Por qué eligieron ese momento para contarle a Bilardo la noticia sobre Russo
Según Jorge, el Doctor ya había empezado a notar que algo pasaba. “Como con Diego, se dio cuenta porque veía muchos homenajes a Miguel… Miguel, Miguel… Y ahí te das cuenta de que tenés que decirle”, explicó. La acumulación de imágenes, recuerdos y tributos despertó la intuición de Bilardo, por lo que la familia entendió que seguir postergando el anuncio sería contraproducente.
El homenaje en la Bombonera fue tan emotivo como simbólico: globos azul y oro, aplausos interminables y una camiseta histórica que voló hacia el cielo porteño. Ese gesto, que recorrió todo el país, también tuvo un cierre inesperado. La casaca apareció semanas después en Cañada Nieto, Uruguay, donde un productor rural la encontró y decidió devolverla a Ignacio Russo, hijo del entrenador y delantero de Tigre.
Qué relación unía a Bilardo y Russo desde Estudiantes
Aunque en las últimas décadas se cruzaron como colegas, la conexión profunda entre ambos nació en Estudiantes de La Plata en los años ‘80. Bilardo era el director técnico; Russo, el líder incuestionable dentro de la cancha. Juntos conquistaron el Metropolitano 1982, uno de los títulos más recordados del club por su solidez táctica y su mística competitiva.
Aquella sociedad derivó en una relación de respeto absoluto. Incluso, cuando el Doctor tomó la Selección Argentina rumbo al Mundial de México 1986, Russo se volvió una pieza fija del proceso. Su figurita integró el álbum oficial de Panini del torneo, símbolo de su importancia en la convocatoria.
Por qué Russo quedó afuera del Mundial de México 1986
La historia fue contada numerosas veces por el propio Miguel: una lesión inesperada lo dejó al margen. Se cayó de la bañera en un accidente doméstico y sufrió un problema en la rodilla derecha que lo obligó a abandonar la carrera hacia la lista definitiva.
“Me llamó y me dijo: ‘Me vas a entender cuando seas entrenador’”, recordó Russo años atrás. “Nunca lo juzgué; creo que fue una decisión correcta”.
La noticia para Bilardo, casi cuarenta años después, volvió a ponerlos frente a frente en la memoria. Y el Doctor, fiel a su intensidad emocional, reaccionó con silencio y lágrimas: un gesto profundo para quien fue más que un jugador, más que un colega. Fue, durante décadas, uno de los suyos.