La pregunta es si puede haber algún anuncio adicional. Algo que se lleve Milei entre las manos, aunque no sea directamente al salir de una foto con Trump; algún milagro que pueda suceder en las próximas horas o días. Por ahora, parece lejano. Estados Unidos fue claro: ya no tiene margen para regalar la plata a un proyecto que no tiene sustento político. Por eso el pedido es que ganen las elecciones. Saben que aunque eso pase, igual el Gobierno va a estar en dificultades. Pero al menos, le da un poco de aire fresco.
Otra duda que habrá que empezar a analizar en los próximos días es por qué se fracasó en este viaje presidencial. Fue una gira exprés, resuelta en pocas horas y anunciada con bombos y platillos. Otra vez Milei recibió un desplante de Trump. Algo similar había pasado cuando se embarcó en un viaje a Mar-a-lago a recibir el premio MAGA. Ahí también se especuló con una reunión informal con Trump, que no sucedió.
Lo habitual es que los cuadros técnicos arreglen los detalles de las reuniones bilaterales, que profundicen sobre los temas que van a discutir y firmar, que luego esto sea ratificado políticamente por secretarios y ministros, y que en la cumbre de presidentes solo se sienten a cerrar políticamente algún detalle final. ¿Qué falló en el medio? ¿Quién es el responsable político del fracaso?
El Gobierno tenía tres desafíos importantes esta semana de cara al proceso electoral del 26 de octubre.
El primero, evitar que la cara de Espert quedara en la provincia de Buenos Aires. Falló. La Justicia dictaminó que no hay tiempo para reimprimir boletas.
El segundo, lograr un anuncio contundente tras la gira en Estados Unidos. Tuvo sabor a poco.
El tercero, mostrar la inflación controlada con el índice que se conoció este martes a las 16. Dio 2,1%. Un lujo teniendo en cuenta los saltos del dólar de las últimas semanas. Los precios no subieron, al menos en lo sustancial.
Finalmente esta será la última ancla que tendrá el Gobierno para convencer a la ciudadanía de que lo vote. Está cumpliendo su principal promesa del contrato electoral de 2023. No es poco. ¿Alcanzará?