Un intento de justificarse
Según se ve en las imágenes difundidas, Laurta mantuvo una actitud fría, distante, sin signos de arrepentimiento. Afirmó su mirada en un punto fijo y no intercambió palabra con nadie más. “En las primeras horas intentó simular un cuadro de enajenación mental, no hablaba, miraba al vacío”, contó el cronista Alejandro Pueblas desde el móvil de A24.
Sin embargo, al ser trasladado, el acusado decidió hablar. Y lo que dijo, lejos de aclarar algo, mostró una lógica propia de alguien que intenta justificar lo injustificable.
“Estamos hablando de un hombre que no parece estar en sus cabales, pero que al mismo tiempo actuó con una planificación meticulosa”, sostuvo Pueblas. “Si declara ante la fiscal con esa línea de pensamiento, podría intentar construir una versión en la que él se vea como víctima o ejecutor de una supuesta justicia personal”, agregó.
Doble femicidio de Córdoba: el trasfondo del crimen
El caso de Pablo Rodríguez Laurta estremeció a los dos países. De acuerdo con la reconstrucción oficial, el uruguayo cruzó ilegalmente la frontera desde Salto hacia Entre Ríos en un kayak, luego de entrenarse durante diez días para lograrlo.
Una vez en Argentina, habría contactado al chofer de una aplicación, Martín Palacios, quien lo trasladó hasta Córdoba. En algún punto del trayecto, Laurta lo asesinó, posiblemente para evitar ser reconocido, desmembró su cuerpo y lo abandonó en un descampado de Concordia.
Así detuviero a Pablo Laurta
Luego continuó su viaje hacia Córdoba, donde cometió el doble femicidio de su ex pareja y su ex suegra en Villa Serrana, en la zona noroeste de la ciudad.
Los investigadores lo describen como una “mente criminal metódica”, que planeó cada detalle del crimen y su posterior huida. De hecho, había escondido el kayak en un monte de Puerto Yeruá, con la intención de regresar a Uruguay por el mismo medio, llevándose a su hijo de cinco años.