El Senado de Chile votó por unanimidad una profunda reforma laboral. El eje central es la reducción de la jornada de trabajo. Bajarlo a un tope de 40 horas semanales, con un máximo de 10 horas diarias.
El Senado de Chile votó por unanimidad una profunda reforma laboral. El eje central es la reducción de la jornada de trabajo. Bajarlo a un tope de 40 horas semanales, con un máximo de 10 horas diarias.
El gobierno aspira a que -de esta manera- un trabajador no pierda su nivel salarial, se mantenga el nivel de ocupación y gane más tiempo libre para su vida.
La propuesta tiene un plan escalonado para llegar a esa meta. Es un programa a 5 años y en mayo de 2024 se llegaría a 44 horas; en mayo de 2026, se pasaría a 42 horas y en mayo de 2028 a las 40 horas.
Mayo es el mes elegido porque el gobierno del presidente de Chile, Gabriel Boric, aspira a promulgar la ley en el Día Internacional del Trabajador.
La iniciativa votada en el Senado tiene origen en el gobierno de Gabriel Boric. Una propuesta motorizada desde antes de la campaña electoral por el Partido Comunista, parte central de la alianza en el poder.
Pero la oposición - que tiene algunos reparos sobre su instrumentación - acompañó en pleno el proyecto. El senado está dividido en partes iguales entre partidarios del gobierno y los opositores de centroderecha. Pero esta votación se logró imponer por unanimidad.
Ahora, la iniciativa ya está para ser considerada por la Cámara de Diputados, en donde el oficialismo no tiene mayoría, pero le bastará con repetir el acuerdo con la oposición para sacar la ley. El presidente Gabriel Boric quiere que se pueda promulgar en una fecha simbólica: el 1° de mayo, día internacional del trabajador.
Uno de los puntos discordantes entre oficialismo y la oposición es si esta medida ayudará a ganar en eficiencia o productividad en Chile. La oposición cree que faltan propuestas complementarias, pero el senador comunista Daniel Nuñez ,uno de los impulsores del proyecto cuando era diputado cree que sí: “Tiene efectos económicos y estoy seguro de que la reducción de la jornada puede ayudarnos a mejorar la productividad en Chile”.
Chile enfrenta un problema en este campo por formar parte de la OCDE. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos agrupa a los países con las economías más competitivas (la Argentina pretendió ser admitida en ese grupo durante la presidencia de Mauricio Macri)
Chile tiene un promedio laboral de 42,7 horas trabajadas. El promedio de la OCDE es de 37,2 horas. Es decir, el pais trasandino necesita trabajar más para alcanzar la productividad promedio de ese grupo selecto de países.
Otro dato que desafía a la reforma votada en el senado es el del aporte de cada trabajador activo al PBI de su país. En 2020, según la OCDE, cada trabajador en Chile aportó en promedio US$ 30,4 cada hora al PBI nacional.
De los 39 países vinculados a la organización, Chile ocupa el lugar 36, solo por encima de Costa Rica, México y Sudáfrica.
Chile tuvo en 2022 una inflación del 12,8 %, la más alta desde 1992. Esto hace que crezca la informalidad. Cuando aumenta la informalidad, baja el nivel de salarios que se ofrecen y hace necesario que un trabajador se emplee por más tiempo. En ese contexto, es difícil aplicar esa reducción en las horas semanales.
Hay numerosas iniciativas en nuestro país para reducir la jornada laboral. Pero tienen objetivos diferentes a los que se proponen en Chile y también, asimetrías notables con el país vecino.
En Argentina la desocupación es del 10,2 %, hay dos millones de desocupados, y hay 4,6 millones de trabajadores no registrados o informales. Representa el 44% del mercado laboral.
Por eso, partidos políticos de izquierda presentaron en su propuesta electoral para 2019, la reducción de la semana laboral. Esto haría que las empresas deberían contratar a más trabajadores para cumplir con los turnos de trabajo, como una forma de disminuir el desempleo.
También el diputado nacional por el Frente de Todos y secretario de la CTA, Hugo Yasky, presentó en 2020 un proyecto de ley en el Congreso para disminuir la jornada laboral de 48 horas a 40 semanales sin disminución del salario.
Pero la legislación argentina y las cargas laborales hacen que sea más "rentable" pagar horas extras que contratar a nuevos empleados. Además, los trabajadores, con una inflación del 100% anual, necesitan trabajar más horas para intentar compensar la pérdida del poder adquisitivo del salario.
Al igual que plantean sectores en Chile, en la Argentina surge el debate sobre qué es la clave para la economía argentina. Dice Daniel Funes de Rioja, presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA): "Lo que Argentina necesita es más empleo, más producción, más productividad y empleabilidad” y agrega: “Esto no se resuelve repartiendo el trabajo formal que hoy existe”.
La revista económica "Forbes" publicó un informe en el que muestra que las empresas se muestran favorables a esos cambios, pero no creen que puedan ocurrir rápidamente. La Argentina es uno de los países con menor confianza con la posibilidad de aplicar este tipo de medidas en la región.
Para graficar el mayor tiempo disponible que tendrán los adultos para sus proyectos familiares, el presidente Gabriel Boric dijo: "¿Cuánto vale un cuento o una canción en la noche?"
Con estas asimetrías, ¿Es posible copiar ese modelo para la Argentina?