PROPIEDADES

Ley de propiedad horizontal: qué pasa si un vecino no quiere pagar un gasto

Entre los puntos más destacados, la nueva ley aborda la digitalización en la gestión de comunidades, las sanciones frente a la morosidad, la regulación de los pisos turísticos, la instalación de paneles solares en zonas comunes y las ayudas para la rehabilitación de edificios.

Redacción A24
por Redacción A24 |
Ley de propiedad horizontal: qué pasa si un vecino no quiere pagar un gasto

El pasado 3 de abril de 2025 entró en vigor en España la renovada Ley de Propiedad Horizontal (LPH), un marco normativo que regula la convivencia en comunidades de vecinos y que afecta tanto a propietarios como a administradores y residentes. La normativa, aprobada en enero de este año y actualizada en su última revisión del 24 de julio en el Boletín Oficial del Estado (BOE), introduce novedades que marcan un antes y un después en la vida comunitaria.

Entre los puntos más destacados, la nueva ley aborda la digitalización en la gestión de comunidades, las sanciones frente a la morosidad, la regulación de los pisos turísticos, la instalación de paneles solares en zonas comunes y las ayudas para la rehabilitación de edificios. Además, incluye medidas de inclusión como la obligatoriedad de eliminar barreras arquitectónicas cuando lo soliciten mayores de 70 años o personas con discapacidad.

Digitalización en la gestión de comunidades

Uno de los ejes más innovadores de la ley es el impulso a la digitalización de las comunidades de propietarios. La normativa fomenta el uso de herramientas digitales para convocar juntas, registrar actas, realizar votaciones y notificar acuerdos.

Con esta medida se busca agilizar trámites que, en muchos casos, resultaban engorrosos y lentos al depender de comunicaciones en papel o reuniones presenciales. Ahora, la ley permite que las convocatorias puedan hacerse por medios electrónicos, siempre y cuando todos los vecinos tengan acceso a dichas plataformas.

Esta modernización pretende no solo reducir tiempos y costes administrativos, sino también favorecer la transparencia y la trazabilidad de los acuerdos comunitarios.

La batalla contra la morosidad

Uno de los problemas históricos en las comunidades de propietarios es la morosidad en el pago de cuotas. La LPH dedica especial atención a este aspecto en su artículo 21, donde se establecen nuevas reglas para frenar los impagos.

La ley obliga a todos los propietarios a contribuir a los gastos comunes del edificio, y en caso de incumplimiento se aplican medidas contundentes:

  • Reclamación judicial de deudas inferiores a 2.000 euros, lo que simplifica los procesos y da mayor agilidad a las comunidades.

  • Pérdida del derecho a voto en las juntas para aquellos propietarios morosos, hasta tanto no regularicen su situación.

  • Posibilidad de embargo de bienes, tanto financieros como inmuebles, con el añadido de intereses de demora.

El procedimiento comienza con una reclamación formal de la deuda, comunicada al deudor mediante burofax o notificación notarial, lo que otorga plena validez legal. Si el impago persiste, la comunidad puede recurrir a la vía judicial y solicitar el embargo correspondiente.

Además, la normativa contempla la opción de publicar en el tablón interno de la comunidad la identidad de los morosos y el monto de la deuda, siempre que se respeten los límites de la Ley de Protección de Datos.

Este punto genera debate: para algunos, se trata de un recurso necesario para presionar a los deudores; para otros, podría implicar una estigmatización que afecta la convivencia.

Regulación de los pisos turísticos

El auge de plataformas de alquiler vacacional como Airbnb o Booking había generado conflictos en numerosas comunidades. La nueva LPH introduce un cambio clave: para autorizar o prohibir pisos turísticos se necesitará el voto favorable de tres quintas partes de los propietarios.

De esta forma, se intenta equilibrar los intereses de quienes buscan rentabilizar sus viviendas con los de aquellos que reclaman tranquilidad, seguridad y preservación del entorno comunitario.

La medida busca evitar que una sola persona pueda imponer su voluntad al resto, estableciendo una mayoría cualificada que refleje el consenso de la comunidad.

Paneles solares y rehabilitación de edificios

Otro de los aspectos innovadores es la facilitación de la instalación de paneles solares en zonas comunes. La ley habilita a las comunidades a aprobar estas iniciativas con mayorías más flexibles, incentivando la transición energética y el ahorro en el consumo eléctrico.

Asimismo, se incluyen ayudas para la rehabilitación de edificios, un punto clave en un país con un parque inmobiliario envejecido. Estas subvenciones, gestionadas en coordinación con administraciones locales y autonómicas, permitirán financiar obras de mejora estructural, accesibilidad y eficiencia energética.

Eliminación de barreras arquitectónicas

Uno de los artículos más celebrados es el que obliga a las comunidades a eliminar barreras arquitectónicas cuando así lo soliciten mayores de 70 años o personas con discapacidad.

Hasta ahora, muchas peticiones quedaban bloqueadas por desacuerdos internos o por la imposibilidad de reunir mayorías suficientes en las juntas. Con la nueva ley, la eliminación de estas barreras pasa a ser obligatoria, siempre que exista una petición formal respaldada por estas condiciones.

Esto supone un avance significativo en materia de inclusión y accesibilidad, que además se alinea con directivas europeas y compromisos internacionales de España en derechos de las personas con discapacidad.

Nuevas dinámicas en las juntas de propietarios

La normativa también aclara cómo deben funcionar las juntas de propietarios, el espacio donde se toman las decisiones comunitarias más importantes.

Se refuerza la validez de las convocatorias digitales y se establece un marco más claro para la validez de los acuerdos, incluso cuando haya vecinos en situación de morosidad.

La combinación de sanciones, digitalización y nuevas reglas de participación apunta a crear un ecosistema más justo y eficiente para la toma de decisiones.

Un equilibrio entre derechos y deberes

En términos generales, la nueva LPH busca equilibrar los derechos de los propietarios con los deberes que implica vivir en comunidad.

Los impulsores de la norma destacan que se trata de una ley más moderna, que da respuesta a desafíos actuales como el turismo masivo, la sostenibilidad y la accesibilidad.

Sin embargo, también surgen críticas. Algunos especialistas señalan que las sanciones contra la morosidad podrían generar conflictos vecinales, mientras que otros advierten que la publicación de deudas, aunque legalmente acotada, podría abrir la puerta a tensiones internas.

Impacto en el día a día de las comunidades

En la práctica, esta normativa ya está generando cambios en las reuniones de comunidades en todo el país. Desde nuevas actas digitales y votaciones online, hasta debates más intensos sobre pisos turísticos y paneles solares, la vida comunitaria en España ha entrado en una nueva etapa.

Los administradores de fincas también reconocen que la ley supone un aumento de la carga de trabajo inicial, pero que a largo plazo traerá mayor claridad y menos conflictos judiciales.

Una ley que marca un antes y un después

Con su entrada en vigor, la Ley de Propiedad Horizontal 2025 se posiciona como una herramienta clave para mejorar la convivencia y modernizar la gestión de las comunidades en España.

Si bien aún queda por ver cómo se aplicará en la práctica y qué retos enfrentará en los tribunales, lo cierto es que ya se vislumbra un cambio cultural en la manera en que los vecinos entienden y ejercen su vida en comunidad.

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