vida”, cerró con emoción.
El crimen de Daiana Mendieta sigue bajo investigación. Hasta el momento, las autoridades judiciales y policiales mantienen hermetismo, pero trascendió que se analizan los vínculos cercanos de la joven, incluyendo relaciones sentimentales y amistades íntimas. La hipótesis principal es que el disparo en la cabeza no fue producto de un robo al azar, sino de una acción intencional vinculada a su círculo más próximo.
La revelación de estos textos cobra especial relevancia porque podría aportar pistas sobre el contexto emocional y relacional en el que Daiana vivía en los meses previos a su asesinato. Los investigadores no descartan que algunos de esos posteos estuvieran dirigidos a personas clave en la causa, y analizan su contenido para detectar posibles conflictos, amenazas veladas o situaciones de violencia emocional.
Amigos cercanos relataron que Daiana no había manifestado temor explícito, pero sí atravesaba momentos de introspección profunda. Según su entorno, solía recurrir a la escritura como una vía de escape y, en ocasiones, publicaba mensajes que parecían hablar de rupturas, decepciones y círculos que se cerraban. Su conexión con los ciclos lunares y su costumbre de usar metáforas astrológicas hacían que, a primera vista, sus textos parecieran poéticos; sin embargo, hoy muchos los leen como posibles señales de alarma que no fueron detectadas a tiempo.
Mientras la comunidad de Gobernador Mansilla continúa conmovida, la figura de Daiana Mendieta se transforma en símbolo de muchas jóvenes que, en silencio, expresan sus emociones más intensas a través de las redes. Sus palabras, que alguna vez fueron íntimas y casi anónimas, hoy circulan públicamente y adquieren una dimensión inesperada: la de una voz que habla desde el pasado para intentar esclarecer un crimen que todavía duele y desconcierta.
La investigación judicial busca reconstruir las últimas horas de vida de Daiana, las personas con las que se vio, los mensajes que intercambió y cualquier pista que permita identificar al responsable. La bala que terminó con su vida no solo arrebató un futuro prometedor, sino que dejó tras de sí un rastro de palabras que hoy se leen como huellas.
La historia de Daiana Mendieta no es solo la de un asesinato. Es también la historia de una joven sensible, escritora, soñadora, que volcaba en sus textos lo que muchos callan. Su voz, aunque silenciada físicamente, permanece viva en cada publicación, en cada frase poética, en cada mensaje enigmático que dejó atrás.