Cómo hacer la base perfecta
El primer paso es triturar las galletitas hasta que queden como arena. Se mezclan con la manteca derretida hasta obtener una masa húmeda y se presionan en el fondo de un molde desmontable. Es importante compactarla bien para que no se desarme al cortar. Se lleva a la heladera mientras se prepara el relleno.
Relleno cremoso en dos versiones: al frío o al horno
Versión fría (más rápida y sin riesgo de grietas):
Se bate el queso crema con el dulce de leche hasta lograr una mezcla uniforme. Luego se incorpora la crema batida a medio punto y, por último, la gelatina sin sabor previamente hidratada. Se vierte sobre la base y se refrigera por al menos cuatro horas.
Versión horneada (más densa y tradicional):
Se mezclan queso crema, dulce de leche y tres huevos. Se vierte sobre la base y se hornea a temperatura baja (160 °C) durante unos 40 minutos. Se deja enfriar en el horno con la puerta entreabierta para evitar que se hunda o se raje.
La cobertura que marca la diferencia
Una vez firme, se puede agregar una capa fina de dulce de leche, salsa de caramelo o incluso una ganache de chocolate amargo para contrastar sabores. Otra opción es decorar con nueces picadas o chips de chocolate.
Claves para un resultado profesional
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Usar dulce de leche repostero para lograr mayor consistencia.
No batir demasiado el queso crema: el exceso de aire puede agrietar el cheesecake.
Si se hace la versión fría, respetar el tiempo de heladera para que tome buena forma.
Para cortes prolijos, usar un cuchillo mojado en agua caliente.
Un postre que no falla
El cheesecake de dulce de leche es ideal para quienes buscan una receta que luzca sofisticada pero no requiera técnicas complejas. Lleva pocos ingredientes, se puede preparar con anticipación y suele desaparecer del plato en pocos minutos. Sea para una mesa dulce o como postre único, es uno de esos clásicos modernos que combinan lo mejor de dos mundos: el estilo internacional y el sabor argentino de siempre.