En cuestión de segundos, los asaltantes redujeron al muchacho e irrumpieron en la casa, donde sorprendieron también a Jacinta, a su esposo y a la empleada doméstica que estaba presente.
Una vez dentro, y bajo amenazas, los ladrones exigieron dinero, alhajas y otros objetos de valor.
Tras apoderarse del botín, los delincuentes maniataron a las víctimas, dejándolas inmovilizadas para facilitar su huida. A pesar del nivel de violencia del hecho, ninguno de los integrantes de la familia sufrió heridas físicas, aunque el impacto emocional fue significativo.
Las primeras patrullas en llegar fueron las de la Comisaría 9ª de San Isidro, alertadas por un llamado que reportaba una entradera. Al llegar, los efectivos confirmaron que en la propiedad no había cámaras de seguridad, por lo que la fiscalía comenzó de inmediato a relevar las grabaciones de los dispositivos privados y municipales del área.
Investigación en curso
La investigación quedó a cargo de la fiscal María Paula Hertrig, de la UFI de Boulogne, quien trabaja junto con el personal de la DDI en la recopilación de pruebas. Una de las líneas centrales apunta a la llamada “Banda de los Ninjas”, un grupo delictivo conocido en la zona norte por cometer entraderas utilizando ropa oscura, capuchas y anteojos que dificultan la identificación.
Según trascendió, suelen actuar de madrugada y se mueven con precisión casi quirúrgica, tras realizar un estudio previo de los movimientos de las casas seleccionadas.
En los últimos días, además, surgió la hipótesis de que el grupo podría estar integrado por más personas de las que ingresaron a la vivienda. Aunque la familia habló de cuatro delincuentes dentro de la casa, se investiga si otros cómplices habrían estado apostados en las inmediaciones.
Las sospechas se basan en patrones observados en hechos similares, donde los delincuentes realizan tareas de vigilancia, logística y apoyo para asegurar una fuga rápida.
Según la reconstrucción inicial, la banda habría aprovechado la circulación abierta del barrio y su ritmo cotidiano para estudiar los horarios, la dinámica de la familia y los momentos de menor vigilancia. Los investigadores creen que los ladrones podrían haber pasado días observando la zona, simulando ser peatones, ciclistas o incluso trabajadores, como parte de una estrategia de inteligencia previa.