La primera foto de ese sueño a materializar se vio el 9 de julio en Olivos con la participación de empresarios de la UIA, la Sociedad Rural, el sector financiero y la CGT.
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Alberto Fernández con empresarios y sindicalistas el 9 de julio. (Foto: Télam).
Alberto Fernández con empresarios y sindicalistas el 9 de julio. (Foto: Télam).
La autocrítica de Fernández respecto de la idea de expropiación de Vicentin, sumada a la postal de la Quinta Presidencial, terminó desatando esta semana una nueva interna dentro de la coalición de gobierno.
El kirchnerismo duro lanzó voces críticas sobre el perfil moderado y conciliador que buscó interpretar el Presidente.
La embestida del fuego amigo se produjo justo el mismo día en que Alberto convocaba a una primera reunión virtual a toda la oposición para pedir apoyo a las medidas económicas pospandemia.
Algunos en la Casa Rosada atribuyeron las críticas de Cristina -seguida por la titular de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, y el ex ministro Julio De Vido- a un juego de roles del bueno y el malo. Así, desde el albertismo, salieron a bajar el tono a la interna y evitaron, una vez más, la confrontación.
El propio Alberto salió personalmente a responder la carta a Hebe de Bonafini y a pedir, en un acto por obras en universidades nacionales, “fortalecer el diálogo entre todos”.
“Hebe, con su historia, se ganó el derecho a decir lo que le plazca”, dijeron cerca de uno de los ministros más cristinistas con despacho en la Casa Rosada.
Sin embargo, evitaron interpretar el retuit de Cristina a una nota publicada por el diario Página 12 del periodista y economista Alfredo Zaiat, que miraba con tono crítico el verdadero interés de los grandes grupos empresarios nacionales en un gran acuerdo.
Allí se lanzaban dardos a Techint, el Grupo Clarín y otros actores del círculo rojo, algunos de los cuales estuvieron representados en la foto de Olivos.
Fue una forma más sutil de Cristina de volver a marcarle la cancha al Presidente. Lo hizo una vez más. Las especulaciones y las dudas sobre quién conduce en realidad el Gobierno vuelven a aflorar y eso no favorece a un Alberto Fernández que tiene que lidiar con un momento complicado.
Esto se da justo cuando las encuestas comienzan a dar una fuerte baja en la imagen del Gobierno, con una sociedad estresada y cansada tras 4 meses de cuarentena y la peor crisis económica de la historia, según reconocen desde la misma Casa Rosada.
En busca del Consejo Económico y Social
Ese escenario fue evaluado ayer en la Casa Rosada por el virtual jefe de Gabinete en las sombras, el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, que encabezó junto al ministro de Trabajo, Claudio Moroni, el puntapié inicial para el armado de una mesa de emergencia económico social que consideran previa a la creación del demorado Consejo Económico y Social.
La idea de alcanzar un gran acuerdo tripartito entre Estado, empresarios y sindicatos es impulsada por Alberto desde que asumió en diciembre pasado, pero justamente la postura del “es con todos”, el slogan de campaña que lo catapultó como un kirchnerista moderado, volvió a chocar en las últimas horas con el modelo más duro de Cristina de ejercer el poder y relacionarse con sus actores.
Béliz -quien ya sufrió los embates del kirchnerismo cuando tuvo que renunciar como ministro de Justicia de Néstor Kirchner en 2005- forma parte del ala más dialoguista de la Casa Rosada y es justamente quien acercó a Alberto Fernández a empresarios en una primera visita a Olivos.
Ellos fueron los objetivos de los ataques de Cristina y Bonafini cuando la titular de Madres de Plaza de Mayo, en su carta abierta, acusó a Alberto de “sentar a su mesa a quienes explotan y secuestran a los trabajadores”. El presidente de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires salió tajante a defenderse y a pedirle al Presidente que "maneje la lapicera".
No fue la primera vez que Bonafini cuestiona el gobierno de Alberto. Apenas asumió, la titular de Madres criticó la política de Derechos Humanos porque el Presidente rechazó declarar como "presos políticos" a los ex funcionarios K detenidos en causas por corrupción durante el macrismo.
La creación por ley del Consejo Económico y Social como institución para discutir las medidas de mediano y largo plazo para diseñar un nuevo modelo de producción del país, con acuerdos salariales, laborales, impositivos, viene demorada justamente por la grieta entre el kirchnerismo más duro y el ala más ortodoxa del empresariado que quedó a la luz esta semana.
¿Logrará Alberto “mediar” entre esos intereses cruzados o volverá a imponer Cristina su impronta?
Por lo pronto, el ministro de Defensa y reconocido kirchnerista Agustín Rossi salió a pedir también por Twitter “apoyo incondicional al Presidente como conductor de la crisis”.
Después llegó la respuesta del ala más dura de La Cámpora encarnada en el ministro de Desarrollo Social bonaerense, Andrés Larroque, pidiendo a la tropa ultra K -y, sin mencionar, a la propia Hebe- apoyar al Presidente, ya que reconocen que es su propio Gobierno.
Desde el ala más moderada de los movimientos sociales K, el Secretario de Relaciones Parlamentarias, Fernando “Chino” Navarro admitió en una entrevista con A24.com que “hay que confiar en el liderazgo del Presidente” y que “la única salida es con todos”.
“Un acuerdo económico social es necesario, aunque no nos gusten todos los actores; son los que hay”, reconoció y dijo que “ese es justamente el desafío de Alberto Fernández” como presidente para “conducir la salida de la crisis”.
Navarro destacó “el rol de Máximo Kirchner como jefe de bloque de diputados de la coalición gobernante” y reconoció las contradicciones dentro del mismo kirchnerismo.
El hijo de la ex presidenta fue protagonista de acercamientos con empresarios como Marcos Bulgheroni (Pan American Energy) y Jorge Brito (Banco Macro), entre otros, para negociar una salida a la crisis “con todos”.
El plan para la pospandemia es el relanzamiento del Gobierno. Aunque nadie lo confirme, es posible que se ejecuten cambios en el Gabinete para tal fin.
Ese programa, según adelantan, contempla una mirada de corto, mediano y largo plazo y tendrá al Estado como destacado promotor de la ansiada reactivación económica.
Aunque “todo es día a día y nadie pone fecha de salida de la crisis". "Porque dependemos de cómo se comporte el virus”, revelan por lo bajo en el Gobierno.