Investigación

Un chat y conmoción: así se llegó al sospechoso de la muerte del joven enterrado al lado de la casa de Cerati

Cuál fue el elemento clave al que accedió la Justicia para dar con la persona que hoy está señalada por el fallecimiento de Diego Fernández.

Diego Fernández

Diego Fernández, el joven cuyo cuerpo fue identificado luego de 40 años (Foto: archivo).

Un simple trabajo de albañilería en una vivienda del barrio porteño de Coghlan destapó un hallazgo en el chalet de la casa lindera que alguna vez alquiló el músico Gustavo Cerati. En pleno mes de mayo, obreros que trabajaban en la reconstrucción de una medianera encontraron restos óseos humanos enterrados en el jardín. Esa parte de la propiedad pertenecía a un chalet sobre Avenida Congreso al 3700. La víctima: Diego Fernández, un adolescente de 16 años desaparecido en 1984.

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El hecho conectó múltiples historias del pasado. Vínculos escolares, relaciones de barrio, un caso de desaparición ignorado y una familia que nunca dejó de buscar. El descubrimiento reabrió una causa judicial estancada y puso bajo la lupa a Cristian Graf, el principal sospechoso del caso, quien durante décadas vivió en la misma casa donde se halló el cuerpo.

Según reveló este miércoles la periodista Verónica Rosales en el programa "Arriba América", de América TV, el dato que apunta a Graf surgió de un testigo que se comunicó con la fiscalía.

"Llama un hombre que vive en el extranjero y dice ser excompañero de Diego. Y le dice al fiscal: 'En el grupo de WhatsApp donde estamos todos los exegresados de la ENET donde iba Diego, hay conmoción porque en esa casa vivía un compañero de Diego'. Y estamos hablando de este hombre: Cristian Graf, amigo de Diego, y al que llamaban 'El Jirafa' y que tenía la misma edad que Diego", contó.

Cuándo se descubrió el cuerpo de Diego Fernández

El 20 de mayo de 2025, en medio de una obra de refacción, albañiles dieron con algo inesperado mientras removían tierra del jardín. Lo que parecía una simple reforma terminó siendo la clave de un caso sin resolver. Los trabajadores frenaron los trabajos y alertaron a las autoridades. Los peritos llegaron rápido: se trataba de restos humanos, enterrados hace muchos años.

Luego de varias semanas, la justicia informó este miércoles que los restos pertenecen a Diego Fernández, quien había sido visto por última vez el 26 de julio de 1984. Ese día, tras regresar del colegio, almorzó en su casa y avisó que saldría a visitar a un amigo. Nunca volvió.

Horas después de su desaparición, sus padres acudieron a la comisaría 39 para reportar que Diego no había regresado. Pero se encontraron con una barrera común en aquella época: el desinterés policial. “Se fue con una mina, ya va a volver”, fue la respuesta que recibieron de los oficiales. No les tomaron la denuncia y el caso fue caratulado de inmediato como una “fuga del hogar”.

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Esa indiferencia institucional marcó el destino del caso durante décadas. La familia Fernández inició una búsqueda desesperada por su cuenta: empapelaron la ciudad con afiches, pidieron entrevistas en medios y apenas lograron que en 1986 la revista ¡Esto! (editada por el diario Crónica) les dedicara una nota. En esa publicación, Juan Benigno Fernández, padre de Diego, se quejaba de la pasividad policial: “Desde el primer momento lo caratularon como fuga del hogar. Yo protesté, pero me dijeron que así estaban impresos los formularios”.

Un mensaje desde el exterior cambió todo

El gran giro en la investigación llegó recién 41 años más tarde, cuando el hallazgo de los restos volvió a poner el caso en circulación. La noticia se viralizó en redes y en grupos de WhatsApp de exalumnos de la ENET N.º 36, donde Diego había cursado. Fue allí donde un excompañero que ahora vive en el exterior se puso en contacto con la fiscalía para aportar un dato crucial: Diego y Cristian Graf habían sido amigos y compartían aula.

No solo eso. El testigo, que declaró esta semana vía Zoom, reveló que ambos eran conocidos por sus apodos: El Gaita” (Graf) y “El Jirafa” (Fernández). Su testimonio no solo confirmó la relación entre víctima y principal sospechoso, sino que también dio pie a una nueva línea de investigación.

El fiscal Martín López Perrando lleva adelante la investigación con una limitación evidente: el paso del tiempo. Aunque existen elementos para avanzar con una imputación por homicidio, la causa podría ser declarada prescripta debido a que el crimen ocurrió hace más de 40 años.

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